La agenda preelectoral de la secretaría de Gobernación demuestra lo complejo del momento en términos de gobernabilidad y explica, aunque sea en parte, la insistencia de suspender la publicidad oficial en la etapa final del proceso electoral. El mismo lunes en que se decidió suspender los anuncios del presidente, fueron citados por la Fiscalía para Delitos Electorales de la PGR dos obispos, el de Cuernavaca, Florencio Olvera y el de Querétaro, Mario de Gasperín, denunciados por el partido México Posible.
La agenda preelectoral de la secretaría de Gobernación demuestra lo complejo del momento en términos de gobernabilidad y explica, aunque sea en parte, la insistencia de esa dependencia, contra otras opiniones dentro del propio equipo presidencial, de suspender la publicidad oficial en la etapa final del proceso electoral para evitar un distanciamiento aún mayor con los partidos políticos.
Superado, por lo menos en parte, el episodio de la publicidad gubernamental (según la propia SG en cinco meses se emitieron la friolera de un millón 800 mil anuncios publicitarios del presidente de la república) queda como uno de los principales pendientes el del proselitismo de los ministros de culto. El mismo lunes en que se decidió suspender los anuncios del presidente (sin embargo, por lo menos hasta bien entrada la tarde de ayer en algunas estaciones de radio continuaban los spots propagandísticos del presidente relacionados con el programa Contigo) fueron citados por la Fiscalía para Delitos Electorales de la PGR dos obispos, el de Cuernavaca, Florencio Olvera y el de Querétaro, Mario de Gasperín, que fueron los que iniciaron el actual conflicto y que fueron denunciados por el partido México Posible.
Los dos tuvieron un trato muy especial: De Gasperín rindió su declaración en sus propias oficinas y Olvera anunció que su declaración la enviará por escrito dentro de cinco días. El propio Olvera dijo a la puertas de la Fepade que no modificará su actitud de "concientización" de la población.
Pero con citatorio o sin él, o quizás por la benevolencia con que han sido tratados los obispos, la campaña de la iglesia continúa. No sólo Olvera ha anunciado que continuará con su actividad sino que el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, en el contexto de una cerradísima elección municipal en el estado, hizo una declaración que inexcusablemente es violatoria de la ley: publicó un misal en el que se dice que "los que quieran votar por el diablo lo hagan por el partido de Calles" (obviamente el PRI) y a los que quieran votar por Dios que lo hagan… Dios. El cardenal Sandoval Iñiguez ahora será denunciado por el PRI, según anunció Elba Esther Gordillo, pero antes ya había sido denunciado por México Posible. Hasta ahora no ha sido citado ni por la SG ni por la Fepade. No es el único, el canónigo de la Basílica de Guadalupe, Raúl Soto Vázquez, escribió que lo se que se busca con estas denuncias e impidiendo el proselitismo de los ministros de culto, en realidad, es instaurar un "Estado ateista y no laico" (sic) y sostuvo que Benito Juárez "asistía a misa todos los domingos públicamente y de rodillas" confundiendo, una vez más, la fe de cualquier ciudadano con la posición del Estado ante las diferentes religiones. El padre Soto escribió varias otras barbaridades: sostuvo que la actual demanda de que los ministros de culto no hagan proselitismo electoral implicaría que se buscaría eliminar "el domingo, la navidad, el año nuevo, el Grito de Dolores, el Himno Nacional, la bandera trigarante y 500 años de cultura". Fue más allá y acusó al gobierno de no actuar para realizar un estudio "imparcial" del Estado laico, como lo había prometido en campaña, luego de "150 años de mentiras oficiales que han dejado una huella profunda en este país y han deformado aún a sus mejores hombres". Las declaraciones de Soto publicadas en la página de internet de la conferencia episcopal continúa con una larga serie de graves errores y de apreciación sobre la historia de México y universal y sobre lo que significa un Estado laico.
