La marcha del EZLN a la ciudad de México se ha calentado por un debate absurdo. El gobierno federal y la Cocopa han solicitado al EZLN un encuentro informal, para acordar las condiciones en las que se realizaría el llamado zapatour. El pasado fin de semana el EZLN envió un nuevo comunicado en el que pedía que la Cruz Roja Internacional se encargará de garantizar la seguridad de los marchantes. Marcos culpa al gobierno de haber impedido, la presencia de la CRI en su marcha, lo que constituía un obstáculo que podía hacer fracasar definitivamente el proceso de paz.
La marcha del EZLN a la ciudad de México se ha calentado por un debate que, en términos estrictos, es casi absurdo. Durante semanas el gobierno federal y la Cocopa han solicitado al EZLN un encuentro, incluso informal o “discreto” como lo llamó don Luis H. Alvarez, para acordar las condiciones en las que se realizaría el llamado zapatour. Hasta el día de hoy, la comandancia zapatista no se ha dignado siquiera contestar a esos mensajes: sólo adelantó que se reuniría con la Cocopa el 12 de marzo próximo para discutir la ley de derechos y cultura indígenas.
Mientras tanto, el gobierno federal y la propia comisión legislativa se han desvelado tratando de adivinar las intenciones zapatistas y previendo cómo se desarrollará la marcha y de qué forma se la podrá custodiar mejor. Eso, fuera de todos los gestos que se han realizado de parte del propio presidente Fox (que incluso le han valido fuertes críticas, como él mismo lo reconoció el pasado lunes en la celebración del día del ejército) y de los distintos sectores legislativos, que ha llevado, incluso, a la bancada del PAN a anunciar que podría retirar su propuesta de derechos y cultura indígenas presentada hace tres años para avanzar en la que en su momento diseñó la Cocopa (con la cual el PAN fue muy crítico).
Pero resulta que el EZLN el pasado fin de semana se dio tiempo para enviar un nuevo comunicado sobre la organización de la marcha al DF en el que anunció que pedía que la Cruz Roja Internacional se encargara de garantizar la seguridad de los marchantes, pidiendo una respuesta inmediata al respecto. La propuesta no estaba dirigida a la Cruz Roja Mexicana, sino a la Internacional, cuya sede está en Ginebra, Suiza, relacionada con las Naciones Unidas y que, evidentemente, no tiene en nuestro país una estructura que le permita, en menos de una semana, hacerse cargo de la vigilancia de una marcha política como hay muchas otras en diferentes lugares del mundo, pero que, además, constituye una manifestación legítima, pero que es parte de un proceso político interno. No es tampoco, la función de la Cruz Roja Internacional el realizar labores de vigilancia, sino humanitarias y, evidentemente, de atención médica.
La Cruz Roja Internacional contestó lo que debía contestar: no estaba en posibilidades de realizar esa encomienda ni tampoco ella entra en el ámbito de sus responsabilidades, además de que para cualquier intervención en un país soberano, debe tener la solicitud formal del gobierno de ese país, salvo que se trate de un conflicto internacional donde puede actuar bajo solicitud expresa de las organizaciones multilaterales correspondientes.
Pero la respuesta zapatista dada a ese comunicado de la CRI, que era, insistimos, totalmente previsible, fue casi una provocación. Con una inmediatez que desmiente aquello de los “tiempos indígenas” que suele esgrimir como argumento el zapatismo para dilatar sus respuestas o justificar sus silencios, el subcomandante Marcos, escribió que la actitud del gobierno de haber “impedido”, la presencia de la Cruz Roja Internacional en su marcha constituía un obstáculo que podía hacer fracasar definitivamente el proceso de paz. Agregó que ello implicaba un giro de “180 grados” en la posición gubernamental y que con ello “el señor Fox (evidentemente el EZLN, como hizo en su momento con Salinas y luego con Zedillo, no reconoce la legitimidad del gobierno federal y por lo tanto no se refiere al presidente Fox sino al “señor Fox”) pone obstáculos que pueden llevar a fracasar definitivamente el todavía incipiente proceso de paz”. Sin embargo, adelantó que de todas formas iniciaría la marcha el próximo domingo 25 como estaba anunciado.
