Las elecciones en Chiapas estarán marcadas por la polarización, la falta de propuestas de los distintos candidatos y donde todo se ha concentrado en dejar o sacar al PRI del gobierno. Desde hace tiempo existe una paz armada con el EZLN, lo cierto es que esos enfrentamientos se han pulverizado en la zona de los Altos, las Cañadas, y la región norte donde las comunidades están armadas y divididas por razones políticas, religiosas y económicas. En este contexto, se ha producido en Chiapas un incremento del tráfico de drogas, de armas y de indocumentados. Dulce María Sauri se reunió con gobernadores priístas en Toluca y decidieron apoyar la campaña de Sami David. Roberto Madrazo, José Murat, y Juan Millán, los que encabezan la oposición interna en el priísmo, no participaron en ese encuentro..
Dentro de una semana habrá elecciones en Chiapas, unos comicios marcados por la polarización, la falta de propuestas de los distintos candidatos para sacar realmente al estado de la crisis en la que vive desde hace ya más de seis años y donde todo se ha concentrado en dejar o sacar al PRI del gobierno.
La crisis institucional en el estado es comprensible: en los últimos siete años, Chiapas ha tenido seis gobernadores, los vaivenes han sido muchos, se ha protagonizado un levantamiento armado e, independientemente de que desde hace tiempo existe una paz armada con el EZLN, lo cierto es que esos enfrentamientos se han pulverizado en la zona de los Altos, las Cañadas y la región norte donde las comunidades están armadas y divididas por razones, políticas, religiosas y económicas.
En ese contexto, se ha producido en Chiapas un incremento del tráfico de drogas, de armas y de indocumentados y una pérdida de gobernabilidad en varios de los ámbitos más delicados de la operación del estado. No pareciera que los dos candidatos, Sami David David, del PRI, y Pablo Salazar Mendiguchía, de la Alianza por Chiapas, donde se ha unido toda la oposición, estén demasiado atentos a buscar soluciones a éstos y muchos otros desafíos. Un ejemplo de ello es la propuesta que ya le fue llevada al presidente electo Vicente Fox y, en principio aceptada por éste, de regresar al ejército a las posiciones anteriores a febrero del 95, lo que implicaría que, como sucedió desde marzo de 1994 hasta esa fecha, quedaran desprotegidas amplias zonas del estado y, particularmente un importante tramo de la frontera con Guatemala que quedó sin control alguno. En ese periodo florecieron en esa zona el contrabando, el tráfico de drogas, indocumentados y armas, y desde entonces el fenómeno se ha recrudecido: en Guatemala, cerca de la frontera, se ha instalado el llamado cártel de Sayaxché, las armas inundan las comunidades chiapanecas, las rutas que cruzan con indocumentados están utilizando Chiapas para pasar hombres y mujeres centroamericanos y de otros países y trasladarlos desde allí a Estados Unidos. Si se impulsa, sin que existan fuerzas policiales idóneas, que el ejército regrese a sus posiciones anteriores del 95, se estará cometiendo un grave error que trasciende, en mucho, el enfrentamiento directo con los zapatistas que no es hoy, el mayor desafío de los chiapanecos.
En ese ambiente de polarización y de agresiones, Sami David fue agredido en Soyoló, la semana pasada; Pablo Salazar se encuentra entrampado en el debate sobre su título de abogado pero también advierte que se podrían anular los comicios; los candidatos hablan de agresiones, denuncian intervenciones externas pero ambos reciben gustosos las visitas y el apoyo de los gobernadores de sus respectivas fuerzas políticas y están haciendo más campaña en los medios del DF que en las comunidades chiapanecas. Si algo faltaba para hacer más explosivo este cóctel, está la disputa religiosa que se ha recrudecido artificialmente por el hecho de que Salazar Mandiguchía es de fe evangelista.
