Me lo decía un prominente panista hace unos pocos días: el presidente Fox cada vez me recuerda más a Mejía Barón: se guarda los cambios. Y la analogía futbolera, más aún en estos días de Mundial, es muy acertada. En el mundial del 94 en Estados Unidos en el juego decisivo contra Bulgaria en los octavos de final, el partido se nos iba de las manos y todos los suplentes en la banca, comenzando por Hugo Sánchez, llevaban minutos y minutos calentando, mientras el público, los medios, los especialistas (el círculo rojo del medio futbolístico) pedían, exigían los cambios. Pero el técnico Miguel Mejía Barón estaba decidido a no mover el equipo porque, según él, estaba funcionando bien: y no hizo, se los guardó, dejó a los mismos jugadores los 90 minutos e incluso los mantuvo los 30 minutos adicionales de los tiempos complementarios. Con los jugadores agotados, desgastados, llegaron a los penales y, obviamente, les fallaron las piernas y se perdió el juego.