El tono del comunicado puso a girar rápidamente a todo el gobierno federal. Mientras en la mañana la Cocopa intentaba una reunión que no se realizó por falta de quórum para analizar qué harían ahora que la Cruz Roja Internacional había decidido no garantizar la seguridad de la marcha zapatista (sic), en la tarde, don Luis H. Alvarez leyó un comunicado en Los Pinos, donde ratificaba que el gobierno federal no había intervenido para nada en el rechazo de la Cruz Roja Internacional pero reiteraba que el EZLN jamás había hecho una solicitud al propio gobierno federal para que la hiciera llegar a la Cruz Roja Internacional para que de alguna forma participara en la seguridad de esa marcha. El ex presidente nacional del PAN reiteró que el gobierno federal garantizaba la marcha del EZ con los mismos derechos que otra marcha de cualquier otra fuerza política en el país.
Algo había cambiado. Apenas unas horas antes, el presidente Fox, entrevistado en la primera emisión de Informativo MVS decía que lo que se iba a poner a prueba con la marcha era la voluntad real de Marcos y del zapatismo de alcanzar la paz y reconocía que estaba a prueba, de la parte gubernamental, demostrar que existe una verdadera democracia que es capaz de debatir y hacerlo en términos de civilidad y madurez política. Incluso dejó entrever que identificaba a los zapatistas como representante de la causa de 10 millones de indígenas que evidentemente nada tienen que ver ni política, ni ideológica ni geográficamente con el zapatismo. Pero el comunicado del EZLN, del que Fox no tenía conocimiento cuando concedió esa entrevista, ponía las cosas en otra dimensión y mostraba a un EZLN políticamente beligerante, agresivo, y que iba, por primera vez en los últimos tiempos, personalmente contra el presidente Fox.
Evidentemente, aquellos que consideraban que Marcos ya estaba buscando una salida, que apenas llegaría al DF se apresuraría a firmar una acuerdo de paz (insistimos, para que haya acuerdo de paz tiene que existir una guerra ¿dónde está la guerra en este caso?) deben haber quedado muy sorprendidos. Y es que Marcos y el EZLN no están buscando una salida militar al conflicto chiapaneco pero tampoco parecen estar pensando en una “paz” como la conciben algunas autoridades y muchos actores políticos.
La decisión de buscar el paraguas de la Cruz Roja Internacional no es nuevo, desde hace años el zapatismo está buscando que exista una intermediación internacional en el conflicto chiapaneco, está buscando internacionalizar el conflicto porque de esa forma sus fuerzas se potencian y el EZ dejaría de ser considerado un fenómeno de política interna e incluso localizado exclusivamente en un región del país. La internacionalización del conflicto llevaría a algo más: el reconocimiento implícito o explícito (por ejemplo, si la Cruz Roja Internacional interviniera) como una fuerza beligerante, como una fuerza que le disputa el poder del Estado al gobierno constituido: eso les daría un auditorio y legitimidad internacionales infinitamente más amplio que el actual.
Y ello debería ir de la mano con otra de las exigencias que ha colocado el zapatismo no para firmar la “paz” sino para simplemente sentarse a dialogar: el “despejar” una zona de unos diez mil kilómetros cuadrados en Chiapas que quedaría bajo el control institucional del propio zapatismo. Es lo que requiere cualquier movimiento armado para legitimarse internacionalmente: ser reconocido como parte beligerante y contar con un territorio propio. A partir de allí la negociación con el Estado mexicano sería completamente diferente y quedaría en manos de una intermediación extranjera. A esa negociación está apostando el zapatismo. En el gobierno federal, para entender lo que sucede, alguien tendría que dedicarse algunas horas a leer a los teóricos vietnamitas.