Va quedando claro que lo sucedido en las listas del PRI no hubo ningún error. De lo que se trató fue de un acto de poder de la nueva dirigencia partidaria que beneficio claramente a quienes la apoyaron en el proceso interno que los llevó a esa posición y castigó a los demás. Hay gobernadores que han logrado colocar hasta diez candidatos, mientras que otros a duras penas colocaron uno o dos aspirantes plurinominales.