En su primera visita internacional, el presidente estadunidense George W. Bush sostendrá un encuentro con el presidente Fox. Bush quiere enviar un mensaje muy sólido hacia dentro y hacia fuera de México, demostrar que es amigo delos mexicanos, que su relación con Vicente Fox es muy estrecha y que debemos esperar una etapa de intensa colaboración bilateral. El hombre que creó la imagen de Bush, que manejó sus medios y presencia pública durante su campaña, Mark McKinnon, estuvo el viernes en México. Para Mckinnon Bush no es ni un pragmático ni un junior sin ideas, sino un político de convicciones.
Dentro de una semana estará en el rancho San Cristóbal, propiedad de la familia Fox, en San Francisco del Rincón, en Guanajuato, el presidente estadunidense George W. Bush, en su primera visita internacional desde que es inquilino de la Casa Blanca. Para muchos, el encuentro que sostendrá con el presidente Fox encierra un enorme significado, una versión revisada y ampliada de aquel espíritu de Houston que permitió, entre otras cosas, que en poco más de tres años, Carlos Salinas de Gortari pudiera negociar con el padre del actual mandatario estadunidense, Goerge Bush Sr., un tratado de libre comercio y una legitimidad que, de otra forma, hubiera sido imposible de alcanzar.
Bush quiere enviar un mensaje muy sólido hacia dentro y hacia fuera de México con esta visita. Hacia nuestro país, quiere demostrar que es amigo de los mexicanos, que su relación con Vicente Fox es muy estrecha y que debemos esperar una etapa de intensa colaboración bilateral. Hacia fuera, mejor dicho hacia dentro de su país, hay dos mensajes fundamentales: ratificar la importancia que, como socio comercial y cada vez más político, tiene México para su administración; en el mismo sentido, es un mensaje para ese muy alto porcentaje de hispanos que viven en EU, sobre todo mexicanos, que el 7 de noviembre pasado no votaron por Bush sino por Al Gore. Y el nuevo presidente, debemos recordarlo, está trabajando, sobre todo, en armar consensos, en superar políticamente ese pecado original que marca su administración: el haber alcanzado la presidencia sin haber ganado el voto popular.
Pero el debate sobre Bush, sobre este hombre que visitará en unos días nuestro país, parece ser interminable: las versiones que corren sobre su verdadera personalidad, sobre el peso personal que tendrá en la toma de decisiones, sobre su experiencia administrativa y política van desde quienes lo conciben como un político pragmático y práctico (entre ellos buena parte de todos los gobernadores, panistas o priístas, de la zona fronteriza que lo han tratado con mucha asiduidad) hasta los que consideran que es simplemente un junior al que papá Bush le impuso una candidatura, le otorgó un aparato partidario con millones de dólares y le colocó un equipo de trabajo que se encargará de la labor pesada de gobernar. Nadie dice que Bush es un genio de la política, ni un hombre con una formación cultural muy sólida, pero algo debe tener porque logró (con la complicidad involuntaria de Gore) ganar una elección que todos creían, con la marcha que llevaba la economía estadunidense, perdida. Bush probablemente tampoco está en ninguno de esos dos extremos en los que se debate la opinión pública sobre su persona, pero sí deberíamos otorgarle un crédito porque sin duda, tiene un amplio olfato político, por lo menos para rodearse de colaboradores que ellos sí son, nos guste o no su definición ideológica, funcionarios con experiencia y eficacia.
Ello se reflejó, sobre todo, en su manejo de imagen en la campaña. Bush se cansó de equivocarse, se contradijo en muchas más ocasiones que Fox en la suya, mostró en algunos casos que la solidez cultural no es lo suyo, pero no se desdijo, mantuvo una lógica de campaña constante, aprovechó magníficamente bien los errores de su adversario, ganó, en la opinión popular (no de los expertos) los tres debates presidenciales y alcanzó la presidencia, maltrecho por todo el proceso poselectoral, pero con un margen de imagen, ante la gente, que le ha permitido transitar durante estas semanas al frente de la Casa Blanca sin mayores problemas.
El hombre que creó la imagen de Bush, que manejó sus medios y presencia pública durante su campaña, fue un joven de origen demócrata, Mark McKinnon, actual director de Public Strategies Media & Research División. Antes McKinnon había sido director de imagen de otras tres campañas ganadoras en Texas: la de Mark White, la de la demócrata Ann Richards y del propio Bush. No hace mucho, a fines de los 70, su actividad era otra: componía canciones country en Nashville para Kris Kristofferson.
McKinnon cuya empresa estaría haciendo labores de asesoría en imagen para la administración Fox, estuvo el viernes en México y con él pudimos hablar sobre cómo es y qué piensa realmente Bush. Y para su director de imagen, Bush no es ni un pragmático ni un junior sin ideas, sino un político de convicciones.
“A diferencia de muchos republicanos, asegura McKinnon, él cree que hay un papel para el gobierno, por eso se define como un conservador compasivo. No quiere destruir al gobierno y habló en su campaña de muchas cosas de las que también hablaron los demócratas como la educación y la inmigración. Bush también es un hombre muy humanitario. Cuando lo conocí por primera vez, me impactó mucho, no por el gran político que era y que es, si no por que es un gran ser humano: tiene alma, un buen corazón, es muy compasivo y el problema para los republicanos en Estados Unidos, por lo menos en la última década, es que se los consideraba como malvados, políticos a los que no le importaban las personas, y esa es una razón por las cuales George Bush es hoy presidente: porque los estadunidenses se dieron cuenta que no solamente los demócratas se preocupan por las personas. Bush redefinió la cara del partido republicano, como un partido que se preocupa por las personas”.
