El martes en Ciudad Juárez vimos cómo un acto que tendría que haber estado marcado por la reflexión y la consternación social por la muerte de por lo menos 258 mujeres en forma violenta en esa ciudad fronteriza, se convirtió en un acto político. Diez años después de iniciada la ola de asesinatos.
"Cuando se jodió el Perú" se preguntaba Mario Vargas Llosa en el inicio de una de sus más populares novelas. Cuando, podríamos preguntarnos nosotros, hemos logrado convertir las mayores tragedias sociales en fiestas cívicas. El martes en Ciudad Juárez vimos cómo un acto que tendría que haber estado marcado por la reflexión (y la consternación social por la muerte de por lo menos 258 mujeres en forma violenta en esa ciudad fronteriza) se convirtió en un acto político, una fiesta cívica, un encuentro donde los políticos se felicitaron recíprocamente por haber alcanzado un acuerdo…diez años después de iniciada la ola de asesinatos.
Fuera de ello, el acto de ayer es importante, por lo que implica y por lo que significa. Pero eso no oculta que las autoridades todas, el Estado en sí, ha llegado, como lo reconoció José Luis Soberanes, el titular de la CNDH, muy tarde, diez años tarde, a Juárez. Pero en última instancia llegó y lo hizo con un acto organizado en todo lo grande: con Santiago Creel funcionando como jefe de gabinete, coordinando desde la SG las labores de la PGR, la SSP, la Sedesol, con los tres titulares de esa dependencia en el acto, con un acuerdo que les permitió trabajar con el gobernador Patricio Martínez y con el presidente municipal Jesús Alfredo Delgado Muñoz. Con un programa amplio: 40 acciones desde policiales hasta sociales, dos mil policías, inteligencia de la AFI y de la PFP, recursos. Es un programa interesante y que puede funcionar bien: pero los problemas son graves y no será fácil el futuro inmediato en términos de coordinación. El martes se dijo, una y otra vez que lo que se quiere es que no haya ni una muerta más en Juárez…y ayer aparecieron, a 45 kilómetros de esa ciudad, los cadáveres de tres jóvenes que estaban desaparecidas.
En los hechos, lo ocurrido el martes implica, sin que oficialmente se lo designe así, la desaparición de poderes en el municipio de Juárez que pasa a ser controlado por el gobierno federal: el ayuntamiento seguirá manejando la administración del municipio pero la seguridad, el control, la justicia, quedan en manos federales, incluso con un coordinador que no responde en absoluto a las autoridades locales. Y muy pocos en Juárez parecen estar disconformes con ello. El presidente municipal, el primero en hablar en la ceremonia del martes, con su discurso, permitió comprender el porqué de una medida tan radical y del apoyo de la gente a ésta. El señor Delgado, simplemente se olvidó de lo que convocaba a tantos funcionarios, invitados, organizaciones sociales: no habló de las mujeres muertas en Juárez, pero se presentó como el alma, el impulsor de un programa que, en los hechos, lo dejaba fuera de la jugada, un papel promotor que nadie admitió que tuviera. Inmediatamente después habló una joven, Angélica Fuentes, de una de las familias más poderosas de la entidad y que no tenía respaldo de las organizaciones de derechos humanos locales, que, casualmente, habló mucho de la economía de la ciudad pero que, también, olvidó referirse a lo que nos llevaba a Juárez: las mujeres asesinadas, la violencia, el narcotráfico.
Lo que queda en el aire, es que para muchos funcionarios locales y para ciertos sectores sociales, el tema de las mujeres secuestradas, violadas, asesinadas en la ciudad es importante pero no tanto. Por eso también, probablemente, la virtual intervención de poderes del gobierno federal en el municipio.
