Ayer se cumplieron ocho años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, un crimen que está lejos de ser una página del pasado de nuestro país. Debo reconocer que uno de los pocos políticos en los que he creído fue en Colosio. Lo percibía como un hombre honesto, serio confiable convencido y convincente. Lo cierto es que su vida fue sesgada por aquellos dos disparos de Mario Aburto la tarde del 23 de marzo en Lomas Taurinas, un episodio que nunca ha sido aclarado plenamente, y que, luego de las desastrosas investigaciones encabezadas por Pablo Chapa Bezanilla ya jamás podrá ser plenamente esclarecido.