Nadie sabe cómo se filtró a los medios la información sobre la comisión de evaluación que la semana pasada el presidente Fox decidió conformar y tener una reunión con un grupo de funcionarios panistas en Los Pinos. ¿Qué sucede realmente en Los Pinos, en el gobierno, en el PAN? Ni la presidencia de la república ni en el PAN, estaban preparados para la magnitud de la derrota electoral del 6 de julio. Y por supuesto no avizoraban la magnitud del desastre regiomontano ni las derrotas en Sonora, el DF y Jalisco.
Nadie sabe cómo se filtró a los medios la información sobre la comisión de evaluación que la semana pasada el presidente Fox decidió conformar en la reunión que suele tener con un grupo de funcionarios panistas en Los Pinos. Las versiones son innumerables, pero una de las más consistentes es que, a la indiscreción de algún funcionario que le dio la pista a los reporteros de los fuente presidencial, se sumó el famoso "fuego amigo" proveniente de algún sector del gabinete y del PAN molestos porque una comisión de pares evaluaría su desempeño.
¿Qué sucede realmente en Los Pinos, en el gobierno, en el PAN? Lo primero que se debe entender es que a pesar de los datos existentes, ni la presidencia de la república ni el PAN (el pecado de la soberbia es terrible cuando se está en el poder) estaban preparados para la magnitud de la derrota electoral del 6 de julio. Por supuesto que sí lo estaban algunos de los miembros más avezados del equipo de Fox, pero hasta horas antes de las elecciones las encuestas que la dirección nacional del PAN le presentaban al presidente eran en el sentido de que el partido en el poder ganaría las elecciones por unos cinco o seis puntos por encima del PRI. Y por supuesto no avizoraban la magnitud del desastre regiomontano ni las derrotas en Sonora, el DF y Jalisco. Es verdad que en Los Pinos tenían, también, otras cifras, pero todo indica que, hasta última hora (algunos aseguran que hasta en la propia mañana del domingo) se siguió confiando en los números que el PAN le presentaba al presidente Fox. Por eso la sorpresa, el desconcierto y la falta de preparación ante un escenario que, por otra parte, la mayoría de los medios y los propios partidos de la oposición, ya preveían desde varios días atrás. Sorpresa y desconcierto que se pudieron observar en cadena nacional el mismo domingo en la noche en el mensaje que trasmitió el presidente Fox.
El lunes siete de julio y en los días posteriores, hubo varias reuniones en Los Pinos para tratar de entender qué había sucedido. Por una parte el presidente Fox se reunió con los dirigentes del PAN, sobre todo después de aquellas desafortunadas declaraciones respecto a que la responsabilidad de la derrota era de los medios, y con ellos integró una comisión, con dirigentes de las distintas corrientes partidarias, para analizar lo sucedido. Pero, por otra parte, y ante la inquietud de un grupo de miembros del propio gabinete, se terminó integrando otra comisión, más pequeña y aparentemente de mucho mayor peso en el ánimo presidencial, la ahora muy conocida de evaluación que en realidad está integrada por cinco miembros: participan de ella, como se dijo, el secretario de Gobernación, Santiago Creel, el vocero presidencial, Rodolfo Elizondo, y el coordinador de la oficina de innovación gubernamental, Ramón Muñoz, pero también el director de Banobras, Felipe Calderón y la secretaria de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota.
Esa comisión se ha estado reuniendo a pedido del presidente Fox desde la semana pasada en forma cotidiana no precisamente para evaluar a sus compañeros de gabinete, como se ha dicho, pero tampoco sólo para analizar el resultado electoral, como también se dijo. Y sus resultados estarán más cerca de lo primero que de lo segundo. El objetivo de la comisión, que está recopilando opiniones de distintos actores de la vida nacional, desde empresarios hasta ministros de culto, pasando por intelectuales o analistas, es tratar de explicar qué impactó realmente en la credibilidad del gobierno y por ende en la rotunda caída electoral del panismo, para, sobre esa base, definir el futuro de la estrategia de la segunda mitad del foxismo.