Eso terminará determinando posibles conflictos futuros entre las autoridades locales y las federales. Un ejemplo: platicando con el procurador Macedo de la Concha (que hizo en su discurso dos afirmaciones importantes: primero, dijo que los homicidios de mujeres continúan impunes; segundo, asumió la consigna de los grupos feministas "ni una muerta más", un afirmación casi temeraria para un procurador en Juárez), nos aseguraba que ya había dado dos órdenes específicas al personal a su cargo. Por una parte se revisará el expediente de todos y cada uno de los policías estatales y municipales: existe una demanda reiterada de organizaciones de derechos humanos que señalan que entre ellos podrían estar los homicidas. Ello lo llevará a topar, más temprano que tarde, con algunas autoridades pero también contra el crimen organizado y el narcotráfico: es verdad que se llevan 258 asesinatos de mujeres en los últimos diez años, pero en los últimos dos años, sólo en Juárez se han dado 140 asesinatos por ajustes de cuentas relacionados con el narcotráfico, una vertiente que, además, podría estar profundamente vinculada con el caso de las mujeres asesinadas.
Pero, además, el procurador ha ordenado que se revisen los expedientes y las investigaciones de las 258 mujeres asesinadas. El punto está en que un número importante de esos casos, según la justicia local, ya han sido solucionados (la cifra varía según las fuentes pero se estima que los aparentemente solucionados serían unos 78). Ese tema es objeto de un profundo debate en la sociedad juarence: para las autoridades esos casos están más que comprobados y cerrados, para otros sectores, incluyendo ex funcionarios de la procuraduría local, se trata de chivos expiatorios a los que se les han fabricado las pruebas para castigarlos. La revisión de los expedientes y la posible modificación de algunas sentencias podrían ser uno de los elementos más volátiles de la relación entre el gobierno federal y las autoridades locales.
De todas formas se trató de una jornada con numerosas lecturas. Allí se dio el reconocimiento de Alejandro Gertz sobre el trabajo de Rafael Macedo, luego de que ese mismo día se publicó una desconcertante versión de que el primero podría reemplazar al segundo (en realidad a Gertz se lo veía muy metido en los temas de la PFP y a Macedo, fuera de la gripe que lo aquejaba, se lo veía muy sólido en su posición); se confirmó la distancia, que parece abismo, entre el PRI y el PAN en la entidad y particularmente en Juárez; vimos y escuchamos algo que nunca nos había tocado: que el inicio de uno de los actos del programa oficial, el de reunión de las autoridades federales con organizaciones civiles, fuera inaugurado con una oración y bendecido por un sacerdote (¿recuerda usted aquello del estado laico?); vimos como regresó (quizás de la mano con la desatanización de Carlos Salinas en la visión gubernamental) la palabra solidaridad en por lo menos dos discursos, el de Gertz y el de Vázquez Mota; escuchamos una cifra que dejó preocupados incluso a los organismos de derechos humanos más radicales de la ciudad: las 4 mil mujeres desaparecidas que, aseguró el ombudsman Soberanes, existen en Juárez.
Y finalmente vimos, por fin, a Creel en una posición diferente, como jefe de gabinete y algo más. Tanto que muchos pensaban que la gira por Juárez, por cobertura, por el número y calidad de invitados, por el tono y el lenguaje corporal del propio secretario a lo largo de esa jornada, parecía el primer acto de campaña del precandidato Creel. Y no le fue mal.
Ya están evaluados
Hoy debe haber recibido el presidente Fox las conclusiones de la evaluación de los resultados electorales y de los avances en los distintos programas gubernamentales, de la comisión de cinco funcionarios (Creel, Vázquez Mota,. Ramón Muñoz, Rodolfo Elizondo y Felipe Calderón) que designó el propio presidente con ese objetivo. Con las conclusiones de la evaluación en su mano, el presidente Fox tendrá poco tiempo para analizarlas y definir, ahora sí, si habrá o no cambios en su equipo y en sus estrategias, para hacer un balance global y el "corte de caja" postelectoral del que se ha hablado. Las cifras del desempleo, la resolución sobre el caso Amigos de Fox con la sanción del IFE contra el PAN, el informe del auditor superior de la federación de la cuenta pública 2001 (que se cambió del viernes 25 al lunes 28) serán el condimento que catalizará la necesidad de tener respuestas rápidas de parte del presidente.