La decisión anunciada el domingo anterior por Santiago Creel de que se retiraría la publicidad oficial de las pantallas para garantizar la equidad electoral como lo habían solicitado no sólo los partidos sino también el propio IFE, no sólo no se retiró esa publicidad del aire sino que la intensifico convirtiendo incluso al propio presidente Fox en el principal personaje de campaña del PAN.
Hace exactamente una semana decíamos que finalmente parecía que en el gobierno federal había ganado la apuesta por la gobernabilidad por sobre la lógica de administrar el poder con base en las encuestas y la publicidad. Un semana después es evidente que nos apresuramos, que no fue así, que la decisión anunciada el domingo anterior por Santiago Creel de que se retiraría la publicidad oficial de las pantallas para garantizar la equidad electoral como lo habían solicitado no sólo los partidos de oposición sino también el propio consejo general del IFE, fue sólo un destello (¿habría que pensar que un engaño?) y que el gobierno federal no sólo no retiró esa publicidad del aire sino que la intensificó, convirtiendo incluso al propio presidente Fox en el principal personaje de campaña del PAN.
Algo ocurrió. Quizás esa reunión en la noche del lunes pasado en Los Pinos entre el presidente Fox, Creel y los dirigentes panistas Luis Felipe Bravo Mena, Carlos Medina Plascencia y Diego Fernández de Cevallos modificó las cosas; quizás las encuestas están demasiado mal para el panismo o los asesores del presidente están muy preocupados por conservar sus puestos de trabajo, pero lo cierto es que se volvió a imponer la más torpe de las interpretaciones políticas: la de que estos comicios deben ser plebiscitarios, que se debe presionar para que todo se reduzca a votar a favor o en contra del presidente Fox, como lo acaba de reconocer el secretario general adjunto del PAN, Arturo García Portillo. Es una torpeza que no tiene la menor visión estratégica porque con esta lógica el gobierno federal, a partir del siete de julio, comprobará que poco y nada ha cambiado en el actual equilibrio de fuerzas, pero deberá reconstruir el hasta ahora endeble, muy endeble, andamiaje de acuerdos y hacerlo luego de semanas de confrontaciones y fricciones serias con toda la oposición.
Es como pegarse un tiro en un pie. En lugar de apostar por una lógica de gobernabilidad, de buscar acuerdos y consensos en un país donde todos sabemos que el gobierno no tendrá, sea cual fuere el resultado de la elección del seis de julio, mayoría propias en el Congreso, al foxismo le salió el pequeño trostkista que todos llevamos dentro y está apostando (dirían los viejos maestros de marxismo) a agudizar las contradicciones, a llevar sus relaciones con los partidos y las instituciones hasta el límite, para hacer una inútil (por infructuosa) demostración de fuerzas.
La administración federal retiró los anuncios de la campaña Fox Responde pero ha iniciado una más dura todavía: está la campaña de promoción del voto que puede considerarse legítima (aunque como el propio IFE lo ha expresado públicamente, lo deseable y lo políticamente correcto sería que esos tiempos se transfirieran al propio IFE para que fuera el Instituto el encargado de darle a esa campaña un sesgo realmente imparcial), pero están también los anuncios del PAN utilizando la figura y el discurso de Fox; está la increíble campaña publicitando la no comprobada (más bien al contrario) reducción de pobres en el país y la tesis del amordazamiento del presidente que, ni el PRI en sus peores épocas se atrevió a pregonar tan explícitamente.
