Nada para nadie. Así podría definirse el escenario electoral después del debate del viernes. Porque a la pregunta de si cambiaron las tendencias electorales por el famoso debate, habría que contestar que no. No cambiaron porque cada uno de los candidatos, Francisco Labastida, Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas, salió a jugar su papel en esa puesta en escena y por encima de aciertos (pocos) y errores (que pasaron bastante desapercibidos), los tres cumplieron con lo que querían, con lo que buscaban: Labastida, sabiendo que no podía ganar buscó no perder ostensiblemente; Fox trató de recuperarse del martes trágico, y en buena medida lo logró; Cárdenas tenía como fin mantener su reposicionamiento y ahí está. Cada uno jugó su papel y cumplió con lo que se esperaba: no hubo sorpresas y sin ellas no hay porqué modificar las tendencias electorales.
Es verdad, también, que cometió dos errores graves: primero, poner en la mesa, asumir los insultos que le endilgó en su momento Vicente Fox, lo que le permitió a éste darle una respuesta que resultó muy atractiva para el público ("a mi se me podrá quitar lo majadero pero a usted no se les va quitar lo mañosos", frase que según nos dijo Diego Fernández de Cevallos le envió a Fox, la esposa de Diego, Claudia) y distraer el centro de atención de la argumentación del propio Labastida; y segundo, no responder a los recurrentes comentarios del propio Fox, tanto el día del debate como los posteriores, respecto a que es él, Fox, quien está arriba en las encuestas.
Pero ambos errores, también es verdad formaron parte más que de la crónica del debate, de la historia de ese postdebate que, sin duda, perdió Labastida y que encendió las luces rojas en su entorno. Las encuestas que se dieron a conocer inmediatamente después del encuentro del martes sí fueron sesgadas, los sectores más populares no tienen siempre teléfono para consultarlos por los resultados del debate, pero son reales e incluso agregándole a sus resultados un índice de corrección severo, demuestran que la gente no vio ganar a Labastida. Es más, entre los pasivos de ese post debate debe agregarse el intento de difusión de encuestas y estudios con muy poca credibilidad que, al compararlos con los demás, reforzaron la certidumbre de que el ganador había sido Fox.
Los días posteriores fueron muy difíciles para Labastida: en la misma noche del martes, los tiempos y los espacios no supieron ser aprovechados por su equipo; el miércoles lo llevaron a un acto en el Toreo, en Naucalpan, que dejó al candidato con problemas en la garganta, una afección que literalmente calló a Labastida, pero que sirvió, también para que se profundizaran los errores en la estrategia de comunicación.
¿Cómo ha afectado todo esto las intenciones de voto?. Lo cierto es que aún no lo sabemos. Habrá que esperar esta misma semana los resultados de las encuestas serias de los principales medios e instituciones para saber qué ocurrió entre el electorado con el debate, en qué medida éste fue atendido y si modificó seriamente las intenciones de voto. Fox asegura que el debate, según sus propios estudios, le sumó a su causa por lo menos tres puntos. Los priístas dicen que mantienen su ventaja pero ello no les impidió tomar medidas de verdadera emergencia.
La principal consecuencia pública de ese replanteamiento es que en el PRI se olvidaron de jugar con lo viejo y con lo nuevo, de calificar en uno u otro estamento a sus militantes y grupos y se lanzaron a realizar todos los amarres posibles con todos los grupos partidarios que habían quedado fuera de la estructura de la campaña y de las candidturas anunciadas con anterioridad. Por lo pronto, Labastida se reunió con el paradigma de las tradiciones priístas: con todos los exgobernadores del estado de México, el grupo Atlacomulco en pleno, incluyendo, en forma más que destacada a Carlos Hank González: aquellas frases pronunciadas inmediatamente después de la interna priísta de que no se necesitaba la ayuda del hankismo quedó atrás. Y después, para confirmar ese acercamiento, Labastida fue a Villahermosa, donde junto con Roberto Madrazo le dio pleno apoyo al candidato a gobernador Manuel Andrade. Un encuentro no puede entenderse sin el otro y ambos buscaron cauterizar heridas que hubieran podido provocar un profundo alejamiento del madracismo con el labastidismo, mismo que, en estos momentos, el ex gobernador de Sinaloa no puede darse el lujo de propiciar.
