Desinformación, presupuestos, recompensas y narcos
Columna JFM

Desinformación, presupuestos, recompensas y narcos

Uno de los elementos que deben ser tomados siempre en cuenta cuando se habla de la lucha contra el narcotráfico, son las tácticas de desinformación que suelen utilizar para dificultar las investigaciones en su contra, incluso su mera persecución. La desinformación es una estrategia de los narcotraficantes, pero a veces pareciera que las autoridades terminan siendo parte, de una u otra forma y hasta voluntariamente, de la propia estrategia desinformadora.

Uno de los elementos que deben ser tomados siempre en cuenta cuando se habla de la lucha contra el narcotráfico, son las tácticas de desinformación que suelen utilizar para dificultar las investigaciones en su contra, incluso su mera persecución. La desinformación es una estrategia de los narcotraficantes, pero a veces pareciera que las autoridades terminan siendo parte, de una u otra forma y hasta voluntariamente, de la propia estrategia desinformadora.
Mire usted, la semana pasada, el fiscal antidrogas de la PGR, Mariano Herrán Salvatti, un hombre que ha sabido cumplir con dignidad su función con las obvias limitaciones del caso, hizo una declaración desconcertante: adelantó que existe, como todos suponemos, una extensa e intrincada red de protección oficial local en torno a los Arellano Félix que impide en muchas ocasiones operar en su contra. Pero inmediatamente después, Mariano dice que no hay ninguna investigación en curso contra ningún funcionario en Baja California. ¿Quiénes conforman, entonces, la red de protección de los Arellano Félix en ese estado?. Alguna de las dos aseveraciones es falsa.
Las autoridades estadunidenses, mientras tanto, han llenado de anuncios la garita de Tijuana-San Isidro, ofreciendo una recompensa de 2 millones de dólares a quien dé cualquier información que lleve a la detención de Benjamín y Ramón Arellano Félix (en realidad se trata de dos millones por cada uno de ellos). No deja de ser extraño que esos anuncios se coloquen en ese paso fronterizo, del lado mexicano, cuando se ha hablado en múltiples oportunidades que los hermanos Arellano Félix viven, o suelen pasar largos periodos de tiempo, en los barrios residenciales de San Diego. Todo ello con el anuncio oficial, apenas el 11 de mayo pasado, del inicio del sumario contra ambos líderes del cártel de Tijuana, proceso que encabezan Gregory Vega, procurador de distrito de California, Errol Chávez, agente especial a cargo del caso por la DEA y William Gore, agente especial a cargo del caso por el FBI en San Diego.
Este sumario establece una recompensa de dos millones de dólares que otorga el departamento de Estado, para la información que lleve al arresto de los hermanos Arellano Félix, pero también de sus "co-conspiradores" Ismael Higuera (El Mayel, recientemente detenido en Ensenada), su hermano Gilberto Higuera Guerrero, Arturo Paéz Martínez (¿no se trata de el Kitty Paéz, el jefe de los narcojuniors, detenido desde hace por lo menos dos años?) y de David Barrón Corona, el hombre que encabezó el atentado contra el periodista Jesús Blancornelas y que murió en el mismo, cuando uno de sus propios compañeros, por error, le disparó.
Los cargos de los que se habla en este sumario contra los Arellano Félix son varios: se destaca el hecho de que el 18 de mayo de 1993 hayan viajado con varios pistoleros del barrio de Logans, en las afueras de San Diego a la ciudad de Guadalajara para matar, días después, el 24 de mayo, al cardenal Juan José Posadas Ocampo. Se los acusa, obviamente, de traficar con drogas, asesinar y secuestrar enemigos y de arreglar con fuentes colombianas el suministro, a través de puertos mexicanos, de drogas para su transporte y distribución en Estados Unidos.
Luego de celebrar las últimas detenciones logradas por la PGR, que permitieron la caída de Jesús Chuy Labra e Ismael Higuera, El Mayel, el documento sostiene, según la exposición del agente de la DEA, Errol J. Chávez, que "durante años los hermanos Arellano Félix han disfrutado del anonimato en Estados Unidos, por lo que es necesario lograr una máxima exposición, extensión, de los cargos y más importante aún, de los casos de Benjamín y Ramón Arellano Félix". No deja de ser extraño que se reconozca que los Arellano han "disfrutado del anonimato en Estados Unidos", o sea que por lo menos han vivido allí (¿de qué otra forma sino disfrutar del anonimato?), pero al mismo tiempo, en declaraciones oficiales, de esta misma semana, agentes oficiales de ese país, sostenga que no existen indicios de que los Arellano hayan residido en Estados Unidos y que los anuncios ofreciendo la recompensa se coloquen del lado mexicano de la frontera.
Hay contradicciones mayores. El 16 de mayo pasado, por ejemplo, William Ledwith, jefe de la oficina de operaciones internacionales de la DEA, se presentó ante el subcomité de supervisión de justicia criminal del senado de Estados Unidos. Allí el señor Ledwith disertó sobre las amenazas a los agentes federales de la DEA. Y dijo que sus nueve mil miembros tienen una ocupación extremadamente peligrosa "porque se han convertido en el mayor bloque de resistencia contra los narcotraficantes y por lo tanto, se han convertido en los objetivos de su violencia criminal y crueldad" (algo que otras agencias estadunidenses, como el FBI o la CIA pondrían en entredicho, pero ese no es el objetivo de este análisis). El funcionario, continuó diciendo que "en ningún lugar se ha vuelto más preocupante la situación de esos agentes que a lo largo de la frontera sur y en México, en las manos de las organizaciones mexicanas del narcotráfico".
