Hace cuarenta años en México gobernaba Adolfo López Mateos, estábamos en la cima del desarrollo estabilizador. En Estados Unidos el sueño de Camelot se representaba en un presidente joven, que coqueteaba con la alta política, la intelectualidad de élite, los medios y la mafía, que apostaba una transformación de los discursos y de ciertos paradigmas y de un desarrollo diferente de su país, ya entonces la primera potencia mundial.