Los cien días de Andrés Manuel
Columna JFM

Los cien días de Andrés Manuel

El día de ayer, fue elegido por Andrés Manuel López Obrador para informar públicamente sobre sus cien primeros días al frente del gobierno del Distrito Federal, acto que se llevó a cabo en el Auditorio Nacional. En los tres primeros meses de López Obrador ha habido aciertos: el principal, es el programa de apoyo para ancianos con mayores y mejores prestaciones sociales y económicas a la población de la tercera edad. El jefe de gobierno ha cometido graves errores sobre todo en el ámbito de la seguridad, durante estos meses se ha confirmado que en la capital del país están asentados los principales grupos del crimen organizado, el tráfico de drogas, grupos aliados a los Arellano Félix, bandas de narcotraficantes y sobre todo la forma alarmante en que han crecido los secuestros express.

Ayer, el día del natalicio de Juárez, fue elegido por Andrés Manuel López Obrador para informar públicamente sobre sus cien primeros días de gobierno en el Distrito Federal, en un acto realizado en el Auditorio Nacional donde el acarreo de manifestantes estuvo a la orden del día. Pero los tres primeros meses de López Obrador han sido de más sombras que luces, con muchos problemas, con serias dificultades para la operación política y, sobre todo, para mantener lazos con las distintas fuerzas que conviven en la ciudad de México y, por ende, para mantener una gobernabilidad sólida en la capital.

Por eso mismo, las encuestas están mostrando una caída importante de la popularidad de López Obrador y aunque el jefe de gobierno dice que no le interesan las encuestas, que él tiene otros métodos -que no especificó- para palpar la opinión pública, lo cierto es que la ciudadanía está muy lejos de estar conformes con la gestión del jefe de gobierno.

¿Ha tenido aciertos López Obrador? Sí, los ha tenido, el principal es el programa de apoyo para ancianos, que les ha permitido mejorar, sin duda, la calidad de vida de buena parte de la población de la tercera edad otorgando con mayores y mejores prestaciones sociales y económicas. Se puede criticar mucho de lo hecho por López Obrador, pero no se puede negar que el jefe de gobierno tiene una auténtica voluntad de gobernar para los que menos tienen. Tampoco se puede negar, en sentido alguno, la honestidad personal de López Obrador, que está muy lejos de implicar que se ha erradicado la corrupción en el DF que está tan presente como siempre.

Pero ello no le ha impedido al jefe de gobierno el cometer graves errores. El primero de ellos, sin duda, proviene de una indisimulada decisión de disputar el poder, de estar en campaña, para el 2006 desde el primer día de gobierno en el Distrito Federal. Por eso, en sus reuniones, sin mucho sentido, diarias a las seis de la mañana, López Obrador ofrece cotidianamente una conferencia de prensa donde habla de todo y de todos y comete allí todo tipo de errores, al creer que las entrevistas matutinas de banqueta pueden ser una política de medios coherente. En este sentido, las declaraciones de López Obrador se han vuelto tan cotidianas como nada sorpresivas: cada día están jalonadas de alguna crítica o alguna toma de distancia con el gobierno federal y particularmente con el presidente Fox. Paradójicamente, esa previsibilidad en las declaraciones de López Onbrador contra el gobierno federal resultan altamente dañinas para su causa: sus declaraciones ya no generan expectativa alguna.

Ello se ha reflejado, sobre todo, en el ámbito de la inseguridad pública. López Obrador ha dicho una y otra vez que la seguridad ha mejorado en la capital y se basa en cifras oficiales de denuncias sin asumir, por ejemplo, que las presentadas son menos del 10 por ciento de los delitos cometidos. El mayor error de López Obrador se dio una mañana en la que llegó a su reunión sin saber que unas horas antes había sido asesinado en pleno Polanco un funcionario de la embajada de Cuba, y cuando declaró, en forma terminante, que la ciudad de México era más segura que el área metropolitana de Nueva York, donde había al año “10 mil asesinatos”. En realidad no llegan a los 600 al año, una cifra bastante menor que la que se registra en el DF y mucho menor a la que se presenta en el área metropolitana.

