Se ha hablado en estos días hasta el cansancio de la necesidad de aprobar, lo más rápido posible, la ley de derechos y cultura indígenas, pero pareciera que los actores directos: el propio EZ y el Congreso están comenzando a asumir que la negociación será muy larga. Marcos y Germán dijeron que estaban dispuestos a negociar como el Congreso decidiera sobre la ley y que su aprobación era su objetivo. La cámara de diputados y senadores presentaron una propuesta de debate en el Congreso similar al que se tuvo en los diálogos de San Andrés Larrainzar. Ahora Marcos viendo las divergencias internas que existen en el legislativo, quiere utilizar la tribuna de Sán Lazaro y exige, además que ahí estén 500 diputados y 128 senadores, como si fuera in informe presidencial.
El presidente Fox, el subcomandante Marcos, todos los partidos y buena parte de los medios de comunicación han hablado en estos días hasta el cansancio de la necesidad de aprobar, lo más rápido posible, la ley de derechos y cultura indígenas, pero pareciera que los actores directos de esa negociación: el propio EZ y el Congreso están comenzando a asumir que la negociación para saber cómo será la negociación será muy larga.
La historia reciente es conocida: Marcos y Germán dijeron que estaban dispuestos a negociar como el Congreso decidiera sobre la ley y que su aprobación era su objetivo; las juntas de coordinación de la cámara de diputados y senadores presentaron una propuesta de debate en el Congreso similar al que se tuvo en los diálogos de San Andrés Larrainzar: 10 senadores, 10 diputados y los comandantes zapatistas, todos en torno a una mesa; la propuesta fue aprobada por todos los partidos, pero saliendo de la misma el coordinador de los diputados perredistas, Martí Batres, dijo que era un madruguete de panistas y priístas, que no se habían respetado los acuerdos; Felipe Calderón, horas después, dijo que Martí era un mentiroso, que incluso Demetrio Sodi y Jesús Ortega habían estado de acuerdo con esa propuesta (lo que en todo caso demuestra palpablemente las divisiones internas del propio PRD en éste y en muchos otros temas) y destacó que la misma era eso, una propuesta.
Pero en la noche del martes, en su primera y hasta ahora única conferencia de prensa, el subcomandante Marcos, que días atrás había dicho que estaba a disposición del congreso, decidió, seguramente viendo las divergencias internas que existen en el legislativo, que elevaría su apuesta: ahora el subcomandante no quiere discutir en comisiones como lo tienen que hacer todos los partidos, todos los funcionarios que desean sacar adelante una iniciativa. Quiere utilizar la tribuna de San Lázaro y exige, además que ahí estén los 500 diputados y los 128 senadores, como si fuera un informe presidencial (se dejó abierta la posibilidad de que se hiciera por separado con diputados y senadores) y, además, seguramente pedirá que la sesión sea televisada en directo para todo el país (ya presentaron sus aliados su queja porque la radio y televisión no suspendieron sus emisiones normales el domingo para trasmitir en vivo y en directo la llegada de Marcos al Zócalo, aunque Marcos, como destacaba ayer Ciro Gómez Leyva, no dé entrevistas, los reporteros no puedan acercarse sin ser golpeados a los dirigentes del EZLN, y jamás se informe con certidumbre sobre lo que harán, en dónde y a qué hora). El subcomandante, este hombre que tanto se burla de los protocolos y los formalismos, se indignó aún más porque la propuesta le fue entregada en una hoja en blanco, “como si fuera un anónimo” y no en un comunicado oficial de la cámara, con papel membretado.
La verdad es ridículo este debate. Quizás en algún momento se podría invitar a Marcos o a los dirigentes zapatistas a subir a la tribuna de San Lázaro, pero hacerlo cuando aún no hay contacto alguno, cuando no inició la negociación, cuando no se han intercambiado puntos de vista, es absurdo. Es como en toda esta estrategia en torno a Chiapas: primero se concede y luego se trata de negociar y la experiencia ha demostrado que lo que ocurre es que continúa la demanda de concesiones pero la negociación formal siempre se posterga pero cada día se coloca en un piso superior de exigencias, con callejones más estrechos para encontrar una salida.
