No estuvo presente en la reunión del viernes en la casa de don Roberto González Barrera pero nadie debe haber dudado de que su espíritu flotaba en el ambiente. Allí, en la amplia residencia de don Roberto en Las Lomas estaban el presidente Fox, la plana mayor de los dirigentes priístas, incluyendo sus coordinadores parlamentarios, la mayoría de los gobernadores de ese partido, el anfitrión y su yerno, Carlos Hank Rhon. Carlos Salinas de Gortari, obviamente no estaba allí, pero el concepto de la convocatoria había sido suya.
No estuvo presente en la reunión del viernes en la casa de don Roberto González Barrera pero nadie debe haber dudado que algo así como su espíritu flotaba en el ambiente. Allí, en la amplia residencia de don Roberto en Las Lomas estaban el presidente Fox, la plana mayor de los dirigentes priistas, incluyendo sus coordinadores parlamentarios, la mayoría de los gobernadores de ese partido, el anfitrión y su yerno, Carlos Hank Rhon, en una plática que alguno de los participantes calificaron como de las mejores que han tenido en estos tres años con Vicente Fox. Carlos Salinas de Gortari, obviamente no estaba allí, pero pocos podrían dudar que la idea, el concepto (dirían los posmodernistas) de la convocatoria había sido suya.
La relación de González Barrera con el ex presidente y su familia no es nueva y jamás ha sido desconocida por el principal accionista de Gruma y Banorte. Al contrario, incluso en los momentos de mayor deterioro de la imagen pública de los Salinas, cuando la crisis y la detención de Raúl, González Barrera aceptó, públicamente, su amistad, aunque en privado criticara algunos excesos de esa familia que conocía desde décadas atrás, pero nunca se deslindó. Eso no impidió que mantuviera una buena relación con Zedillo y que en la pasada campaña electoral tanto Francisco Labastida como el propio Vicente Fox tuvieran respaldo del empresario. Pero la comida del viernes pareciera tener un inspirador claro en el ex presidente porque coincide casi a la perfección con el tono de sus declaraciones del fin de semana pasado en Washington. De alguna forma pareciera que el mensaje fue: esto es lo que yo puedo ofrecer. Y así fue recibido.
El presidente Fox tomó la oferta. Llamó la atención que el presidente llegara solo a esa comida en la elegante casa de González Barrera: ni Marta ni ninguno de sus colaboradores y funcionarios. Estaba relajado, tranquilo, conocía a todos los participantes y a todos los llamó por su nombre, se tomó primero un tequila y luego, ya en la comida, un par de generosos vasos de buen vino. Le dijo a los priistas que había entendido el resultado electoral de julio pasado, cuando habló del PAN nunca lo hizo refiriéndose a "mi partido", sino como una fuerza política más y les pidió que lo ayudaran, no para reformas de corto plazo sino en las de largo aliento, que no tendrían un efecto sexenal. Y aparentemente alcanzó un acuerdo tácito con los presentes. Apenas un día después, el propio presidente nacional del PRI, Roberto Madrazo, dijo en Tabasco, que su partido podría apoyar esas reformas, como había comenzado a expresarlo en la reunión del miércoles en Gobernación, antes de que la reventara el gobernador de Oaxaca, José Murat (que no estuvo, no sabemos si fue invitado, en la comida del viernes en casa de González Barrera), y Carlos Flores Rico adelantó que se podrían comenzar a tomar las medidas internas necesarias para destrabar los candados en los documentos básicos. Otro participante en la comida, me aseguró que, salvo Murat, el senador Manuel Bartlett y otros personajes menores en el priismo, el proceso de cambio podría avanzar no sin problemas pero con bastante certidumbre.
