El presidente Fox inició su primera visita oficial a Sudámerica, en este caso a Colombia y Venezuela, con los que México integra el llamado G-3. Una visita que no será sencilla, debido a los enfrentamientos que se han presentado entre autoridades y sectores políticos y sociales de las dos naciones sudamericanas, por el componente de guerrilla y narcotráfico, la mala situación económica de ambos países, gobernados por Andrés Pastrana y Hugo Chávez.
El presidente Fox inició anoche su primera visita oficial a Sudamérica, en este caso a Colombia y Venezuela, con los que México integra el llamado G-3, una visita que no será sencilla por la situación que vive la región, por los enfrentamientos que se han presentado entre autoridades y sectores políticos y sociales de las dos naciones sudamericanas, por el componente de la guerrilla y el narcotráfico en un cuadro marcado, además, por una mala situación económica en ambos países, gobernados por dos hombres tan disímiles como Andrés Pastrana y Hugo Chávez.
La visita a Colombia será especialmente interesante y marcará en buena medida la estrategia diplomática de México para América Latina y, también en la relación con Estados Unidos. La relación de Vicente Fox con Andrés Pastrana es muy estrecha, mayor que con cualquier otro presidente de la región: hay una identificación ideológica, partidaria, y una forma de hacer y entender la política bastante similar. Por esa relación con Pastrana, Vicente Fox apoyó, desde su viaje a Colombia, cuando era presidente electo, el llamado Plan Colombia y también por un pedido expreso del presidente Pastrana, el gobierno mexicano se involucró en el proceso de pacificación, actuando como interlocutor con las FARC.
Aceptando jugar ese papel, la administración Fox resignó muchas cosas, desde darle un muy bajo perfil a la investigación de la relación FARC-Cártel de los Arellano Félix, a pesar de que las últimas detenciones de una célula de los Arellano en la ciudad de México permitió confirmar esos contactos e incluso el envío de 800 kilos de cocaína pura de esa organización colombiana a nuestro país, financiada por el cártel de Tijuana. Fue más allá la administración Fox: envió a Andrés Rosenthal a Colombia a negociar con los principales dirigentes de esa organización guerrillera, y redimensionó a la oficina de las FARC en México e incluso gestionó documentación legal para los integrantes de esa oficina en nuestro país, financiada, por cierto por la Copppal, la conferencia de partidos políticos de América Latina y el Caribe de la cual son miembros el PRI y el PRD pero definitivamente no por el PAN.
Todo ello porque existe una relación sin duda muy buena entre ambos presidentes pero también porque existe una visión de que los grados de penetración de grupos armados y narcotráfico que se ha dado en Colombia puede repetirse en algún momento en México y porque existe la convicción de que si la situación se sigue deteriorando y ello obliga a una intervención militar de Estados Unidos en los Andes colombianos, las consecuencias para toda la región serían desastrosas. En este sentido, la administración Fox está haciendo una apuesta estratégica correcta que está lejos de no contar con riesgos. El peligro está, sobre todo, en la propia participación en el plan Colombia: mientras se maneje el mismo por estos carriles, la apuesta es diplomática, si el día de mañana se profundiza una salida militar, será difícil que el gobierno mexicano pueda deslindarse de esa situación.
Porque, además, se ha establecido una estrecha relación en términos de información e inteligencia entre los gobiernos de México, Colombia y Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, lo que ha permitido dar algunos golpes importantes al crimen organizado pero, también e inevitablemente, en la medida en que se estrecha la relación se asumen mayores compromisos: éstos, en la actual situación, resultan casi inevitables. Con un agregado: el año próximo hay elecciones en Colombia y el partido conservador de Pastrana parece estar bastante lejos de poder reelegirse en el poder si la negociación de paz continúa estancada y la violencia sigue creciendo en extensión e intensidad.
Cuando deje Colombia el presidente Fox irá a Venezuela. En su forma de ser no son tan diferentes Hugo Chávez y Vicente Fox, los dos no creen en los protocolos de la política, son, en buena medida outsiders de la política tradicional y los dos se asientan en su propia popularidad para gobernar. Pero las similitudes llegan hasta allí: Fox y Chávez tienen diferencias políticas e ideológicas muy importantes y representan cosas completamente distintas. Mientras Chávez tiene una posición dura en la OPEP, visita Irak y se reúne con Saddam Hussein, juega béisbol con Fidel Castro y busca estrechar relaciones de todo tipo con la isla, convirtiéndose así en un adversario potencial de Estados Unidos, Fox es un hombre con excelentes relaciones con Estados Unidos, nuestro gobierno coincide con la OPEP pero más con los saudiárabes que con los socios duros de esa organización, y en el caso de Cuba, si bien la relación de Fox con Castro no es mala, la decisión gubernamental parece ser la de endurecer posiciones diplomáticas con la isla. Como si esas divergencias fueran pocas, Chávez, o mejor dicho el gobierno venezolano, mantiene diferencias históricas y coyunturales con sus vecinos colombianos que devienen en acusaciones de que Chávez estaría apoyando a los grupos insurgentes de las FARC y el ELN.
En buena medida el papel que tendrá que jugar Fox en Venezuela es el de mediador: deberá hacerlo entre los gobiernos de Colombia y la propia Venezuela; entre Chávez y la administración Bush donde no le tienen ninguna simpatía; lo hace entre Venezuela y Arabia Saudita en el seno de la OPEP, donde México, como se sabe, no es miembro pero con quienes trata de articular sus políticas de producción. Habrá que ver cómo se puede jugar ese papel. Y paradójicamente, hasta ahora ha salido bien: ha habido buenos contactos entre Fox y Chávez, hace algunas semanas se realizó en Cancún una reunión de los cancilleres del G-3, donde se pudieron acercar posiciones entre Chávez y Pastrana, e incluso por esa vía, ambos se reunieron recientemente en la frontera común, a pesar de los enfrentamientos que se han producido en ella, y, en el seno de la OPEP, los acuerdos México, Venezuela, Arabia Saudita, han sido estratégicos para regular la producción petrolera internacional e impedir que los precios suban o bajen demasiado.
Será, como dijimos, una gira difícil para el presidente Fox porque la situación que viven ambos países no es sencilla y porque la relación de México con ambos es estrecha e implica el estar, de muchas formas, involucrados con su devenir político e institucional. Será, también, una señal interesante, a tomar en cuenta, para ver cómo se regirán las relaciones de la nueva administración con América Latina.
Archivos recuperados
La detención del general brigadier Ricardo Martínez Perea, el capital segundo de caballería Pedro Maya Díaz y el teniente de caballería Javier Antonio Quevedo, como probables protectores del cártel de Osiel Cárdenas en Tamaulipas, es un golpe durísimo para el narcotráfico en esa región y es un golpe, también, que lleva todo el sello del general Rafael Macedo de la Concha, que durante años, desde la procuraduría militar, antes de convertirse en procurador general de la república, estuvo investigando los nexos de miembros de su propia institución con el crimen organizado, con la convicción, que comparte el general Gerardo Ricardo Vega, de que si esa última barrera es perforada, detrás no quedan defensas institucionales.