Y en ese estudio se están entrelazando decisiones políticas y económicas, estrategias gubernamentales, problemas de imagen y, por supuesto, la mala labor del PAN y la poca implantación que tiene como partido en el país. La idea es tratar de comprender qué es realmente lo que no está funcionando en el gobierno y eso, en última instancia deberá determinar movimientos en el propio equipo presidencial, movimientos que, en fuentes del más alto nivel gubernamental, se asegura que en algunos casos ya estarían definidos, e incluso varios de los afectados ya estarían avisados de la decisión presidencial, que se tendrá que realizar sin duda antes de que se inicien a mediados de agosto, en forma mucho más firme, los trabajos legislativos.
La comisión no ha concluido sus trabajos, aunque éstos están marcados por el sentido de la urgencia. Se espera que para la próxima semana sus miembros le puedan entregar al presidente Fox las conclusiones para que entonces ya se puedan definir las nuevas líneas de trabajo y los movimientos políticos que ello conllevará.
Hasta ahora tienen avances importantes. Han podido medir la magnitud de la falta de implantación orgánica del PAN, particularmente en los estados donde gobierna y la desilusión de los grandes conglomerados urbanos con la gestión presidencial. El PAN no tiene estructura alguna en 600 de los 2 mil 400 municipios del país, no ha consolidado (como sí lo ha hecho siempre el PRI y ahora el PRD) su estructura en los lugares que gobierna; más de 200 comités locales, apenas tienen entre uno y diez militantes. Y eso se ha reflejado en la pérdida de votos: según los estudios que ha realizado el propio gobierno tres de cada cuatro votos perdidos por el PAN en las recientes elecciones, se perdieron en las grandes ciudades del país, en el Distrito Federal, en la zona metropllitana de Guadalajara, en Monterrey y en Ciudad Juárez y en todas ellas se suponía que el panismo tenía posiciones dominantes en el pasado.
¿Por qué el PAN está perdiendo esa presencia en las grandes ciudades? Sin duda por un cúmulo de cuestiones no resueltas y promesas no cumplidas pero la antedicha comisión está tratando de encontrar los eslabones que permitan jalar de toda la cadena y comprender lo que determina esa percepción. Y obviamente se han encontrado con aspectos nodales en ese sentido. Uno de ellos, el que califican quizás como el punto de inflexión en términos de las expectativas y confiabilidad del gobierno foxista está en el tema de Atenco: la inoperancia gubernamental, la falta de coordinación, el crecimiento de un conflicto que se suponía absolutamente controlado hasta el grado de que la movilización de un grupo de comuneros hiciera cancelar el principal proyecto de obra pública del sexenio ha sido determinante en la decepción con la gestión gubernamental. ¿Por qué Atenco golpeó tanto en la percepción del gobierno?. Porque ese proyecto no implicaba más actores que el propio gobierno federal, no se podía hablar de responsabilidades del congreso o de los partidos o de limitaciones presupuéstales o del contexto internacional, como en muchos otros aspectos. El fracaso del proyecto del aeropuerto fue, por completo, atribuido al gobierno y eso fortaleció la imagen que tenía y tiene la sociedad desde el inicio de la administración y que se refrenda en prácticamente todas las encuestas independientes: la percepción de que el gobierno no tiene el control, las riendas del país, que no sabe cómo hacerlo.
Si a eso se suman la notable falta de coordinación gubernamental, las dificultades del gobierno para ceñirse a su propia agenda de prioridades (pareciera, digamos nosotros, que cada funcionario tiene su propia agenda, independiente de las prioridades gubernamentales y que la propia administración no ha terminado, desde su inicio, de definir ésta), los problemas económicos, la ausencia de crecimiento, las limitaciones de una estrategia de estabilidad que, como tal (sin crecimiento adicional), no dará más réditos políticos, por allí se estarán encontrando las grandes líneas que explicarían, para el propio gobierno, las razones de su derrota electoral y los cambios que, inevitablemente, en un futuro muy cercano deberá realizar el presidente Fox en su equipo de gobierno, en sus estrategias de trabajo, en su agenda política y, también, en su propio partido.