Hay que seguirle la pista al dinero y, todo parece indicar que, ante la memorable chatura que están demostrando los actores políticos en las actuales circunstancias y de cara a las elecciones federales y estatales del 2003, todos han decidido apostar a las denuncias de malversaciones, corrupciones, manejos sucios del dinero público y privado como objeto central de campaña, en una lógica en la cual ninguno, absolutamente ninguno, está en condiciones de salir limpio. Las autoridades federales en lugar de buscar bajar el tono de esa disputa absurda, han decidido tomar parte en ella e instituciones como la comisión nacional bancaria y de valores, y con ella el gobierno federal, terminarán saliendo, también, muy mal librados.