Desgraciadamente en este caso no se puede hablar de ocurrencias o de posiciones particulares de miembros de la administración: todo el gobierno, de una u otra forma, está actuando en esa lógica y cargando los dados en su favor. La campaña abarca desde las encuestas del INEGI (con resultados sacados de contexto que en realidad no sólo distorsionan la realidad sino que hacen un daño al propio INEGI, una de las pocas instituciones serias, estatales que hemos construido en los últimos años, al convertirlo en un instrumento proselitista) hasta los citados spots, pasando por las giras, los anuncios sobre obras que aún ni siquiera comienzan, hasta la utilización de todos los instrumentos posibles para evitar que el caso Amigos de Fox estalle antes de las elecciones y pueda resultar contraproducente para las expectativas electorales del gobierno. Al mismo tiempo que se congela todo lo posible Amigos de Fox y se deja trascender, por supuesto desinteresadamente, que será imposible fincar delitos como, por ejemplo, el lavado de dinero, a Lino Korrodi y demás dirigentes de esa organización (¿cómo pueden saberlo ya si al mismo tiempo aseguran que no pueden sacar conclusiones porque las indagatorias aún no concluyen y al IFE ni siquiera le ha sido entregada toda la documentación sobre el caso?), se reactiva la solicitud de desafuero contra el dirigente del sindicato petrolero Ricardo Aldana a través de la insistencia del líder panista en la cámara de diputados, Armando Salinas Torre, que sabe perfectamente que no puede sacar adelante esa solicitud pero la propone para recordar que el tema sigue abierto.
La intervención va más allá: después de todas las denuncias y declaraciones, resulta que ahora la secretaría de Gobernación por voz de su director de asuntos religiosos, Alvaro Castro, dice que descarta la posibilidad de que se pueda sancionar a algún ministro de culto por inducción al voto y alega algo maravilloso en términos políticos: dice Castro que por el momento electoral (a pesar de que él en una reunión con los ministros de la iglesia presbiteriana ya está exonerando a los obispos de la iglesia católica) algunos quisieran que se dieran a conocer ya las conclusiones sobre la denuncias presentadas por el proselitismo de los sacerdotes y obispos, pero que apenas se está en periodo de presentación de pruebas y que la secretaría de Gobernación se ajusta, dice Castro, a "los tiempos jurídicos y no a los políticos". La pregunta es obvia ¿de qué servirá, pasadas las elecciones, esa resolución?¿cómo pueden correr por diferentes andariveles los tiempos jurídicos y los políticos en este tipo de caso?¿qué quedó de aquella exhortación que el propio Creel dirigió a los obispos algunas semanas atrás?. El hecho es que los ministros de culto de la iglesia católica siguen haciendo proselitismo y nadie los molestará desde el poder. Esa parece ser una faceta más de esta estrategia de agudización de las contradicciones: el partido de Dios, diría la diócesis de Guadalajara, es el PAN. ¿Para qué impedir el dicho desde el Estado?
La estrategia de agudizar las contradicciones, de polarizar las posiciones y colocar en el límite la relación con los partidos y las instituciones es costosa y lo será aún más en el futuro. Las acusaciones contra la Fepade o contra el IFE se vuelven norma, la controversia en torno a la partidización de la procuraduría general de la república no ayuda ni a esa institución ni al procurador Macedo; el IFE parece una zona de guerra: enfrentamientos internos, Jaime Cárdenas amparándose contra el nuevo reglamento del Instituto, asegurando que se trata de una ley mordaza en su contra, la mayoría de los consejeros contra Cárdenas; el PRI acusando directamente al IFE y a su presidente José Woldenberg de estar "empanizado"; el propio IFE "exhortando" al gobierno que le transfiera los tiempos de radio y televisión para apoyar el voto, el gobierno respondiéndole que quizás, pero sin decisión de hacerlo cuando estamos a menos de dos semanas de las elecciones.
¿Realmente en el gobierno federal han pensado en quién ganará con todo esto?. Las relaciones del propio gobierno con los partidos están por el suelo; la polarización con las oposiciones más marcada que nunca; el PAN utilizando el discurso que criticó durante setenta años; la justicia, la Fepade, bajo sospecha; instituciones que ganaron su prestigio social a costa de enormes esfuerzos como el IFE y el INEGI en entredicho y en el primer caso con graves divergencias internas. El siete de julio habrá que recoger los pedazos de esta estrategia (de alguna forma hay que llamarla) y pensar si, con ellos, se podrá reconstruir algo.