Pocas luchas subterráneas en México tienen la magnitud de la que se está librando en distintos puntos del país, pero particularmente en Tijuana y Mexicali, entre el Estado mexicano y el cártel de los Arellano Félix. Quizás lo más notable de esto es no sólo la inaudita violencia que se ha generado, sino también la creciente utilización, por medio de los grupos del crimen organizado de las armas de la desinformación y la contrainteligencia.
Pocas luchas subterráneas en México tienen la magnitud de la que se está librando en distintos puntos del país, pero particularmente en Tijuana y Mexicali, entre el Estado mexicano y el cártel de los Arellano Félix. Quizás lo más notable de esto es no sólo la inaudita violencia que se ha generado, sino también la creciente utilización, por medio de los grupos del crimen organizado de las armas de la desinformación y la contrainteligencia.
Ayer hablábamos en la segunda emisión de Informativo MVS con el procurador Jorge Madrazo y algunas de sus afirmaciones y desmentidos, son tan sorprendentes como preocupantes por lo que implican. Para empezar, el propio Madrazo insistió en la magnitud de la campaña de desinformación que se está llevando a cabo. Lo destacó comentando, en primer lugar, que, como diría más tarde el fiscal antidrogas, Mariano Herrán en conferencia de prensa, los tres funcionarios de la procuraduría general de la república que aparecieron muertos la semana pasada en un automóvil desbarrancado en la carretera de la Rumorosa, fueron asesinados. En realidad estos hombres fueron secuestrados por lo menos un día antes de que aparecieran sus cuerpos, fueron salvajemente torturados y ya muertos fueron arrojados al vacío en su automóvil. Como ya se ha dicho, se trataba del equipo operativo que estaba investigando la desaparición y muerte del abogado de Jesús Labra, de apellido Gálvez, cuyo cuerpo apareció en el DF poco después del traslado de ese importante lugarteniente de los Arellano Félix a la capital de la república.
Lo grave en todo esto es que la delegación Mexicali (la ciudad donde aparentemente fueron secuestrados los agentes de la PGR) de la Policía Federal de Caminos, hasta el fin de la semana pasada seguía asegurando -contra todas las evidencias- que no se trataba de ningún asesinato sino de un simple accidente de tránsito. Tuvo que salir la PGR a desmentir esa versión para acallarlos y colocar la información en su perspectiva correcta.
Allí mismo en Mexicali, se divulgó, también hacia el fin de semana pasado, que el jefe de la zona militar, un general Castillejos, habría asegurado (nunca se pudo confirmar plenamente el origen real de la declaración) que otro de los principales lugartenientes de los Arellano Félix, Ismael Higuera, alias el Mayel, había sido detenido en Mazatlán, pero que no tenía constancia de qué corporación lo había detenido. Jorge Madrazo asegura que El Mayel nunca fue detenido, que las versiones sobre su aprehensión comenzaron cuando se dieron algunos operativos en Tijuana, y que este militar, si declaró lo que se dijo, no tenía porqué estar informado de una detención que se habría producido, según su propia declaración, muy lejos de su zona de mando, en Mazatlán a cientos de kilómetros de Mexicali.
Pero más preocupante aún es el rechazo absoluto del procurador Madrazo sobre la información surgida también desde Tijuana, respecto a que cinco agentes antidrogas habían sido secuestrados al mismo tiempo que los otros tres que aparecieron asesinados en la Rumorosa. Madrazo aseguró que ningún agente antidrogas ha sido secuestrado y que incluso el oficial del ejército Felipe Pérez Cruz (que ayer mismo, funcionarios de la procuraduría estatal habían declarado que seguía siendo buscado, considerándolo desaparecido) está en funciones, trabajando en su responsabilidad en la Sedena y que, por supuesto, no fue secuestrado.
Se trata de desmentidos muy fuertes sobre información que aparecía como muy dura. Ello marca la magnitud, insistimos, de la batalla que, en todas las dimensiones se está librando en la península.
Por eso, quizás no es casualidad que, como siempre que arrecia la lucha contra los Arellano Félix, desde Estados Unidos se lance información relacionada con el cártel de Juárez y su supuesta relación con funcionarios del gobierno mexicano. La última ocasión fue el reconocido programa 60 minutos de la cadena CBS, que volvió a reeditar un viejo trabajo con un funcionario de segundo nivel del servicio de aduanas, William Gately, que encabezó la llamada Operación Casablanca, que le sirvió para alcanzar sus respectivos cinco minutos de fama de los que hablaba Andy Warhol, que le costó a Estados Unidos varios millones de dólares, el encarcelamiento de un grupo de gerentes de sucursales bancarias mexicanas, y al propio Gately su puesto, ya que posteriormente fue acusado de haber malversado los 30 millones de dólares que utilizó para la operación.
Lo cierto es que Gately apareció en 60 minutos repitiendo una historia que ya se conocía: que una hija del general Enrique Cervantes Aguirre, se le había apersonado al propio Gately y a un testigo protegido del mismo servicio de aduanas, Víctor Manuel Alcalá Navarro, para ofrecerles una operación de lavado de dinero realmente fabulosa, nada menos que mil 150 millones de dólares que provendrían de los acuerdos entre el propio secretario de la Defensa con el cártel de Juárez. La cifra impresiona tanto como desconcierta: ¿a quién se le ocurriría buscar a un perfecto desconocido para lavar una cantidad que supera, con mucho, el valor de varios de los actuales bancos del país?. Se trataría de una operación de ingeniería financiera de primer orden: ¿quién la haría con un personaje que se supone trabajaba con algunas sucursales bancarias y casas de cambio de la frontera?.
Pero además, nuestro compañero Carlos Marín no sólo desmontó toda la declaración sino que además partió de su principal error: el general Cervantes tiene cuatro hijos, uno de ellos por cierto, un destacado investigador en este tipo de temas, pero no tiene ninguna hija: lisa y llanamente la historia no tiene ni pies ni cabeza e incluso como un cuento inventado por un testigo protegido está mal construida. Queda claro que al general Cervantes aún hay quienes no le perdonan la detención de Gutiérrez Rebollo ni las 142 toneladas de cocaína y cinco mil toneladas de marihuana que durante los últimos años sus hombres han decomisado.
Evidentemente está de 60 minutos, es una pieza más de esta guerra de desinformación que se ha convertido ya, en un capítulo imprescindible para comprender cómo se mueve y el poderío real con el que cuentan los principales grupos del crimen organizado. Por cierto, ojalá la defensa de Cervantes sea tan firme como la que se presentó en casos mucho más controvertidos que involucran a otros funcionarios. Aunque del otro lado de la frontera algunos se enojen.
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Me escribe Arturo Martínez Nateras desde Acapulco diciéndome, como respuesta a mi asombro luego de la afiliación de su cercanísimo amigo, Evaristo Pérez Arreola al foxismo, que en su caso, tiene "el corazón rojo y del lado izquierdo" y que "ahí sigue". Dice Arturo Martínez Nateras que ha cometido aciertos y errores, pero que no cometerá el error de apoyar a Vicente Fox "por ningún motivo", y califica a Fox como el "máximo riesgo contra la soberanía nacional y la individual". Reconoce su cercana amistad con el ex dirigente del STUNAM y dice que comprende "su reacción ante el acoso sectario, excluyente, difamador de las bandas que crucifican al PRD", pero que no comparte su decisión. En su caso, dice Arturo Martínez Nateras, este hombre que fue militante y dirigente del PCM, del PSUM, del PSM, no hay sorpresas. Y por el bien de una mínima congruencia, agregamos nosotros, de los hombres con sus historias qué bueno que así sea.