Desinformación y redes de protección
Columna JFM

Desinformación y redes de protección

?- Como hombres, ¿lo tienen vivo o muerto?.
Sí, está vivo.
Entonces, como hombres, ¿cuánto para que lo entreguen, como se encuentre??.
Era el dos de mayo en la madrugada y esa era la plática que sostenía uno de los militares encargados de la detención de Ismael Higuera, alias El Mayel, principal operador en libertad de los Arellano Félix, con una persona no identificada pero que suponían que era uno de los célebres hermanos, por el teléfono celular que le acababan de encontrar al detenido.


"- Como hombres, ¿lo tienen vivo o muerto?.
Sí, está vivo.
Entonces, como hombres, ¿cuánto para que lo entreguen, como se encuentre?".
Era el dos de mayo en la madrugada y esa era la plática que sostenía uno de los militares encargados de la detención de Ismael Higuera, alias El Mayel, principal operador en libertad de los Arellano Félix, con una persona no identificada pero que suponían que era uno de los célebres hermanos, por el teléfono celular que le acababan de encontrar al detenido.
La operación hacia apenas unos minutos que había concluido y, como adelantamos entonces y confirma ahora con lujo de detalles, en su edición de esta semana, el semanario Zeta, había sido realizada exclusivamente por fuerzas militares y grupos de élite, sin advertirle a las policías o delegaciones de organismos de seguridad asentados en el estado. E incluso así, a los pocos minutos de la detención de El Mayel, la información ya había trascendido.
Una semanas antes, el propio Higuera había impulsado una operación que las autoridades calificaron como de desinformación, en la guerra que en el terreno de la inteligencia y la información está desarrollando ese cártel con las autoridades federales. Se había divulgado ampliamente que Higuera había sido detenido en Mazatlán: los medios se hicieron eco de la información y, por algunas horas las autoridades se mostraron confundidas al respecto. Incluso, unos días después, una autoridad militar aceptó que, en efecto, El Mayel había sido detenido en Mazatlán "pero que no sabía dónde estaba ahora". Conociendo el desenlace posterior de la historia, cabe suponer que esa declaración fue una respuesta a la guerra de información: la tesis era darles información confusa a los propios miembros del cártel de los Arellano Félix, cuando, en realidad, esos mismos mandos militares ya tenían la información que les permitiría llegar, días después, al más violento de los operadores de los Arellano Félix.
La información ahora disponible parece hacer coincidir la detención de este hombre, con la anterior de Jesús Chuy Labra, éste sí el principal operador del cártel de Tijuana. Y según Zeta, además la pista la dio, entre otras informaciones, la llegada as Ensenada de las dos mujeres colombianas que fueron detenidas en la finca de esa ciudad junto con El Mayel. Pero también, coinciden diferentes fuentes con que, de la misma manera que ocurría con Labra en Tijuana, todo mundo sabía quién era Higuera y dónde residía en Ensenada. Lo que sucedía es que ambos tenían una fuerte red de protección de autoridades locales que se movilizaba cada vez que se intentaba una operación en su contra. Por eso, tanto Labra como Higuera fueron detenidos en acciones secretas, encubiertas, en las que no tuvieron participación ni información las autoridades y policías locales.
Higuera fue detenido cuando se logró perforar, con sigilo, esa red local de protección, como antes había ocurrido con Labra. Si se produjeron algunos disparos al momento de detener a Higuera fue porque éste en ese momento se encontraba alcoholizado, tomó una pistola y disparó inútilmente contra sus captores. Pero la llamada que relatamos demuestra lo estrecho de los márgenes en los que se deben realizar este tipo de operaciones y el grado de información y protección que tienen este tipo de organizaciones criminales entre los sectores locales de poder.
Y muestra, también, como funciona el paradigma de plata o plomo que el propio Higuera manejaba, según las fuentes oficiales, con maestría. Un "argumento" para tratar de liberar o preservar la integridad de El mayel fue la citada llamada al momento casi de su captura. Horas después, cuando el conocido narcotraficante ya había sido trasladado a la ciudad de México, presumiblemente al campo militar número uno, pero unas horas antes de que hubiera sido reconocida oficialmente su detención, se produjo ese extraño (en este contexto no tanto) atentado contra la residencia oficial de Los Pinos, cuando desde un automóvil stratus negro, una persona hizo siete disparos contra la puerta número uno de la residencia presidencial a las 8 y media de la noche. La advertencia, aparentemente, estaba planteada: primero se intentó con la plata, luego con el plomo.
Ahora, aparentemente, nos encontramos con una operación de desinformación que recuerda aquella protagonizada por El mayel. Lo cierto es que en la noche del lunes, murió una persona en una accidente automovilístico en Tijuana y resultó que esa persona, al ser revisada su documentación se llamaba, nada menos, que Ramón Arellano Félix. Inmediatamente, desde las autoridades locales, se comenzó a divulgar que el capo del cártel de Tijuana había muerto. Interrogadas en la mañana del martes autoridades federales, aseguraron que efectivamente ese accidente se había producido y que el muerto sí se llamaba Ramón Arellano Félix, pero que era un "homónimo" del célebre narcotraficante.
Las sospechas resultan evidentes. Si Ramón Arellano hubiera realmente muerto, esa sería una noticia que no tendrían porqué ocultar las autoridades federales ni las de Estados Unidos, profundamente involucradas, por lo menos en el área que coordina el general Barry Mc Caffrey, con la detención de los Arellano. Para éstos, el parecer muertos para quitarle presión a la búsqueda de la que son objeto, no es una mala idea. No descartamos que pudiera haber un homónimo de Ramón Arellano Félix en Tijuana, pero la verdad es que resultaría por lo menos extraño y la vida de ese hombre, si existió en realidad, debe haber sido un infierno portando el mismo nombre que el conocido narcotraficante nada menos que en Tijuana.
Por eso, no se descarta que se haya tratado de una operación de desinformación, donde a alguna víctima se le hayan colocado documentos falsos con esa identidad para tratar de desconcertar, con su hipotética muerte, las investigaciones oficiales que, después de la caída de Labra e Higuera, tienen a los Arellano Félix más cerca que nunca de ser detenidos, según la versión de las mismas autoridades.
No habría que descartarlo porque la red de protección de estos hombres en todo ese estado es mucho más profunda de lo que se cree. No sólo hay que tener en cuenta las autoridades, los policías, los encargados de áreas de seguridad localizados en esa región, sino a grupos sociales, políticos y económicos, de poder real que de una u otra forma los han encubierto o, por lo menos, mirado para otro lado. ¿Qué mejor demostración de ello que el sacerdote, responsable del seminario del Río, que falsificó y adulteró los libros de bautizos de su parroquia para darle a los hermanos una coartada que demostrara que al momento de la muerte, nada menos que del cardenal Juan José Posadas Ocampo, ambos estaban en un bautizo en Tijuana , fungiendo Ramón nada menos que como padrino del niño y no en el tiroteo de Guadalajara?. Se trató del mismo sacerdote que, meses después, llevó a los Arellano Félix a la nunciatura apostólica para que se entrevistaran, en dos oportunidades, en diciembre de 1993 y enero de 1994, con Girolamo Prigione, ocasiones en las cuales el gobierno federal, avisado previamente, decidió no detenerlos "para que no hubiera violencia". Por cierto, ese sacerdote jamás ha sido detenido, ni siquiera interrogado por las autoridades, vive en convento de California protegido, a pesar de todo, por los propios hombres de la Iglesia. Hasta ahí y aún más allá, llegaba, llega, la red de protección de estos grupos. ¿Por qué entonces asombrarse?.

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