Desde hace quince años, las campañas electorales federales tuvieron un motor de sorpresa, de novedad, de cambio e interés entre la ciudadanía, incluso cuando terminaran en el desencanto. Hoy pocos mantienen el entusiasmo y las expectativas. Nada de lo que se percibe para estos comicios permite ser demasiado optimista sobre un futuro diferente.