Afortunadamente, el zapatismo dio ayer señales y colocó todo el debate sobre el tema de la ley de derechos y cultura indígenas en otro nivel. Marcos tuvo la inteligencia de no encabezar la delegación del EZLN. Fueron los 23 comandantes del EZLN y varios representantes de organizaciones afiliadas al congreso nacional indígena los que concurrieron al palacio legislativo de San Lázaro. La principal señal la dio la llamada comandante Esther, no sólo con una participación que abrió las intervenciones en tribuna, sino también anunciado un paquete de medidas decididas por su organización.
Ayer decíamos que el zapatismo tenía la responsabilidad política de ofrecer una señal, de demostrar en la sesión en el Congreso que tenía una disposición a la negociación, que no podía ni debía seguir demostrando que el gobierno federal y el congreso le habían dado todo sin recibir nada a cambio.
Afortunadamente, el zapatismo dio ayer esas señales y colocó todo el debate sobre el tema de la ley de derechos y cultura indígenas en otro nivel. En primer lugar, Marcos tuvo la inteligencia de no encabezar la delegación del EZLN que concurrió al palacio legislativo de San Lázaro. Fueron los 23 comandantes del EZLN y varios representantes de organizaciones afiliadas al congreso nacional indígena. Le quitó así Marcos, un toque de espectacularidad al acto y lo alejó de provocaciones de uno y otro origen. Salvando diferencia, fue una actitud tan prudente como la del senador panista Diego Fernández de Cevallos de no concurrir a esta sesión. Pero la principal señal no fue esa: la dio la llamada comandante Esther, no sólo con una participación que abrió las intervenciones en tribuna del EZLN, sino también anunciando un paquete de medidas decididas por su organización que permitieron que todo el resto de la sesión transcurriera en un ánimo claramente conciliador de parte de todos los partidos.
Esther anunció que el EZLN reconocía como un gesto de paz la decisión del presidente Fox de retirar las siete posiciones militares que había demandado el zapatismo. Como respuesta a ello anunció que se giraban instrucciones al subcomandante Marcos al que calificó como el mando militar pero no político del EZLN (lo que en el ámbito de las declaraciones queda muy bien pero que en el terreno de los hechos, como se comprobó posteriormente en el acto que realizó el EZ junto al palacio legislativo, queda siempre en entredicho) para que las fuerzas del EZLN no avanzaran sobre esas posiciones y no intervinieran en las comunidades que, divididas y desamparadas, podrían simplemente, como reconoció Esther, cambiar unas armas por otras. Dudo que el EZLN tenga a esta altura fuerzas militares considerables como para realizar una acción de ese tipo, pero la decisión demuestra la suficiente prudencia política como para comprender que, por encima de fuerzas gubernamentales o zapatistas, el verdadero conflicto está en las comunidades y todo lo que lleve a quitarle presión a los enfrentamientos intracomunitarios abona la pacificación en el estado.
Como segundo punto, la comandancia del EZLN “instruyó” a Fernando Yáñez a que tomara contacto con el comisionado para la paz del gobierno federal, don Luis H. Alvarez y con los miembros de la Cocopa para realizar un recorrido por la zona zapatista y comprobar que se habían desmontado las instalaciones militares. Designó también a Yáñez como el correo oficial del zapatismo con el gobierno federal, lo autorizó a que tomara contacto con Luis H. Alvarez y, en los hechos iniciara negociaciones y le solicitó al Congreso un espacio físico para que pudieran darse esos contactos en un lugar “neutral”. Incluso especificó que si por alguna razón el Congreso se veía impedido para ello autorizaba a Yáñez a ponerse de acuerdo con Alvarez para escoger un espacio común para las negociaciones.
