Marcos llegó al Zócalo capitalino y logro un importante triunfo político, sin reconocer la legitimidad del gobierno federal que lo invito al Distrito Federal y lo protegió todo el recorrido, criticándolo con tanto entusiasmo como lo hizo en su momento con Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, atacando a sus adversarios o a quienes piensan diferente, calificando a la iniciativa privada de tonta, torpe y sin inteligencia, hasta las agresiones de esos inadmisibles monos blancos, italianos y frances, su guardia mora del primer mundo. Marcos tiene ante sí una serie de alternativas que, simplemente, no puede ignorar: tiene la opción de negociar en el Congreso y con las comisiones legislativas.