Pero cuando se habla de un “conservadurismo compasivo” no se puede evitar hacer gestos. De qué se habla, en qué medida la compasión es un rasgo humanitario y no político. Según McKinnon no hay contradicción en esos términos y pone ejemplos: “una de las iniciativas que propuso y ahora está llevando a cabo como Presidente es encontrar un papel para la Iglesia, las sinagogas y las mezquitas para que presten sus servicios religiosos y ayuden materialmente a los pobres y los desposeídos, una labor que los gobiernos no hacen bien. Durante muchos años se dijo en Estados Unidos ‘nosotros somos el gobierno, ustedes la Iglesia y no nos podemos ayudar’. Bush se propuso acabar con esto, sostuvo que “la gente que está en el gobierno no cumple muy bien esa tarea por que son burócratas, mientras que hay organizaciones que para eso sirven”. Como presidente, agrega McKinnon, Bush ha creado nuevos incentivos para esa ayuda, ha bajado los costos de los seguros para que puedan prestar esos servicios y también está facilitando las cosas para que la gente dé dinero a esas causas (deduciéndola de impuestos)” y concluye: “es un ejemplo de una persona compasiva y conservadora”.
Le pregunté a McKinnon porqué había ganado Bush. Esta semana el Washington Post aseguró que hubo una fuerte pelea entre Clinton y Gore para establecer quién fue el responsable de esa derrota, pero lo cierto es que Bush ganó cuando la economía estadunidense vivía su periodo de mayor auge desde la posguerra y ese era un mérito de los demócratas. Reconoce McKinnon que, en el papel, Gore debió haber ganado. Pero, agrega, “el gobernador Bush ganó por varias razones, primero pudo ser bueno, muy similar a lo que los demócratas y los independientes pensaban en la educación, en la libertad. Pero también se preocupó por los valores, por los valores familiares. Creo, agrega McKinnon, que muchas de las cosas de las que habló Fox en su campaña, como las aportaciones de la familia, los abordó Bush y su mensaje fue sobre el valor, la confianza y el buen juicio. No hay duda, dice sonriendo, de que la administración del presidente Clinton nos ayudó a vender ese mensaje”.
Por otra parte, dice que a nuestro próximo visitante no le importa demasiado el no haber ganado la elección del voto popular. El especialista en imagen y medios de Bush asegura que se habla mucho de ese tema fuera pero que, para el pueblo estadounidense “ya terminó la contienda”. Hay, recuerda, muchos presidentes en Estados Unidos: Kennedy, Jefferson, que tuvieron contiendas muy difíciles para llegar a la presidencia, y ya nadie recuerda eso. “El Presidente Bush se ha enfocado muchísimo en su agenda en este mes, lo importante es que ha mostrado que ha podido caminar solo. Estuvo con Ted Kennedy, lo invitó para que vieran juntos una película que se llama “13 días” y trata sobre la administración Kennedy en los años 60. No está hablando por hablar, está recorriendo el camino. Quiere trabajar con los demócratas, no es una pantalla. Hasta los políticos de Washington están cansados de la naturaleza partidaria del dialogo, que ha sido amargo, ha generado división por muchos años. Yo creo, agrega McKinnon, que todos fuimos muy escépticos de que el presidente Bush pudiera cambiar eso, por que se pensaba que ésa era la manera como pensaba Washington, pero hasta el momento Bush ha tenido mucho éxito y creo incluso que hasta los políticos están diciendo que le van a dar una oportunidad”.
Para concluir, luego de una larga plática, le pregunté a McKinnon si el sentimiento que muestra Bush hacia México es genuino o es una pantalla más para buscar el apoyo hispano. El ex estudiante de la Universidad de Texas que escribiera canciones para Kris Kristofersson, es tan contundente en su respuesta que genera suspicacias: México, dice, “es parte de su alma y su ser, él cree fuertemente en México, en expandir y en nutrir esa relación. Este es un momento muy emocionante para México y para los Estados Unidos, se ha progresado en el comercio y en otros asuntos en los últimos años. El cambio está en el aire y los más importante es que haya un gran espíritu de colaboración entre los dos presidentes. Creo, concluye, que los dos son muy semejantes: son atrevidos, quieren hacer las cosas distintas, creen que el espíritu de cooperación es importante y entienden la importancia de sus relaciones. Es una señal enorme que el presidente Bush decidiera que ésta fuera su primera visita internacional: esto demuestra que México es, ha sido y siempre va a ser una prioridad para el Presidente Bush. El Presidente está emocionado por su visita, ésta va a ser una relación fascinante que deberemos observar en los próximos años”.
¿Porqué tanta confianza?. Porque en política “todo comienza con la química, todo comienza con la relación, las políticas personales se basan en la confianza, para poder progresar en cualquier asunto se debe empezar por tener confianza. Y es tan buena la relación entre los presidentes Fox y Bush en su actitud, en su estilo, en su enfoque, que creo que ya está la vela izada al aire y el barco ya ha zarpado”.