A partir de allí todo transcurrió con tranquilidad y sabiendo que se transitaba hacia la negociación. Quedaron preguntas sin responder: nunca contestaron los delegados del CNI y del EZLN a las interrogantes sobre si aceptarían cambios al texto de la iniciativa de la Cocopa. Por los discursos dejaron entrever que tendrían esas disposición, pero la misma no fue explícita. La propia Esther tocó el tema de los zapatistas que continúan presos, y pidió apoyo gubernamental para que obtengan su libertad, pero, como decíamos ayer, los que continúan detenidos dependen de autoridades locales y, además, algunos están acusados de delitos que será difícil indultar, sobre todo los detenidos en Tabasco acusados de violación. Para los zapatistas se trata de personas que trataron de defender los recursos pesqueros. Evidentemente alguien no está diciendo la verdad y, quizás, como la ofreció en una entrevista que mantuvimos ayer con José Luis Soberanes, la intervención de la CNDH investigando al detalle cada uno de estos casos podría abrir algún camino de solución.
Mucha gente sigue pensando que cumplidas esas tres señales, la firma de la paz sería inminente y ayer mismo, la mayoría de las intervenciones zapatistas se encargaron de dejar en claro que no sería así. Que el camino hacia ella aún es muy largo y queda pendiente el saber si, concluido ese proceso e incluso aprobada la ley de derechos y cultura indígenas, se mantendrá el esquema de negociación que se había planteado hace ya seis años cuando el comisionado para la paz era Marco Antonio Bernal. Si es así, se reanudarían las negociaciones en tres mesas, una sobre democracia, la otra sobre desigualdad social y pobreza y una tercera sobre derechos de las mujeres indígenas, para ir estableciendo acuerdos en cada una de ellas. Y evidentemente, alcanzar esos acuerdos no sería un proceso sencillo o de corto plazo.
Por lo pronto, el zapatismo anunció que hoy regresa a Chiapas, deja en el DF a Fernando Yánez encargado de la negociación y lo hace, como reconoció el propio Marcos en su discurso vespertino, sin irse con las manos vacías: se va, hay que reconocerlo, con varios trofeos y con un espacio político y de negociación que no tenía cuando hace más de un mes inició el zapatour. Hay que reconocer también que esos espacios los ganaron, como dijeron Marcos y Tacho, con su lucha y la de sus simpatizantes, pero ellos no hubieran existido sin la abierta voluntad del gobierno federal, en primer lugar del presidente Fox y del Congreso, que fueron los que empedraron el camino para que el zapatismo no se fuera con las manos vacías, en una coyuntura en la que todos los actores políticos: el EZ, el gobierno federal y los partidos, hubieran, sin duda, perdido en credibilidad y en las expectativas populares. Hoy, por el contrario, todos parecen haber ganado, será cosa de ver cómo aprovechan, como utilizan la distensión y el triunfo de ayer.
Finalmente queda por ver qué sucederá con la estrategia del gobierno federal. Sin duda, lo sucedido en el congreso libera de presiones al presidente Fox que tenía estancada toda su agenda política y legislativa. El presidente sale de este proceso con costos y raspones, quizás el más grave su distancia con los grupos legislativos del PAN, un distanciamiento que, probablemente, el resultado de la sesión de ayer, pueda disminuir.
Pero lo cierto es que el presidente Fox enviará el próximo viernes al congreso su iniciativa de reforma hacendaria, un amplio paquete que incluye el gravamen del IVA a los alimentos y medicinas pero también una enorme cantidad de modificaciones que el presidente Fox insiste en que constituyen en realidad un programa redistributivo, que acortará la distancia entre los que muchos tienen y los que no tienen nada. Esa será la verdadera lucha política incluso mucho más controvertida que la ley de derechos y cultura indígenas. Para ello el presidente necesita llegar con un acuerdo y un respaldo indudable de sus fracciones parlamentarias en el senado y la cámara de diputados. Por esa razón también, este fin de semana, el presidente Fox mantendrá largas reuniones con Luis Felipe Bravo Mena, con Felipe Calderón y con Diego Fernández de Cevallos. En esos encuentros se sabrá si el presidente Fox podrá capitalizar en el debate sobre la reforma hacendaria, los logros obtenidos en este intenso debate en torno a la negociación con el zapatismo.