Tanto Cuauhtémoc Cárdenas como Vicente Fox cerraron en la ciudad de México sus campañas electorales con actos multitudinarios en el Zócalo capitalino. Hubo fuerza, hubo emoción, hubo, en ambos casos, asistentes convencidos de sus propias apuestas. Si se requiriera una prueba de porqué Fox puede ganar el domingo, ahí está lo visto el sábado en el Zócalo. Pero si queremos una prueba de porqué Cuauhtémoc Cárdenas no puede abandonar, como quisieran algunos de los dirigentes del foxismo, la candidatura presidencial, esos hombres y mujeres que llenaron el Zócalo son una respuesta: para muchos la alternativa que representa Cárdenas está viva, y tanto lo está que muy probablemente se quedará con el gobierno en la capital de la república y se convertirá el cardenismo (junto, aunque en mucho menor medida, con Democracia Social) en la fuerza que servirá de gozne para articular, gane quien gane la elección, una mayoría que le otorgué gobernabilidad al futuro gobierno.
Pareciera que en Morelos, por su cercanía con el Distrito Federal se están contagiando de algunos vicios políticos netamente capitalinos. Y si en el DF, el PAN y el PRI han impugnado al candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, argumentando que no cumple con los requisitos de residencia mínimos para ser candidato a la jefatura de gobierno (para los no nacidos en el DF, se exigen cinco años de residencia previos a la elección), mientras que el PRD sostiene que Jesús Silva Herzog en realidad no se apellida así sino Silva Flores, por lo que también impugna su candidatura, en Morelos están en un proceso similar pero mucho más barroco.
El centro del debate está en que el panismo, basándose en documentos que, en realidad aparecieron originalmente durante la elección interna del PRI para designar candidato en el estado (de la misma forma que el tema de la residencia de López Obrador no salió del PAN o el PRI sino de las propias filas perredistas, con las impugnaciones de Pablo Gómez y Demetrio Sodi), sostiene que el abanderado priísta, Juan Salgado Brito no nació en Morelos sino en Guerrero. Para apoyar sus dichos, el panismo morelense muestra tres actas de nacimientos diferentes de Salgado Brito: una, que es la que el ex delegado de la Sedesol en el estado acepta como auténtica y que ha utilizado en toda su trayectoria profesional, lo tiene registrado en Tlaltizapan, Morelos. Una segunda, sostiene que nació en Cuernavaca y una tercera en el poblado guerrerense de Acapetlahuaya, en la que se dice que nació en Zacatlancillo, Guerrero. Las tres actas coinciden en todos los demás datos: que nació el 29 de febrero del año 1948 y que sus padres son don Juan Salgado Vázquez y Angelina Brito Sotelo.
El PAN cuyo candidato Sergio Estrada Cajigal fue alcalde de Cuernavaca y que está muy alto en las preferencias locales, asegura que con base en esas tres actas, de las que asegura tener originales, impugnará la candidatura de Salgado Brito para las elecciones que se realizarán el mismo 2 de julio de los comicios federales. Lo cierto es que todo parece ser un enredo muy difícil de dilucidar. La primera de las actas, en el tiempo, es la de Acapetlahuaya, Guerrero, en la cual Salgado Brito habría sido registrado por sus padres el 27 de marzo de 1948, un mes después de su nacimiento, que según el acta se produjo en otro poblado guerrerense, Zacatlancillo. En ella, constan dos testigos, Faustino Salgado y Silviano Melquiades. Pero Salgado Brito asegura que esa acta fue falsificada y adjuntada posteriormente al libro local del registro civil. Afirma que cada libro tiene 200 fojas y que esta fue cosida posteriormente al mismo y que por eso aparece como la foja 207. Agrega que, en el tomo que se resguarda en el registro civil del estado, esa acta no aparece…el problema es que, aparentemente, tampoco aparece el libro que se perdió hace años en la burocracia de Chilpancingo.
La otra acta de Cuernavaca, no queda claro ni cuando se presentó y para qué se pidió. Lo cierto es que dice que Salgado Brito fue registrado allí el 13 de diciembre de 1961, cuando el ahora candidato tendría 13 años. La copia de autentificación más reciente -expedida el 17 de abril pasado- está respaldada por la firma de María Guadalupe Ramírez Bárcenas, que es nada más y nada menos que la directora del registro civil del estado de Morelos.