Los priístas están apostando mucho para no perder Chiapas. Después de los resultados del 2 de julio, perder Chiapas sumada a la muy posible pérdida en noviembre de Jalisco, los dejaría muy mal parados para asumir sus propios procesos internos. La verdad es que en estos comicios las cosas no dependen demasiado de lo que haga o pueda dejar de hacer el centro, pero sí sirven para ser utilizados a favor de uno u otro grupos en la disputa interna del partido tricolor. Hace algunas semanas, el delegado del PRI en Chiapas dijo, sin ruborizarse, que si se perdía la elección sería por responsabilidad de la presidencia de la república y de la secretaría de Gobernación; el fin de semana pasado, el gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, no sólo visitó el estado sino que incluso hizo campaña, mientras Sami David estaba hospitalizado. El miércoles se reunió Dulce María Sauri con los gobernadores priístas en Toluca, invitados por Arturo Montiel, y los gobernadores decidieron apoyar la campaña de Sami David, visitando ese estado, dijeron, los próximos fines de semana: que aprovechen para hacerlo en este sábado y domingo porque el siguiente es la elección.
No deja de ser significativo que los tres gobernadores que no participaron en ese encuentro hayan sido el propio Madrazo, José Murat, de Oaxaca, y Juan Millán, de Sinaloa, los tres que de alguna forma están encabezando la oposición interna en el priísmo. ¿Estarán los otros 18 en el cierre de campaña de Sami David? ¿le dirá algo la presencia de éstos u otros funcionarios o gobernadores a la ciudadanía?.
Lo cierto es que más allá del domingo 20, cuando se den las elecciones en Chiapas, el priísmo tendrá que operar para sacar buenos resultados en las elecciones de Tabasco en octubre (unos comicios de los que dependerán, por completo, las aspiraciones futuras de Madrazo), de Jalisco (donde las cosas se ven francamente difíciles para el priísmo) y habrá que estar muy atentos a las municipales de Veracruz, ese mismo mes, donde el panorama también se percibe difícil. Hace apenas una semana, el gobernador del estado del Golfo, Miguel Alemán Velasco, decía en una entrevista para Milenio Semanal, que mientras los gobernadores y los dirigentes del partido estaban preocupados por ver quién se quedaba con la dirección partidaria, los estados que tenían comicios habían quedado abandonados. En buena medida, la reunión del miércoles en Toluca habría tenido como objetivo establecer algún tipo de mecanismo para sobrellevar los procesos electorales hasta diciembre, lo que confirmaría, también, que hasta que termine el sexenio difícilmente habrá cambios en la dirigencia nacional priísta.
Regresando a Chiapas, un día después de encontrarse con los gobernadores priístas, Dulce María Sauri se reunió con la presidenta nacional del PRD, Amalia García. Dulce y Amalia, dos dirigentes con graves problemas internos pero que permanecerán varios meses aún al frente de sus respectivos partidos, dicen haber llegado a varios acuerdos específicos, pero también dijeron que habían acordado buscar que las elecciones en Chiapas se den en un clima de paz y civilidad. Ojalá así sea, porque la verdad, es que todo tiene aspecto de transitar en otro sentido. Y es que en Chiapas es mucho lo que está en juego, mucho más, incluso, que lo que implica ese estratégico estado para la Federación.
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Si las señales son leídas correctamente, habrá que concluir que el próximo secretario de Gobernación, por lo menos así lo interpretaron los anfitriones de Fox en Chile y Argentina, será Santiago Creel. Y otra señal muy fuerte en torno al futuro de la secretaría de Hacienda, es que haya sido Luis Derbéz el que visite Monterrey y ayer se haya reunido con los principales empresarios de la entidad para presentarles oficialmente la propuesta económica de Fox. No es ningún secreto que varios de estos hombres son los empresarios de mayor peso no sólo en esa entidad, sino en el país e incluso a nivel internacional. Muchos de ellos tienen interlocución directa con el propio Fox desde hace mucho tiempo: si Derbéz fue a presentarles las propuestas económicas del próximo gobierno, ello debe ser leído como que fue el propio Derbéz el que fue a presentarse con ellos, a comenzar a construir su propia interlocución.