El hecho es que si bien la secretaría de Gobernación y sobre todo el propio Creel, han insistido en que no permitirán que los prelados violen la ley, también es verdad que poco y nada se ha hecho para impedirlo y está por concluir el proceso electoral y los obispos siguen opinando a favor o en contra de ciertas fuerzas políticas.
Hoy mismo, podría suscitarse un nuevo capítulo en esta historia, cuando en la Basílica se realice la misa en honor de Santo Tomás Moro, el patrono de los políticos, convocada por el legislador panista Tarcisio Navarrete y donde se especula que incluso podría participar el propio presidente Fox. Hasta ahora esa convocatoria ha sido muy desangelada, habrá que ver qué sucederá hoy en este nuevo contexto y si a ese evento religioso se lo utiliza para reforzar el proselitismo de la iglesia o para poner distancia con él.
Ese factor seguirá contaminando la relación del gobierno con los partidos aunque el eje central de la actividad de Creel está puesta en superar los escollos electorales para, después, concentrarse en lograr la convocatoria de un periodo extraordinario de la actual legislatura, en agosto, para sacar adelante la reforma energética. En el actual contexto ello se percibe difícil, aunque no imposible. Por lo pronto, hoy se reúne Creel con los dirigentes de todos los partidos políticos.
De todas formas, al mismo tiempo que Creel debe atender el frente externo debe ocuparse del interno. Por una parte, en la multicitada lucha intestina en el equipo presidencial, donde todo indica que, por lo menos en estos momentos, se ha logrado imponer el secretario de Gobernación, sino también en la propia campaña panista. Llamó profundamente la atención que el lunes se hayan reunido en Los Pinos, el propio presidente Fox y Santiago Creel, con los dirigentes panistas Luis Felipe Bravo Mena, Carlos Medina Plascencia y Diego Fernández de Cevallos para analizar y evaluar la campaña electoral. El objetivo, una vez más, es unificar criterios porque todo indica que buena parte de la estrategia blanquiazul no iba de la mano con la planteada por el gobierno federal.
El hecho es que Creel está tomando muchos de los hilos de la operación política gubernamental y, de la mano con ello, puede y debe crecer en presencia pública. No es un dato menor porque si Creel, como todo lo indica, quiere participar con posibilidades en el 2006 (una carrera que comenzará, en los hechos, el siete de julio, un día de después de las elecciones de medio término pero que otros competidores ya están corriendo desde hace varios meses), debe hacer crecer su perfil y consolidarse en su posición como secretario de Gobernación, dándole a la operación política en esa responsabilidad los rasgos que la cultura política imponen: en otras palabras, no se puede ser secretario de Gobernación y precandidato presidencial y optar por un bajo perfil público. El momento para Creel probablemente ha llegado y deberá, desde ahora y como ha ocurrido en los últimos días, arriesgar mucho más.
Los bancos y su propia apuesta
El debate sobre una nueva auditoria a los cuatro principales bancos del país incluidos en el Fobaproa, Banamex, Bancomer, Banorte y Bital, tiene, sin duda connotaciones electorales, pero también exige definiciones que le den una salida definitiva al tema. Son demasiados los procesos que giran en torno a esta historia: demandas del poder ejecutivo contra el legislativo y la Auditoria Superior de la Federación, amparos de los bancos, denuncias de los partidos, demanda del Banco de México contra los bancos para que le proporcionen mayor información (que en realidad es un mecanismo para que la justicia decida si los bancos deben o no proporcionar esa información) y todo con el vencimiento de los pagarés del Fobaproa en el horizonte. En última instancia todo eso se resume en un solo punto que deberá resolver la justicia, la Corte: pueden o no ser nuevamente auditados por el tema Fobaproa los bancos para a partir de allí decidir si puede o no reducirse el costo de dichos pagarés vía esas auditorias y, sobre todo, si debe o no darse vuelta la página y mirar hacia el futuro más que hacia el pasado. No son respuestas sencillas.