El acta que Salgado Brito asegura que es la buena, es una de la que nos ha enviado copia del original, y fue expedida en el municipio de Tlaltizapan, Morelos, el 10 de agosto de 1966, o sea cuando el ahora candidato a gobernador tenía ya 18 años y medio. Allí se puede leer que ese día a las 13 horas compareció la señora Angelina Brito Sotelo, originaria de Zacatlancillo, Guerrero y vecina de la ciudad de Cuernavaca y que afirmaba que estando radicada anteriormente en Temimilcingo, Morelos, en el mismo municipio de Tlaltizapan, el 29 de febrero del 48, tuvo un hijo, al que presenta "ya como adulto" de nombre Juan Salgado Brito, hijo de la propia señora Angelina y de Juan Salgado Vázquez, originario de Teloloapan, Guerrero y de ocupación agente de la policía Judicial. Presenta dos testigos, Serafín y Honorario Pastrana, vecinos de esa localidad. El acta está firmada por el presidente municipal, por la madre de Juan Salgado y por el ahora candidato, entonces un joven de 18 años.
Para reafirmar su argumento, Salgado Brito envía la fe de bautizo, librada por la parroquia de San Miguel Arcángel, del mismo municipio de Tlaltizapan, Morelos, por los presbíteros Jesús Mariaca Galván y J. Trinidad Sánchez. El acta de bautizo está expedida el 15 de agosto de 1948 y dice que ese día fue bautizado un niño de nombre Juan Salgado Brito, nacido el 29 de febrero de 1948 en Temimilcingo, Morelos, cuyos padrinos son Gabino Neri y Petra González.
Ahora bien, el PAN debe tener un arma adicional porque Estrada Cajigal insiste en preguntarle a Salgado Brito con qué acta de nacimiento se registró en la escuela primaria, secundaria y preparatoria, porque, evidentemente, con la expedida en Tlaltizapan no lo pudo hacer porque allí se registró cuando Salgado tenía ya 18 años.
Pero aquí no concluye la historia, porque el PRI estaría pensando impugnar a Sergio Estrada Cajigal, argumentando que ese (Estrada Cajigal) es el apellido de su padre, un reconocido político priísta local, que durante varios años fue un cercano colaborador del propio Juan Salgado Brito en el gobierno del municipio de Cuernavaca.
En realidad, en otras circunstancias, muchas de esta confusiones podrían ser comprensibles y hasta explicables. El registro civil dista de ser una institución eficiente y organizada, más aún hace 50 años y menos aún en la mayoría de los pueblos y municipios de los estados de la república. Salgado Brito, independientemente de donde haya nacido, no sería ni el primero ni el último de los mexicanos que en su infancia ha sido registrado más de una vez: desconocerlo sería querer ignorar una realidad que es extraña sólo para quienes no conocen la dinámica en la que viven y han vivido sobre todo los sectores populares, campesinos, de buena parte del país, de los que es originario Salgado Brito. El problema se presenta porque el entonces gobernador Antonio Rivapalacio, para eliminar algunos de los políticos que luchaban por la sucesión, decidió una reforma constitucional en el estado, donde la residencia no es tomada en cuenta en términos de elegibilidad y se exige el haber nacido en el estado para ser gobernador. Ello ya dejó fuera de la candidatura perredista, por ejemplo, a Graco Ramírez, o antes, cuando se buscaba al sustituto de Jorge Carrillo Olea, a Samuel Palma César que pese a ser de una destacada familia morelense y de haber crecido en esa entidad, nació en un hospital del DF.
Nadie duda que toda la carrera de Salgado Brito se ha realizado en Morelos y quizás se trate, simplemente, de una trampa legal como él dice, pero puede ser suficiente como para ponerlo en muchos problemas: por lo menos para obligarlo, durante lo que resta de campaña, a estar explicando una situación compleja y que genera, sobre todo en los sectores urbanos, inevitables sospechas.
Archivos recuperados
Mal momento de Francisco Labastida Ochoa para haber resultado afectado de las cuerdas vocales, para haber perdido la voz, sobre todo cuando pareciera que esa afección es selectiva, le da en unos momentos y se le quita en otros. Ni modo.