Continúa diciendo el documento que presentó ese alto funcionario de la DEA al subcomité senatorial, que "las organizaciones mexicanas son la mayor amenaza para las agencias judiciales de Estados Unidos. Durante años, continúa, los hemos observado y ahora tenemos una clara visión de cómo estos lores de la droga dirigen la venta de drogas dentro de Estados Unidos, como obtienen miles de millones de dólares en ganancias y cómo arreglan el asesinato de testigos en México y Estados Unidos". Asegura el documento que tienen identificados a los narcotraficantes y a la estructura del narcotráfico en México e inmediatamente después se pregunta porqué entonces estos hombres han logrado evadir su arresto y asegura que "la principal razón es atribuible a su habilidad para intimidar testigos, asesinar funcionarios y su habilidad para corromper a muchas de las agencias judiciales en México, con frecuencia a nivel de sus direcciones".
Para documentar la persecución de que son objeto los agentes de la DEA en México, el expositor regresa al caso Camarena en 1985. Luego de exponer dos casos (uno de 1994 y el otro de 1998), de narcotraficantes mexicanos que asesinaron en Estados Unidos a agentes de la DEA y huyeron a su país de origen, dice que durante el año pasado la violencia en la frontera contra sus agentes se ha incrementado. Pero comienza a señalar como las víctimas a agentes mexicanos, como Alfredo de la Torre e incluso a Cuauhtémoc Herrera Suástegui, el ex subdirector de la unidad de lucha contra el crimen organizado que fue objeto de un atentado el 23 de marzo pasado, pero, del cual, la propia DEA asegura que es un hombre ligado al narcotráfico.
Pero finalmente el documento va al eje de sus preocupaciones y éstas son las "recientes amenazas y ataques contra personal gubernamental norteamericano". Señala los hechos de noviembre pasado, cuando supuestamente dos agentes de la DEA fueron emboscados en Matamoros por un grupo de 15 narcotraficantes para impedir que siguieran realizando una investigación (señala el documento que "mostrando su control sobre una situación explosiva y mortal, los dos fueron capaces de negociar su salida y regresar a la seguridad en Estados Unidos") y continúa diciendo que en enero pasado, el FBI le advirtió a la DEA que la organización de Amado Carrillo ofrecía 200 mil dólares para cualquiera que matara un agente judicial estadunidense en su país o en México. Dice que la amenaza se reiteró en febrero. No deja de llamar la atención que, pese a lo cuantioso de la recompensa ofrecida por los narcotraficantes, no se hubiera producido, por lo menos el documento no lo señala, un solo atentado o intento de, contra agentes antidrogas estadunidenses, ni dentro ni fuera de su territorio.
El documento concluye diciendo que la DEA está "extremadamente preocupada respecto a la habilidad del gobierno mexicano para responder efectivamente a estos incidentes de una manera precisa". Además, agrega, de que "casi en cada incidente han estado involucrados funcionarios policiales mexicanos que han actuado como los brazos ejecutores de los narcotraficantes". En el último párrafo, el señor Ledwith dice, sin embargo, que se encuentran esperanzados por los recientes arrestos de miembros clave del cártel de Amado Carrillo…aunque, que se sepa, todos los recientes arrestos han sido de miembros del cártel de los Arellano Félix.
Sin duda en todo esto hay elementos de verdad, mezclados con groseras tergiversaciones y algunas fantasías. Pero lo grave es la cantidad de contradicciones, de verdades a medias que suelen manejar en estos temas ya no sólo las autoridades mexicanas, sino también las estadunidenses. En algunos casos, como en la comparecencia del señor Ledwith, porque lo que está en juego es, sobre todo, el reaprovisionamiento presupuestal, recursos que están siendo muy disputados por agencias rivales dentro de los propios Estados Unidos, batalla que todo indica que, insistimos, están ganando el FBI y la CIA en contra de la propia DEA.
¿Quién gana la batalla de la desinformación?-
e mail: mailto:razones@webtelmex.net.mx
razones@webtelmex.net.mx

PD: para mi sorpresa el lunes pasado me habló por telefóno Raúl Salinas de Gortari, que como usted sabe, está detenido en el reclusorio llamado de Almoloyita, en el estado de México. El interés de Raúl Salinas era sólo uno: enfatizar que no tuvo ni tiene ninguna relación con el ex comandante de la policía judicial federal, actual testigo protegido de la DEA en Estados Unidos (y según fuentes locales antinarcóticos un todavía activo narcotraficante del otro lado de la frontera), Guillermo González Calderoni, de quien dijimos en este espacio que había trabajo o tenido relación con el propio Raúl Salinas, como se publicó en diversas oportunidades. Dice Raúl Salinas que no es verdad, que jamás conoció a González Calderoni. Tiene todo el derecho de exponer su opinión.

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