¿Qué pasó en estos días? Rosario Robles debió renunciar a la dirección nacional del PRD por sus propios errores, mismos que no se pueden esconder con la justificación de la misoginia, lo mismo que suele argumentar, la señora Marta Sahún de Fox. El panismo, mientras tanto, lo que ocurre caería en el terreno del ridículo sino fuera, casi, casi una tragedia política. En el priísmo sólo tienen tiempo y ojos para sus propias grillas internas, repartiéndose un pastel de poder que aún no tienen.
Unos días fuera de México pueden servir para muchas cosas, entre otras para mirar las cosas con un poco de mayor distancia, salir un tanto del mundanal ruido de la cotidianidad y comprobar que nuestra agenda política sigue estancada en las luchas pueriles y personales de poder, que existen vacíos enormes que el gobierno no llena pero los partidos y el congreso tampoco y que esa agenda está tan alejada de las verdaderas necesidades nacionales como nuestras prácticas políticas.
¿Qué pasó en estos días? Que Rosario Robles debió renuncia a la dirección nacional del PRD por sus propios errores (entre ellos haber roto con Cuauhtémoc Cárdenas demasiado antes de tiempo y convertirse de árbitro en participante de la lucha interna del perredismo) mismos que no se pueden esconder con la justificación de la misoginia (que es lo mismo que suele argumentar, por ejemplo, la señora Marta Sahagún de Fox cuando se la critica y evidentemente, en ambos casos, aunque existan y seguirán existiendo misóginos, el centro de las críticas no son por la condición de mujer sino por su personal accionar político), pero también porque el PRD sigue siendo el mayor enemigo del perredismo. Los errores de Rosario, el mal manejo de algunos aspectos de la campaña pudieron haberse procesado de otra forma, y las críticas, justificadas o no, de sus relaciones personales hubieran tenido también cauces para ser analizadas en otro contexto si las distintas tribus perredistas hubieran querido hacerlo: en los hechos lo que ocurrió es que se quedó sola y simplemente la devoraron. No deja de ser paradójico cómo distintos sectores perredistas, los más importantes por cierto, festinaron con tanto ahínco la caída en desgracia de uno de sus personajes más populares y conocidos. Rosario se equivocó y mucho, se equivoca también en la argumentación que utiliza para justificar su salida, pero tampoco merecía ese trato de sus propios compañeros de partido.
Pero ¿cómo podríamos explicar un trato diferente para Rosario Robles cuando Enrique Semo, secretario de cultura de Andrés Manuel López Obrador, coloca en el centro de sus ataques y críticas al PRD a Cuauhtémoc Cárdenas, cuando éste le responde en forma durísima colocándolo al lado de quienes impulsaron el voto útil por Fox en el 2000 y explícitamente deja en claro que se trata de un ataque ligado a la lucha por el 2006?¿qué se puede esperar cuando los dirigentes del PRD se están peleando el poder en el 2006 sin asumir que en el 2003 no alcanzaron siquiera el 20 por ciento de los votos?
En el panismo, mientras tanto, lo que ocurre caería en el terreno del ridículo sino fuera, casi, casi, una tragedia política. Evidentemente la derrota electoral del 6 de julio alteró todos los equilibrios internos en el partido y en la relación con el gobierno. Días atrás decíamos que hoy, Vicente Fox se debería estar arrepintiendo de no haber hecho diputado a Antonio Lozano Gracia y haber apostado todo a encuestas mal procesadas y digeridas, pensando que ese día alcanzaría la mayoría absoluta en la cámara de diputados, lo que lo dejaría con una bancada fuerte en San Lázaro encabezada por un duro como Francisco Barrio mientras desplazaba a Diego Fernández de la cámara de senadores dejando en su lugar a Carlos Medina Plascencia e incluso algunos pensaban que ése sería el momento para hacer, también, un cambio en Bucareli que llevara allí a alguno de los duros o por lo menos que dejara a Santiago Creel con un margen de poder totalmente acotado, todo ello mirando también de cara al 2006. Evidentemente no fue así y el presidente Fox (que sigue sin comprender, ni él ni varios de sus principales colaboradores la profundidad de la crisis social que se está viviendo) debió recargarse en los que intentó desplazar, sobre todo en Creel, en Diego en el senado y en buscar canales alternos en la cámara de diputados para no apostar todo a Barrio. Pero resulta que Medina Plascencia todavía aspira a colarse para el 2006 pero para eso necesita demostrar, vaya paradoja, que el error no estuvo en la campaña, donde él, Luis Felipe Bravo Mena y Juan Molinar Horcasitas tuvieron un papel protagónico, sino en el propio gobierno y más precisamente en el presidente Fox y en la corriente doctrinaria de su partido, a la que más paradójicamente aún desplazaron del escenario para quedarse con todo el control de la campaña (y ahora parecen argumentar que lo que sucedió es que "les faltó" poder).