Algunos resultados de lo platicado en la comida se vieron de inmediato: en la reunión de hoy de la Conago ya no irá el presidente Fox, para evitar ahondar el debate que se estaba generando con la propuesta del gobernador saliente de Nuevo León, Fernando Elizondo, sobre los términos de la convocatoria para la Convención Nacional Hacendaria, y ello permitirá varios movimientos: por una parte, que participe activamente en esa propuesta Natividad González Parás, que asumirá la gubernatura de Nuevo León el próximo sábado 4 de octubre (¿es necesario recordar que González Parás fue un candidato muy cercano a González Barrera, que le dio amplio apoyo, tanto que el director general de Banorte, Othón Ruiz Montemayor es uno de los principales asesores en el área económica del futuro gobernador?); luego, que Fernando Elizondo se incorpore al equipo del presidente Fox precisamente para tareas relacionadas con la convención hacendaria; en el ámbito priista, que este miércoles se reúna la comisión política del partido para comenzar a analizar estos temas, y se convoque al consejo político del partido, sin descartar que, para noviembre, pueda convocarse a una asamblea nacional que aborde estos temas, modifique los documentos básicos y defina las reglas internas para la selección de candidatos, tanto para los procesos estatales que faltan como para la elección presidencial.
En todo este proceso la clave está en los gobernadores. Y la mayoría de ellos están decididos a apostar por los acuerdos, entre otras razones porque les beneficia en sus estados y porque varios de los que están de salida, quieren participar en el proceso de selección de candidatos para el 2006: quieren la candidatura presidencial o asegurar, por lo menos, por esa vía, una senaduría para el próximo sexenio. Entre ellos, Manuel Angel Núñez Soto que ha tenido una activa participación en las últimas semanas, Tomás Yarrington que lanzó implícitamente su candidatura con su seminario sobre la pobreza, acompañado de Felipe González (¿alguien recordará que un seminario igual organizó en 1993 Colosio para lanzar implícitamente su candidatura?), y Arturo Montiel que lanzó la casa por la ventana con su cuarto informe de gobierno. Todos ellos apoyarán las reformas, al igual que otro aspirante, Enrique Martínez, gobernador de Coahuila, y por lo menos dos de los más poderosos gobernadores entrantes en el PRI, Eduardo Bours (que no asistió a la comida del viernes por la situación que creó en su estado el huracán Marty) y el propio González Parás.
Entre los gobernadores prisitas la única oposición, dicen, provendrá de José Murat, que está apostando a una distancia creciente con el gobierno e incluso con la dirigencia de su propio partido. Las razones de la férrea oposición de Murat, sazonada con sus críticas a Carlos Salinas, pueden ser muchas: desde un distanciamiento real con Roberto Madrazo, del que muchos no están aún convencidos, hasta un movimiento enfocado a buscar romper una hipotética alianza en su estado de toda la oposición (y de sectores prisitas opuestos a su gobierno) en su contra, propiciando un acercamiento con un sector del PRD en estos temas. En el senado, Manuel Bartlett sin duda presionará para que no haya modificaciones en el tema energético, pero parece estar quedándose solo en la cámara alta, mientras que en la de diputados, pareciera que sólo la mayoría de los diputados oaxaqueños, en consonancia con la posición de su gobernador, rechazarán estas reformas, más algunos legisladores del bronx. Críticos de ellas como Manlio Fabio Beltrones, que estuvo en el encuentro del viernes, han matizado su posición.
Un punto clave en esto es que si bien el miércoles pasado en Gobernación, Santiago Creel y Felipe Calderón le presentaron a los prisitas una propuesta de reforma eléctrica, en la comida del viernes, el presidente Fox fue muy insistente en que su gobierno no estaba casado con ninguna propuesta: que los prisitas les presentaran una propuesta viable y que su gobierno la apoyaría. Y si el PRI quiere regresar al gobierno, no puede rechazar ese tipo de ofertas.
El punto clave está en los tiempos. Es verdad que, pese a lo dicho, sí hay tiempos legislativos como para poder avanzar. Pero para lo que no existen muchos márgenes es para los tiempos internos del propio PRI: las convocatorias a su consejo político y a la asamblea nacional (si se decide no presionar con modificaciones a documentos básicos desde el propio consejo político) deben realizarse con cierta rapidez, porque el debate sobre esas modificaciones legislativas, deberá coincidir con el de las reglas de selección de candidatos, donde los gobernadores, como en el tema reformas, tienen intereses muy concretos. Ya más tardar en febrero tendrán que comenzar las designaciones de candidatos.
¿Y qué tiene que ver Salinas con todo esto?. Probablemente más de lo que parece y menos de lo que se cree: lo cierto es que este tipo de acuerdos, este tipo de operaciones constituyen, precisamente, el arquetipo de poder que el ex presidente quisiera ejercer en el futuro. Y está demostrando que sus interlocutores pueden ser útiles en ese sentido.