La otra consecuencia inmediata estuvo en las listas de candidatos a diputados plurinominales. El jueves el periódico La República, órgano oficial del PRI, había dado a conocer la lista extraoficial de quienes ocuparían esas posiciones. Según las mismas, Esteban Moctezuma, el secretario general y coordinador de la campaña, las encabezaba y se incluía en ella a varios de sus más cercanos colaboradores, como Fernando Solís Cámara, Luis Maldonado y Luis Farías. Estaba el senador y presidente de la fundación Colosio, Oscar López Velarde. También había colosistas desplazados como José Luis Soberanes, Samuel Palma, Guillermo Hopkins y María Esther Sherman. Se incluía entre los primeros puestos de esa lista a algunos jóvenes muy cercanos al anterior presidente del partido, José Antonio González Fernández, que continúan trabajando con Dulce María Sauri, como Sabino Bastidas y Francisco Guerrero.
Pero algo ocurrió porque entre el viernes y el domingo, todos ellos, que podrían identificarse con el promocionado "nuevo PRI" desaparecieron de las listas, incluyendo al propio Moctezuma al que se daba como virtual líder de los diputados, y sus posiciones fueron ocupadas, todas, por representantes de grupos antiguos y poderosos del priísmo más tradicional, que en la mayoría de los casos podrán calificarse como viejos y que, en muchos casos, amenazaban con romper o por lo menos no respaldar al candidato priísta por haber sido marginados de la campaña.
Así, entre quienes quedaron en la primera circunscripción está, en primer lugar, el abogado y senador Salvador Rocha Díaz (cercanísimo a Manuel Bartlett), de los colosistas mencionados el jueves sólo quedó Hopkins y allí se incluyó también a Jaime Martínez Veloz que había quedado fuera de la fórmula para senadores de Baja California. En esa misma circunscripción esta Roberto Zavala, primer subsecretario de seguridad pública de Labastida en la SG y un viejo colaborador de las época de Sinaloa. La lista de la segunda circunscripción la encabeza Fernando Ortiz Arana, segundo quedó el principal operador electoral de Labastida, Manuel El Meme Garza González, y allí mismo, en los primeros lugares, tenemos a dos exponentes del más viejo priísmo: el ex gobernador José Ramírez Gamero y Augusto Gómez Villanueva. Otro de los muy viejos priístas encabeza la tercera circunscripción: Rafael Rodríguez Barrera, y allí están también Gustavo Carvajal Moreno y Federico Granja Ricalde. En esa circunscripción hay otros enlistados que llaman la atención: en el sexto lugar está César Augusto Santiago, quien se había retirado de la contienda interna en Chiapas denunciando la inequidad del proceso, propiciada por la gente de Roberto Albores Guillén (y llama la atención que de esa forma regresan a la cámara de diputados, tres de los hombres que tuvieron su manejo hace dos legislaturas: César Augusto, Ortiz Arana y Amador Rodríguez Lozano). Es de llamar la atención, también, que haya en esa circunscripción dos tabasqueños antimadracistas: Humberto Mayans Canabal y Luis Priego Ortiz, mientras que también se encuentran dos oaxaqueños que están muy alejados del gobernador Murat: José Antonio Hernández Fraguas y María de las Nieves García Fernández.
En la cuarta circunscripción, la del DF, está Beatriz Paredes y allí destacan dos hijos prominentes: Mari Cruz Montelongo Gordillo, hija de Elba Esther Gordillo y una de las mayores sorpresas: Enrique de la Madrid Cordero, hijo del ex presidente Miguel de la Madrid, en su primera aparición partidaria. Finalmente en la misma lista le cumplieron al ex subsecretario Tomás Ruiz e incluso hubo lugar para la raulsalinista, Antorcha Campesina, con Aquiles Córdova Morán y hasta, por enésima ocasión, para Hilda Anderson. Finalmente en la quinta circunscripción aparece en el primer lugar Laura Pavón y en el décimo lugar, Manuel Añorve, ex alcalde de Acapulco, cuyo grupo había sido radicalmente desplazado de las listas anteriores. El objetivo es claro: amarrar junto a Labastida, al aparato priísta, evitar dispersiones y rupturas internas. A ver si ahora sí.