Pero como la lucha interna en el panismo y en el gobierno se profundiza cada día, la senadora Luisa María Calderón (¿qué dirá su hermano Felipe?¿la habrá respaldado en un golpe tan obvio?) presenta una moción dirigida en forma directa contra Diego obligando a Bravo Mena a ratificarlo al frente del panismo en el senado aunque implique una virtual ruptura con Medina Plascencia y ello debilite aún más su posición en el partido. Y en el gobierno es igual, no sólo cuando los zapatistas institucionalizan una virtual zona liberada en Chiapas se considera que ello es un "avance" en el inexistente diálogo con el EZLN sino que, además, cuando Amnistía Internacional presenta un durísimo diagnóstico sobre la situación de los derechos humanos en particular en Ciudad Juárez, quizás exagerado pero no tan alejado de la realidad como algunos quieren creer, en lugar de fortalecer su área de derechos humanos se le da un golpe absurdo, despidiendo a Mariclaire Acosta, la subsecretaria encargada del área en la cancillería, alegando off the records que en realidad Acosta respondía más a Castañeda que a Luis Ernesto Derbez.
En el priismo de todo eso no se han enterado: sólo tienen tiempo y ojos para sus propias grillas internas, repartiéndose un pastel de poder que aún no tienen pero que ya sienten como si fuera suyo. No se discute ni la agenda partidaria ni la legislativa, ni siquiera los procesos de selección de candidatos (a pesar de que vienen diez elecciones estatales el año próximo) sino quién se quedará con qué comisiones en el congreso y en qué condiciones, o si Elba conserva o no la secretaria general del PRI, quién es más foxista, o salinista o zedillista, pero la ambición por trozos de poder de la mayoría de sus dirigentes es tan manifiesta que ni siquiera comprenden las dificultades por las que pasan sus adversarios.
Mientras tanto la historia está pasando por otro lado. Hace años, desde 1997, que estamos discutiendo sobre una reforma energética que se basa en buena medida en la privatización (mejor dicho en la inversión privada) en el sector argumentando que es una necesidad insoslayable para la modernización del país y para ponernos a tono con la propuesta que sobre el tema impulsaba en aquellos años Estados Unidos, lo cual se reforzó con la llegada al poder de George Bush hijo en Estados Unidos y del presidente Fox en México. Tan insistente ha sido el presidente Fox con el tema que lo ha colocado en la cima de las prioridades del gobierno, incluso en varias ocasiones por encima de la reforma hacendaria y por supuesto de la reforma del estado.
Pues bien, el enorme apagón registrado el pasado fin de semana en Estados Unidos y Canadá ha demostrado muchas cosas, pero entre ellas ha confirmado que esa reforma eléctrica basada en la privatización fracasó, sobre todo porque las empresas privadas, buscando maximizar sus utilidades no invirtieron en el mejoramiento de la propia red de suministros: a pesar de que se quiso responsabilizar a los canadienses de lo sucedió, se ha comprobado ya que la responsabilidad proviene de los sistemas de energía estadounidenses (el origen de la crisis se dio en Ohio) pero sobre todo que la causa es que, como han dicho autoridades del sector en Canadá, la red de suministros de Estados Unidos está tan descuidada que es digna de un país del "tercer mundo".
¿Cuáles fueron las reacciones de la clase política mexicana ante un evento tan espectacular como trascendente para las decisiones que tendrán que tomar en las próximas semanas, en la siguiente legislatura? Porque nadie duda que una reforma energética es imprescindible, pero también que el modelo sobre el que se estaba trabajando, luego de la crisis de California y de los sucedido en Nueva York, el medio este estadounidense y la provincia canadiense de Ontario, ya ha sido superado por la realidad y no ha tenido éxito. Pero ¿para que concentrarse en ello cuando es mucho más interesante la lucha interna por parcelas de poder personal?