El discutir si hay antecedentes legales o no de la utilización de esa tribuna por personas que no sean funcionarios o legisladores o visitantes extranjeros en visita oficial, es en buena medida ocioso: en ese sentido tiene razón Martí: con que exista un acuerdo parlamentario ello se podría solucionar sin mayores problemas. El punto es otro, es determinar cuál es la utilidad de ese gesto político: los zapatistas ya dieron sus opiniones sobre la iniciativa de la Cocopa porque participaron de su elaboración hace ya más de cuatro años. Lo que tiene que venir ahora, es un proceso de debate sobre la propia iniciativa porque el hecho de que tenga el visto bueno del presidente Fox y del subcomandante Marcos no implica que tenga los votos legislativos suficientes para ser aprobada y, además, es evidente que la iniciativa tiene errores bastante gruesos que deben ser enmendados por los legisladores. El EZLN, como otros sectores, tendrían que tener derecho de participar directamente en el debate sobre esa iniciativa, pero ésta, finalmente se debe aprobar en el Congreso, primero en comisiones y luego en el pleno, y allí los únicos que deben participar ya son los diputados y senadores: para eso están.
¿Qué beneficio traería a esta negociación el que Marcos pudiera debatir desde la tribuna principal de San Lázaro ante el pleno del Congreso de la Unión?. Ninguno para la ley, muchos para el propio Marcos. Primero, porque la foto del subcomandante hablando en San Lázaro recorrería el mundo, sería un golpe de imagen fantástico. Segundo, porque si los legisladores deciden no estar, no escuchar su intervención, Marcos podrá decir que no tienen interés en la ley y los indígenas y que por lo tanto ello descalificaría la ley que se fuera a aprobar. Tercero, porque si se quedan y algunos lo abuchean o lo “interpelan” al estilo Marco Rascón, Marcos podrá decir que fue agredido y tendría una excusa perfecta para retirarse no sólo de San Lázaro sino hasta del Distrito Federal. Cuarto y principal, porque ese no es un espacio para negociar y construir una ley, sino para el debate público, cuando esas iniciativas ya han sido acordadas en comisiones.
Ahora bien, si no lo dejan a Marcos hablar desde la tribuna ¿qué puede pasar?. Que el subcomandante deslegitime desde el inicio la ley porque no se les permitió opinar, que manifestantes prozapatista intenten ingresar por la fuerza al salón de sesiones para tomar la tribuna (ya ha ocurrido en San Lázaro y en el Senado), que aumenten las presiones para deslegitimar no sólo la ley sino al propio Congreso y finalmente, se apruebe lo que se apruebe, no se daría ningún paso hacia la pacificación.
Todas estas posibilidades actúan de diferente manera en distintos escenarios y actores políticos, a unos les da ganancias, otros deberán asumir costos, algunos perderán peso y capital político mientras unos terceros lo ganan y todo ello es comprensible. Pero se suponía que en todo esto lo importante eran los indígenas y la aprobación de la ley, entonces ¿por qué los zapatistas no aceptan el mecanismo más sencillo y más rápido para debatir que es participar en las comisiones legislativas que es donde se elaboran los dictámenes para llevarlos luego al pleno, porque quieren primero la tribuna y luego la negociación, sabiendo que en ese paso la propia negociación puede perderse?. Si quieren tribuna mientras están discutiendo en las comisiones del Congreso, ¿por qué no aceptan la invitación que volvió a reiterar el presidente Fox para reunirse con Marcos en Los Pinos, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia o donde Marcos quiera para platicar sobre la ley indígena?. Marcos dice que no viene a México para reunirse con el presidente sino para sacar adelante la ley, pero resulta que la iniciativa de ley (ayer nos lo confirmó el propio presidente en la entrevista que nos concedió para MVS Noticias) no sólo la presentó el propio Fox sino que él también la asume como propia, incluso cuando hasta el día de hoy su bancada, la del PAN, no la hecho suya. ¿Qué sucedería si Marcos se reúne con Fox, lo convence de que la iniciativa es correcta y lo invita a presentarse juntos en el Congreso para impulsarla (Fox ayer nos dijo que él está dispuesto a defender la ley en el Legislativo)?. Usted dirá que no es posible y probablemente tiene razón. Pero no es posible porque en todo esto pareciera que la ley de derechos y cultura indígena no es una prioridad real para nadie, es una magnífica excusa para establecer en distintos terrenos y con diferentes actores una disputa por el poder, esa sí completamente real.