Como las visitas del presidente de gobierno español, José María Aznar, y del ex secretario de Estado, Henry Kissinger no fueron suficientes para modificar la posición de México en el Consejo de Seguridad en la ONU, el propio presidente Bush se encargó de hablar por teléfono a los mandatarios de México y Chile, para presionarlos para que así modifiquen su posición sobre el tema.