Ayer, Milenio ponía en primera plana la información sobre la rebelión de un grupo importante de diputados federales priístas que sintieron que el CEN dejó morir solo a su ex líder Arturo Nuñez en Tabasco. Ayer mismo, se informó que Arturo Nuñez será el nuevo coordinador de la campaña de Francisco Labastida Ochoa en sur-sureste del país y, con ello, aunque sea en parte, esa rebelión se ha sofocado.
Ayer, Milenio ponía en primera plana la información sobre la rebelión de un grupo importante de diputados federales priístas que sintieron que el CEN dejó morir solo a su ex líder Arturo Nuñez en Tabasco. Ayer mismo, se informó que Arturo Nuñez será el nuevo coordinador de la campaña de Francisco Labastida Ochoa en sur-sureste del país y, con ello, aunque sea en parte, esa rebelión se ha sofocado.
Pero los conflictos derivados de la selección de candidatos en las listas priístas han ido mucho más allá. Los frentes internos que se han abierto en el seno del tricolor son numerosos y si no son cerrados rápidamente, se pueden convertir en algo más que una rebelión de legisladores.
Por lo pronto, en Baja California, numerosos militantes tomaron con violencia la sede del PRI en Tijuana, exigen la renuncia de los dirigentes locales y se han quejado de las candidaturas asignadas. En Zacatecas, tres diputados locales, que no fueron tomados en cuenta para las candidaturas federales, renunciaron a ese partido y se sumaron al grupo parlamentario del PRD, con lo cual, primero, muy probablemente serán candidatos a la cámara baja federal por el partido del sol azteca; segundo, le quitaron al PRI la mayoría en el congreso local y se la otorgaron a otro ex priísta, el gobernador Ricardo Monreal.
En Chiapas la situación para el tricolor tiende a ser dramática. El gobernador Roberto Albores Guillén, convencido, aunque usted no lo crea, de que es el priísta más popular del estado, ha impulsado e impuesto la candidatura de prácticamente todos los aspirantes a senadores y diputados federales. Ello ha colocado en una situación muy difícil sobre todo al candidato priísta a gobernador, Sami David, que no ha podido cerrar sus propios amarres ni cumplir con buena parte de sus compromisos: muchos de éstos han comenzado a acercarse, sobre todo, al candidato único de la oposición, Pablo Salazar Mendiguchía e incluso podría haber sorpresas en ese ámbito en los próximos días. Lo cierto es que la distancia que separa a David de Salazar es realmente estrecha y podría, fácilmente, revertirse en contra del priísta, sobre todo, si continúan los conflictos internos en el tricolor.
En Guerrero, otorgarle demasiado peso al ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, a la hora de decidir aspirantes ha sido también costoso para el tricolor: el ex precandidato a gobernador y ex secretario de gobierno, Florencio Salazar, uno de los políticos más serios y respetados en el estado, estaba buscando una diputación federal, para lo cual renunció a su cargo en Chilpancingo. No obtuvo nada, y entonces renunció al partido y ahora está escuchando ofertas, tanto de Cuauhtémoc Cárdenas como de Vicente Fox. Sin duda será candidato a senador por una de las dos alianzas opositoras.
En Nuevo León, los jaloneos previos a que se diera a conocer la fórmula de senadores fue intenso, pero pudo ser librado sin ruptura, pero las listas de diputados han profundizado la crisis interna que, desde hace mucho tiempo, vive el tricolor en ese estado. En los hechos, la principal de las críticas es que se le han dado a la CTM, una central con una presencia marginal en el estado, demasiadas posiciones que no redundarán en votos reales en un estado donde la fuerza del panismo parece no correr serios peligros.
En Querétaro, la serie de equívocos es enorme y ello obligó este lunes al secretario de elecciones del PRI, Carlos Almada a visitar la entidad para comenzar a hacer los movimientos necesarios para evitar que lo poco que queda se terminara de salir del control. Por lo pronto, Almada cambió al delegado del CEN del partido colocando al experimentado Juan Burgos Pinto en lugar de Guillermo Ulloa.
La historia de la crisis en ese estado se remonta a los dos últimos meses, por el mal manejo del presidente del comité directivo estatal, Juan Ignacio González Jauregui, un hombre sin experiencia real en el trabajo partidario y con desconocimiento incluso de los grupos políticos en ese estado, que llegó a esa posición merced, exclusivamente, a una añeja relación de amistad con Francisco Labastida. Los costos que ha pagado por la inexperiencia de su líder estatal, han motivado protestas en la mitad de los 18 municipios del estado y han provocado una desbandada de dirigentes de ese partido hacia el PRD y el PARM de Porfirio Muñoz Ledo.
Dos deserciones son particularmente importantes: Marco Antonio León Hernández, quien durante una década presidió el comité estatal del PRI y cuya última responsabilidad había sido el ser delegado del tricolor en Sinaloa, renunció a su partido y es ahora candidato a senador por el PARM. Edmundo González Llaca era conocido en la época de Colosio, como el responsable de las llamadas "plumas del PRI": nadie podría acusarlo de heterodoxo o renovador en el priísmo. Pues bien, luego de los desaguisados de las últimas semanas González Llaca se ha convertido en candidato a senador pero por el PRD. La crisis ha llegado incluso a algunas familias muy tradicionales: Carmina Vaqueiro de Peralta, la esposa del delegado de servicios migratorios en el estado, Leopoldo Peralta Navarrete, un funcionario muy cercano al labastidista, Fernando Solís Cámara, decidió también dejar al PRI y es ahora candidata al senado por el PARM. En medio de todas estas rupturas, hubo conflictos, tomas de oficinas, agresiones físicas, quedaron fuera algunos de los hombres importantes en el estado como Enrique Burgos y Fernando Ortiz Arana, tampoco se escuchó a Mariano Palacios y el panismo se ha consolidado a pesar de sus indudables deficiencias locales a la hora de gobernar.
Y en estos estados no se agota la lista de disconformidades. Ahí está Tabasco, donde Nuñez ha dicho que sus partidarios apoyarán a Labastida en la campaña presidencial pero no a los candidatos locales a presidentes municipales, diputados y senadores y a gobernador.
El punto es que en la confección de las listas el PRI se quedó a mitad de camino: decidió, sí, lanzar la lista con candidaturas de unidad, pero a la hora de designar a los candidatos no optó ni por una renovación que le diera opción a sectores sociales y partidarios emergentes, ni tampoco se fue por las figuras nacionales que buscaban una posición. En los hechos, todo indica que la decisión recayó en buena medida en los gobernadores y los jefes de los principales grupos de poder que a cambio de esas candidaturas se responsabilizarían de ganar sus estados o regiones, algo que, en muchas ocasiones, no podrán garantizar.
Así la situación del priísmo se mueve entre las expectativas de renovación incumplidas y el mantenimiento del status quo; entre los dirigentes locales y los nacionales; entre las fuerzas internas que no terminan de lograr bases para encauzar un frente común. Lo cierto es que en algunos círculos muy altos del tricolor, siguen pensando que van a ganar pero los cálculos ya hablan, en esos sectores, de un 40 por ciento, lejos del 50 por ciento del que hablaban hace algunas semanas.