En el ámbito de la seguridad, durante estos meses se confirmó que en la capital del país están asentados los principales grupos del crimen organizado, que la presencia en torno al tráfico de drogas de grupos aliados a los Arellano Félix es inocultable, que ello se ha reflejado en sucesivos ajustes de cuentas entre bandas de narcotraficantes, que el gobierno capitalino no puede entrar, ni tiene control, en varias zonas de la ciudad desde Tepito hasta Iztapalapa, que han crecido en forma alarmante los secuestros tanto los express como los prolongados. La comunidad judía ha sido, sin duda, la más castigada por este tipo de hechos, con algunos episodios francamente dramáticos como esa familia a la cual le secuestraron a sus dos hijas menores de edad, las que, luego del pago de rescate, aún no han aparecido. Es tan difícil esa situación, que la comunidad judía tuvo una reunión con el presidente Fox la semana pasada para plantearle el problema. Es significativo, además, que esa reunión haya sido con el presidente y no con el jefe de gobierno.

En este sentido, es verdad que el gobierno capitalino no puede, en sólo tres meses, revertir la crisis de la seguridad pública, lo que molesta e irrita a la ciudadanía es que se quiera ocultar el sol con un dedo, que se trate de engañar a la gente y se quiera convencer a la ciudadanía de que las cosas están mejor cuando es evidente que ha habido, incluso, retrocesos serios en los últimos meses. Si no se parte de un reconocimiento abierto y público de la gravedad de la situación, no habrá avances y la gente se seguirá sintiendo defraudada.

Un punto a favor de López Obrador en este aspecto es que por primera vez, se ha asumido que el DF debe coordinarse con las instancias federales y estatales conurbadas al DF, algo que el anterior procurador, Samuel del Villar nunca quiso aceptar. Bernardo Bátiz parece estar mucho mejor predispuesto a adoptar políticas comunes para avanzar en estos aspectos, sin embargo, hasta ahora, el gobierno capitalino no ha entregado las fichas dactiloscópicas de sus agentes policiales y judiciales al sistema nacional de seguridad pública para que puedan integrarse al banco de datos de esa institución, lo que permitiría descubrir a muchos policías-delincuentes que operan en la ciudad de México.

Otro tema que le ha hecho un daño enorme a López Obrador es la necedad de quitar el horario de verano: la causa no tiene base legal ni tampoco popular. El jefe de gobierno se ha metido en un debate absurdo con el gobierno federal que se vio coronado por una consulta pública, donde la participación fue mínima, con la cual se violó, incluso, la ley de participación ciudadana que el propio gobierno del DF había impulsado y que permitió que se hiciera en amplios sectores de la opinión pública escarnio del propio López Obrador, presentándolo como un político necio y aferrado a sus ideas, aunque éstas tengan amplio rechazo social y estén claramente erradas. Con toda la historia del horario de verano López Obrador no ganó nada y ha perdido mucho. Cuando salga la resolución de la Suprema Corte sobre el tema si, como se prevé, es en contra de López Obrador, el golpe será brutal.

Pero en el terreno estrictamente político, el jefe de gobierno del DF ha cometido un error mucho peor: no ha sido leal. Desde el cinco de diciembre, buena parte de su gestión de gobierno se ha dedicado a golpear una y otra vez a sus antecesores, a Cuauhtémoc Cárdenas y, sobre todo, a Rosario Robles. Olvida López Obrador que si ganó la elección del 2 de julio (con un margen mucho menor al previsto) fue, en buena medida, por el trabajo de Rosario Robles, incluso realizado al filo de la ley para fortalecer las posibilidades del ex presidente nacional del PRD. Hoy, la administración López Obrador (y sobre todo sus dos principales operadores René Bejarano y Dolores Padierna) se han dedicado a un golpeteo continuo contra sus antecesores. Y ello por un cálculo erróneo: López Obrador y los sectores que lo apoyan están disputando, desde ahora, la dirección nacional del PRD y, también, con más de cinco años de antelación, la candidatura presidencial del 2006. Es poco sensato, las posibilidades de desgaste son enormes, además que alguien tendría que recordarle a López Obrador que nunca, desde la revolución, un jefe de gobierno de la capital ha podido convertirse en candidato presidencial. Ello, porque la posición lo aísla del electorado nacional, y segundo, porque el desgaste que ejerce la capital sobre sus gobernantes es enorme. Y si alguien tiene dudas, tendría que preguntarle sobre el tema a Manuel Camacho o, antes, a un Ernesto P. Uruchurtu que fue el más poderoso regente capitalino en la historia reciente pero nunca pudo llegar a ser candidato presidencial, como tampoco lo pudo ser otro político tan poderoso como Alfonso Corona del Rosal. En síntesis, el saldo de López Obrador es negativo y su estrategia política, intolerante y polarizadora, prácticamente suicida.

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