Después de la aparición del libro de Olga Wornat, la señora Marta Sahún de Fox había anunciado, mantener un bajo perfil público y no hacer, declaraciones. Una semana después de las elecciones federales, Marta Sahún reapareció en el terreno público de una forma hasta ahora inédita: como analista del resultado electoral, convertida así en la voz oficial del gobierno.
Después de la aparición del libro de Olga Wornat, la señora Marta Sahagún de Fox había anunciado, luego de la polémica entrevista que sostuvo con Brozo, mantener un bajo perfil público y no hacer, siquiera, declaraciones. Exactamente una semana después de las elecciones federales que terminaron con un serio descalabro del PAN y del gobierno, Marta Sahagún reapareció en el terreno público de una forma hasta ahora inédita: como analista del resultado electoral, convertida de esa forma en la voz oficiosa (¿u oficial?) del gobierno.
Hasta ahora, nadie, ni siquiera el presidente Fox había hecho una lectura pública de fondo respecto a lo sucedido el seis de julio: hubo algunos apuntes del secretario de Gobernación, Santiago Creel; una entrevista con el presidente Fox en Televisa donde manifestó aquello tan desconcertante de que él no había perdido porque no había participado en los comicios; hubo declaraciones vergonzantes de los dirigentes panistas atribuyendo, primero, la responsabilidad de la derrota a los medios y después al propio presidente Fox, pero lo cierto es que el primer análisis serio de los resultados electorales, distribuido por la oficina de la primera dama y por la agencia oficial Notimex es el texto publicado ayer por varios periódicos y titulado Reflexiones.
Las conclusiones a las que arriba la señora Fox en su texto no son novedosas: se vuelve a utilizar la figura del silencio de los abstencionistas (un silencio que, si se analiza con agudeza no es tal: resulta estruendoso y está conformado por la voz de los que ejercieron en el 2000 el llamado "voto útil" a favor de Vicente Fox y que, desencantados con sus resultados decidieron no votar en esta ocasión); se dice que no hay más camino que los acuerdos, los consensos y el trabajo en equipo para salir adelante y realizar los cambios que la sociedad desea y, de alguna forma, se ofrece una mano a las oposiciones para avanzar juntos en ese camino.
Lo novedoso no es lo que se dice sino quién lo dice. Lo mismo podría haber sido dicho como parte de un discurso presidencial (o de su vocero), dándole así todo el peso del Ejecutivo federal; podría haber sido un discurso del secretario de Gobernación, colocándolo a éste como el instrumentador de esa propuesta política; podría haber sido dicho por la dirección nacional del PAN, aceptando de alguna forma su descalabro electoral y marcando una ruta futura o, incluso, podría haber sido presentado por el futuro coordinador de los diputados panistas, Francisco Barrio, para mostrar así las cartas de navegación que regirán su futuro desempeño en San Lázaro.
Pero se optó porque la presentación la hiciera Marta Sahagún, la esposa del presidente, que no ostenta cargo público alguno pero que, de esta forma, ratifica que no sólo es una piedra angular en el edificio del poder foxista, sino también la voz del presidente.
La lecturas que se derivan de ello son muchas y no todas transparentes para tratar de entender qué está pasando en el gobierno. Para comprender el significado del texto de Marta Sahagún se debe partir de un dato duro: el lunes 7, el presidente Fox se deslindó de la derrota electoral en la que había sido un actor de primerísima línea. Poco después, antes de partir a Estados Unidos, Santiago Creel había reconocido que la jornada del domingo sí había sido un revés político para el gobierno; el PAN, primero, publicó un desplegado (agradeciendo, incluso, la victoria en Sonora y Campeche que nunca se confirmó) y nunca aceptó una derrota electoral; y el viernes, en la reunión del consejo político panista, como lo adelantaron en sendas entrevistas un día antes el coordinador electoral del PAN, Carlos Medina Plascencia, y el secretario general del partido, Manuel Espino, se responsabilizó directamente al presidente Fox y a su administración de los pobres resultados obtenidos. Era un hecho inédito: en lugar de absorber el partido la responsabilidad para no castigar a su jefe y darle un margen mayor de maniobra en la ya de por sí muy acotada segunda mitad de su gobierno, los dirigentes panistas con tal de salvar su imagen, lo responsabilizan y acotan aún más. Dicen que en esa reunión del consejo político panista, los representantes directos del presidente Fox, sobre todo el vocero presidencial, Rodolfo Elizondo y el coordinador de innovación adminsitrativa, Ramón Muñoz, se limitaron a escuchar y no dijeron palabra.
Es en ese contexto que se decide la publicación del texto de Marta Sahagún que podría ser entendido como una respuesta, pero una respuesta que suena un poco desesperada, del gobierno a su propio partido y a parte del propio gabinete. ¿Por qué desesperada?. Porque el presidente Fox no parece querer o poder recurrir a cualquier otro de sus funcionarios para presentar las propuestas que publicó su esposa. La imagen que queda es de un presidente debilitado, alejado de su partido y con desconfianza hacia su propio equipo. Recurrir directamente a Marta es una forma de ratificar que la primera dama es la voz del presidente y la interlocutora para esos acuerdos y consensos que se proponen, en un golpe que afecta, sin duda, a muchos de los funcionarios y dirigentes panistas pero que pareciera estar dirigido particularmente contra el secretario de Gobernación, Santiago Creel que es quien, naturalmente, tendría que detentar ese papel y esa responsabilidad. ¿Qué espacio le queda a Creel para orientar la política interior y la relación con las fuerzas políticas si es la señora Fox la que plantea públicamente la posición presidencial y sus propuestas futuras?
Lo que queda en claro es que Marta Sahagún recuperará el papel protagónico que había decidido dejar poco antes de las elecciones y lo hace en un nivel superior al que mostraba anteriormente: si hasta ahora Marta se había mostrado, antes y después de la boda con el presidente Fox, como una de sus principales operadoras privada para muchos capítulos de la política foxista, ahora aparece no sólo como operadora pública del foxismo sino también como la voz autorizada del propio presidente. De un primer mandatario que demuestra con ello, que no está confiando en su equipo allende Los Pinos ni en su partido y que debe recurrir a su esposa y principal confidente política para dejar en claro cuál es su posición.
Queda, sin embargo, una duda: ¿porqué no lo hizo el presidente Fox en persona o a través de su vocero, Rodolfo Elizondo?. La respuesta podría estar en otro nivel: decíamos unos días atrás que uno de los principales golpes que recibió el gobierno federal fue haber perdido a varios precandidatos presidenciales con los resultados del seis de julio. Ahora parece que la decisión está tomada y que Marta Sahagún comenzará a presentarse en ese papel, demostrando, además, que el poder real lo detenta la pareja presidencial.
La otra pregunta es cuánto tardarán de darse cambios en el gabinete y en el PAN. Porque es evidente que el presidente Fox no está confiando ni en uno ni en los otros.
Los priistas en el límite
El sábado a las siete de la tarde, el PRI tendrá que confirmar si la del domingo fue una victoria real o se transformará, ante el espacio de poder que detentará, en una carga que no podrá soportar unido. Cuando elija a su coordinador parlamentario (hasta ahora hay dos candidatos Elba Esther Gordillo y Manlio Fabio Beltrones, aunque pudiera registrarse un tercer aspirante), estará a prueba su capacidad de soportar estos desafíos sin partirse en varios pedazos. Y las fuerzas centrífugas son cada día más poderosas.