Los focos rojos no sólo siguen encendidos sino que, se están multiplicando de una forma que tendría que ser preocupante para el gobierno federal. Vicente Fox y algunos de sus hombres comienzan a molestarse por la falta de comprensión que distintos sectores sociales y de opinión tienen respecto algunas de sus estrategias. Ayer Fox, en el día del ejército dijo que algunos no aceptan su táctica respecto a los zapatistas y que esas personas deben reconocer que las épocas de silencio quedaron atrás. En el tema de seguridad y el de la violencia de los grupos del narcotráfico, es muy preocupante las fugas que en diferentes penales del país, se han dado en un solo mes, a partir de la fuga de El Chapo Guzmán.
Los focos rojos en la geografía política nacional no sólo siguen encendidos sino que, además, se están multiplicando de una forma que tendría que ser preocupante para el gobierno federal. Pero hay algo más preocupante aún: algunos de los hombres de la administración Fox, comenzando por el propio presidente, si nos basamos en su discurso de ayer en el día del Ejército, parecieran comenzar a molestarse por la falta de comprensión que distintos sectores sociales y de opinión tienen respecto a algunas de sus estrategias.
Sea verdad o una simple impresión, lo cierto es que ese enojo o molestia no disminuye los problemas ni puede ocultarlos. Y es que los focos rojos, como dijimos, son muchos: ahí está, en primerísimo lugar, el tema Chiapas. Ayer Fox, en el día del ejército dijo que algunos no aceptan su táctica respecto a los zapatistas pero, agregó, esas personas deben reconocer que las épocas del silencio quedaron atrás. En realidad el problema en la estrategia, no en la táctica, llevada a cabo en el tema Chiapas no es el silencio o la verborragia, es la fragilidad del planteamiento desde el punto de vista de la gobernabilidad: la tesis oficial de “obligar” al zapatismo a negociar a fuerza de golpes de buena voluntad es loable pero nada garantiza que el zapatismo lo vaya a aceptar.
Un ejemplo: el concierto por la paz al que han convocado con evidente beneplácito oficial, Televisa y Televisión Azteca. Nadie puede estar en contra de un evento de esas características, la pregunta es qué paz se propone, porque en los hechos, en Chiapas guerra no hay desde hace años y de lo que se trata en realidad es de que el EZLN acepte integrarse, con las características que el propio zapatismo decida, al sistema legal de partidos y organizaciones. No veo, sinceramente, que el zapatismo esté en esa lógica ni que el famoso zapatour tenga esa intención: es verdad que tampoco el zapatismo está apostando a la guerra, simplemente está jugando sus cartas y parecen estar muy concientes que integrándose ahora al sistema de partidos pierden prácticamente su razón de ser: todos estarán de acuerdo con que una cosa es ser el subcomandante Marcos y otra convertirse en el diputado Guillén. La enorme diferencia está en el tratamiento que recibe Marcos y el EZ por parte de ciertos sectores: ahora no sólo el gobierno capitalino de Andrés Manuel López Obrador estudia la posibilidad de entregarle las llaves de la ciudad y declararlo “visitante distinguido”, sino que también un grupo de asambleístas del PRD en la ALDF ha propuesto, formalmente, entregarle la medalla al mérito ciudadano que entrega esa legislatura al subcomandante. Pedirle a la ciudadanía que entienda qué sucede, no explicarle cuáles son los límites de la negociación es, en realidad, un exceso.
En otras palabras: ¿por qué no ir un poco más allá, por qué, por ejemplo, en los propósitos de ese concierto por la paz no hay una demanda al EZLN para que se integre al sistema de partidos, para que declare que deja las armas o por lo menos para que haga un gesto, como retirar su declaración de guerra como un paso previo a cualquier negociación? ¿por qué no darle a los verdaderos representantes de los pueblos indígenas de todo el país, un espacio en el debate y, por lo menos, un recepción la mitad de cálida que se le da al zapatismo? ¿qué sucederá cuando el EZLN diga que, como no se han cumplido totalmente sus exigencias (y ya hemos dicho que éstas no pueden cumplirse plenamente porque, entre otras razones, no está en manos del poder ejecutivo hacerlas cumplir, aunque quisiera hacerlo) no se sentará a dialogar? ¿por qué festejar que el EZLN convoque a una reunión con la Cocopa el 12 de marzo para discutir la ley de derechos y cultura indígenas, cuando el EZLN no se ha siquiera dignado contestar la convocatoria de la propia Cocopa y del gobierno federal para analizar las condiciones en las que se desarrollará el llamado zapatour?. Ojalá el gobierno federal tenga la razón y su estrategia ante el zapatismo sea la correcta, ya el tiempo lo demostrará, quizás, sin duda, el gobierno federal tiene más y mejor información sobre cómo piensa el zapatismo, pero hasta ahora no hay una sola señal pública de que las cosas se hayan modificado en ese sentido.
