Los contactos que los Arellano Félix y el cártel de Tijuana tenían con sectores aparentemente alejados de sus acrividades criminales fueron tan numerosos como los reales espacios de poder. Uno de ellos resulta especialmente llamativo: las relaciones con la iglesia católica. La mayoría de los narcotraficantes de la generación de los Arellano Félix, provienen , de familias relativantemente modestas, de ciudades o pueblos pequeños, con una fuerte influencia religiosa.