El PAN esta procediendo a un reacomodo interno que, más que modificar su estructura para adaptarla a los nuevos tiempos políticos, se busca un nuevo equilibrio interno de poder en el gobierno. Las decisiones que tomó el sábado el comité ejecutivo nacional del PAN confirman la derrota de toda un ala de ese partido.
El PAN está procediendo a un reacomodo interno que, más que modificar su estructura para adaptarla a los nuevos tiempos políticos como se dijo el sábado, lo que busca es acomodarla al nuevo equilibrio interno de poder en el gobierno y preparándolo, más que para los comicios en el 2004, donde tiene pocas opciones reales (salvo en Chihuahua y en Aguascalientes, quizás en Veracruz) , para la sucesión presidencial en el 2006.
En realidad las decisiones que tomó el sábado el comité ejecutivo nacional del PAN confirman la derrota de toda un ala de ese partido que había logrado desplazar a los llamados doctrinarios en el proceso preelectoral, lo que se reflejó en la lista de diputados plurinominales y el virtual veto impuesto a Antonio Lozano Gracia. Un derrota que, de la mano con la del seis de julio, comenzó por el desplazamiento en Los Pinos de esa misma corriente. La salida de Rodolfo Elizondo de Los Pinos hacia la secretaria de Turismo (en realidad el objetivo de Rodolfo era tener un papel similar al que tiene hoy Alfonso Durazo o, incluso, llegar al Palacio de Covián); el distanciamiento evidente de Los Pinos con personajes como Lino Korrodi; el desplazamiento (en realidad tendría que consignarse como un acotamiento de poder, porque su margen de operación en la casa presidencial sigue siendo muy amplio) de Ramón Muñoz, fueron acompañados por el ascenso de Alfonso Durazo, la llegada de nuevos funcionarios que no estaban ligados directamente al antiguo entorno presidencial, un papel creciente de Santiago Creel en la operación global del gobierno, un nuevo protagonismo de Diego Fernández de Cevallos en el establecimiento de la agenda legislativa, e incluso un liderazgo en la nueva bancada de diputados panistas de Francisco Barrio mucho más acotado de lo que el propio ex gobernador pensaba cuando fue designado (en ese sentido se debe prestar especial atención a la designación, como segundo de a bordo de Germán Martínez, cuya influencia será creciente en la bancada de diputados panistas).
Lo que ocurrió el sábado en la reunión del CEN del PAN fue, simplemente, el reflejo de esos otros movimientos en el gobierno. Si en la etapa preelectoral se le dio todo el poder en el partido a Carlos Medina Plascencia como coordinador de elecciones y al secretario general Manuel Espino como el operador del trabajo partidario, dejando a Bravo Mena en un papel prácticamente decorativo, lo lógico era que ambos perdieran posiciones como ocurrió. Si el seis de julio el PAN hubiera ganado, hoy Medina Plascencia estaría estrenando la coordinación de los senadores panistas y presentando su precandidatura para el 2006, Diego estaría en su casa, y Manuel Espino manejaría al PAN, dejando a Bravo Mena para labores protocolares. No fue así y la decisiva oficina electoral de Medina Plascencia simplemente desapareció, la secretaría general de Espino (que apenas la semana pasada hablaba de un "complot de cobardes" en el PAN para tratar de desplazar a Bravo Mena ¿o al propio Espino?) se convirtió en una suerte de administradora de asuntos internos, sin decisión en los temas políticos sustanciales y Luis Felipe Bravo Mena nombrará los nuevos cuatro supersecretarios, ya lo verá usted, en estricta coordinación con la secretaría de Gobernación.
Porque lo que está ocurriendo es que en el PAN se están preparando para el 2006 y cada vez es más evidente que la única candidatura sólida que podrá impulsar ese partido es la de Santiago Creel, lo cual lo coloca a éste en una posición de preeminencia política como no la había tenido en todo el sexenio, pero también en un contexto de peligro político indudable porque se vuelve un objetivo claro para muchos de sus adversarios. Y Creel entonces deberá sentirse mucho más cobijado que hasta ahora en su partido, en la cámara de diputados y de senadores.
En realidad, todos los movimientos desde el seis de julio convergen en ese sentido. El ascenso de Alfonso Durazo como un virtual jefe de staff en Los Pinos tiene esa lógica: Durazo maneja ya la agenda presidencial, el discurso, la relación con los medios (desde la prensa hasta las concesiones), es la llave de entrada y salida con el presidente Fox, pero lo hace desde una posición especial: la del hombre que sabe que no tiene un futuro político propio para el 2006 por lo menos en términos de ambiciones electorales, como le sucedió en su momento a Emilio Gamboa, a José Córdoba o a Liébano Sáenz. Por historia, por características políticas, por la integración que le ha dado a su equipo, el trabajo de Durazo está destinado a otorgarle mayor eficiencia a la labor de la casa presidencial y veremos, también, que la relación con Gobernación se irá fortaleciendo.
Creel, por su parte, se queda prácticamente con el monopolio de la operación política del gobierno y, ya lo veremos, con el control sobre el PAN, sin que existan ya, prácticamente, voces alternas que le disputen esos espacios. En este contexto, mucho se ha hablado de las aspiraciones de Marta Sahagún de Fox, particularmente después de la entrevista que le hizo nuestro amigo Jesús Blancornelas, donde Marta asegura que sólo sería candidata si "un hombre se lo pidiera". Jesús, obviamente, le preguntó cómo estaba eso, si antes había dicho que no sería candidata y Marta simplemente reiteró lo anterior, que si "un hombre se lo pedía" podría considerarlo, dejando abierta una puerta para esa posibilidad.
Pero no creo que estemos en un contexto en el cual veamos una lucha por la candidatura presidencial del PAN entre Creel y Marta. No por falta de ganas de la primera dama, sino porque las condiciones así lo determinan: probablemente lo que Marta está haciendo es abrir una posibilidad con dos objetivos. Primero, estar en esa lógica porque, hay que recordarlo, por lo menos hoy, si no es Creel, el PAN no tiene candidato y por lo tanto siempre tiene que tener opciones de recambio, y allí sí el factor Marta podría ser una realidad, al tiempo que distrae mediáticamente. Y segundo, porque, como no son lo mismo, esa puerta abierta de la candidatura de parta de la señora Fox tampoco deja completamente suelto a Creel en su camino, lo obliga a mantener algo más que un lazo con otros sectores del foxismo con los cuales la relación no es buena. También se ha especulado con la posibilidad de que, finalmente, la señora Fox lance su candidatura, pero por una fuerza distinta al PAN. Todo puede ser en el futuro, pero esa especulación es, hoy, casi imposible que se torne realidad: no hay un espacio político que la haga viable.
Las designaciones en la supersecretarías panistas tendrán, ya lo veremos, que confirmar ese escenario.
Aparece Jackson
En términos políticos, la reunión de la CNC el sábado, durante la inauguración de la Conferencia Continental de Productores Rurales de América Latina, podría traducirse en algo así como que en el PRI no sólo están Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo. Muchos de los gobernadores tienen su propia apuesta y otros miran hacia el senado. No nos engañemos, el foro del sábado fue de Heladio Ramírez, entre otras cosas, para mostrar a Enrique Jackson.