Y si Chiapas es un ejemplo, hay otros que constituyen, también, focos rojos que deben atenderse. Allí está el tema de la seguridad y particularmente el de la violencia de los grupos del narcotráfico, que no se detiene, y el de las muy preocupantes fugas en diferentes penales del país que constituyen, literalmente, un desafío para el gobierno federal: que en años no se hubieran producido fugas de reos de alta peligrosidad y que en solo un mes, a partir de la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán de Puente Grande, se hayan escapado dos operadores del mismo cártel de Sinaloa en un traslado de Almoloyita, que se hayan fugado otros cuatro operadores del mismo grupo de las Islas Marías, que se haya fugado el arraigado ex subdelagado de la PGR, José Manuel Díaz Pérez, en Chihuahua, que otros cuatro operadores del narcotráfico se hayan escapado el pasado sábado del penal de Nuevo Laredo y que un día después, otro preso más escapara del penal estatal de Guadalajara, no puede tomarse como una simple casualidad, como una serie de hechos que no tienen relación entre sí: es un desafío hacia el gobierno federal y así debería ser asumido.
Y si se quiere seguir con el tema de la seguridad, ahí están los grupos armados diferentes al zapatismo que comienzan a reaparecer en diferentes puntos del país, relacionados o desprendidos todos ellos del EPR y con un presente y un pasado tan oscuros como éste. Pero lo cierto es que el EPR anunció haber realizado un congreso, ha hecho esporádicas apariciones en Guerrero, uno de sus desprendimientos incursionó en Morelos, otro en Veracruz, reapareció en Oaxaca, donde les han dado una suerte de amnistía disfrazada con la cual la enorme mayoría de los eperristas que estaban presos, incluyendo los que estuvieron involucrados en los hechos violentos de La Crucecita y Tlaxiaco han quedado en libertad y su posición es demostrar que ellos sí están a la izquierda del zapatismo y ellos sí desafían al foxismo, con lo que no se deberían descartar actos armados de alguno de estos grupos.
En el ámbito político también hay zonas de alto peligro: uno de esos casos es Yucatán. Insisto en que no me queda claro si quien tiene la razón en el conflicto en ese estado es el congreso local o el tribunal electoral del poder judicial de la federación. Es más, en principio creo que tiene mayor sustento el argumento del congreso que el del tribunal. Pero lo cierto es que nos guste o no, el tribunal electoral de la federación, que es un institución judicial de última instancia y cuyas decisiones no son apelables, tomó una decisión, que la suprema corte de justicia la avaló lo mismo que el ejecutivo federal y que hace dos semanas, desde Los Pinos, el secretario de Gobernación, Santiago Creel, anunció oficialmente que si en unas horas no se cumplía con la decisión del tribunal electoral, se utilizarían los medios que fueran necesarios, incluyendo la fuerza pública, para hacer cumplir la ley. Pero nada indica que ello se esté por cumplir. Es más, el gobernador quiere tomarle la medida al secretario: Creel anunció el fin de semana que si antes de fin de mes no se solucionaba ese conflicto estaría en peligro la realización de las elecciones, pero horas después Victor Cervera Pacheco aseguró que no, que el proceso no estaba en peligro y que sigue su curso normal y sigue haciendo girar éstas en torno al consejo electoral que nombró el congreso.
Y no se agotan allí los focos rojos: el PRI decidió en Ixtapan de la Sal no respaldar la reforma fiscal que sigue siendo la piedra angular de la política foxista en el terreno social y económico, y tampoco parece haber consensos como para sacar adelante las reformas que se requieren en el ámbito de la energía. Y lo que sucede es que los distintos grupos políticos parecen haber comenzado a encontrarle la medida a la forma de ejercer el poder del foxismo y endurecen sus posiciones.
Pero todo esto no importa. Mejor discutamos el tema más importante para nuestros gobernantes en estos días: si se debe aplicar o no el horario de verano.