Ayer en la mañana en una entrevista con David Penchyna, secretario técnico del consejo político nacional del PRI, me decía que la de Felipe Calderón no era la primera visita de un secretario de estado foxista a la sede nacional del PRI, que antes, cuando el sexenio no llevaba menos de un año, visito las oficinas del PRI, el secretario de la Contraloría, Francisco Barrio Terrazas con Dulce María Sauri.
Ayer en la mañana en una entrevista con David Penchyna, secretario técnico del consejo político nacional del PRI, éste me decía que la de Felipe Calderón no era la primera visita de un secretario de estado foxista a la sede nacional del PRI. Me recordaba que antes, cuando el sexenio no llevaba menos de un año, visitó las oficinas del PRI y se reunió con su dirigencia, entonces encabezada por Dulce María Sauri, el también entonces secretario de la Contraloría, Francisco Barrio Terrazas. En esa ocasión hablaron del proceso de entrega del poder, de cómo se habían dado las cosas, de la situación que había encontrado Barrio en el cambio de administración en las distintas dependencias y, según los priistas, en aquella ocasión el titular de la Contraloría había elogiado ese proceso de entrega-recepción, como le dicen en el ámbito burocrático. Y quince días después se dieron a conocer las acusaciones del pemexgate.
Los priistas, decía Penchyna, se sintieron traicionados por Barrio, sintieron que les había mentido. Ese hecho se repitió a lo largo de todo el proceso del pemexgate y de otros, de menor repercusión pública que nacieron en la Contraloría durante el periodo de Barrio. Esos procesos, sumados a aquellas declaraciones sobre los "peces gordos" priistas que ya caerían, la difusión de que no se cambiarían "lingotes de oro" (refiriéndose a las acusaciones en torno al pemexgate) por "cacahuates" (en referencia a la reforma fiscal propuesta por el gobierno), mostraron a Barrio como un adversario frontal de los priistas, más nteresado, dicen éstos, en su agenda personal que en la del propio gobierno.
Cuando el ex gobernador de Chihuahua fue designado a la cabeza de las listas de diputados panistas, era un momento en el cual, en distintas encuestas internas le decían a Vicente Fox que su partido, el PAN, ganaría las elecciones del seis de julio: Barrio era concebido así como el futuro líder para la fracción mayoritaria en la cámara de diputados, defendiendo las posiciones del partido en el poder, y buscando su lugar para competir en el 2006. Su llegada a esa posición fue consecuencia, también, de una dura lucha interna en la cual la fracción que representaba Barrio y que era respaldada por varios de los funcionarios de Los Pinos y por la corriente panista que encabeza el senador Carlos Medina Plascencia, entonces coordinador electoral del PAN, apostaba por un línea dura dentro de su gobierno y a un derrumbe del PRI. Estaban enfrentados a los considerados dialoguistas en la propia administración y en el partido.
Ya sabemos cuáles fueron los resultados electorales del seis de julio y Barrio, sin experiencia legislativa previa, se vio al frente de una bancada del PAN seriamente disminuida, en minoría y obligada en el congreso y en el ejecutivo a negociar con el PRI para construir una mayoría legislativa que le permita al gobierno sacar adelante sus proyectos. Barrio no era el hombre idóneo para esas funciones, quizás no tanto por voluntad, sino por historia y personalidad. Esa labor la tomaron el secretario de Gobernación, Santiago Creel y, en el aspecto energético (que se sabe que es la llave que puede abrir otras opciones) el nuevo secretario del ramo, Felipe Calderón que, además, contaba con un operador tan cercano en la cámara de diputados como Germán Martínez y con una nueva dirección partidaria en donde se ubicó a varios de sus más cercanos colaboradores.
No sin desconciertos, marchas y contramarchas, pareciera que varias negociaciones en curso finalmente sí pueden funcionar: el lunes estuvo Calderón en la sede nacional del PRI y se avanzó en el concepto de una reforma eléctrica aceptable; en el PRI hay sectores dispuestos a trabajar sobre la propuesta fiscal del gobierno de reducir por una parte el IVA y el ISR pero por la otra homologar el primero de esos impuestos a todos los productos. Ya comenzaron las negociaciones para elegir el nuevo consejo general del Instituto Federal Electoral; y el presidente Fox, y el secretario Creel se han reunido muchas veces con los priistas (y también con los otros partidos, particularmente el PRD, pero el eje de su negociación obviamente gira en torno al PRI).
Evidentemente, cualquiera puede enfermarse y requerir un tratamiento médico de urgencia, pero algunas enfermedades son, políticamente más oportunas que otras. Y que precisamente en este momentos, en el cual las negociaciones están prendidas con alfileres y cualquier error, cualquier frase altisonante o declaración inoportuna, puede derribarlas (y si se cae una probablemente se caerán, por efecto dominó, todas las demás) sea precisamente el elegido por el líder de la bancada panista para ausentarse unas semanas de San Lázaro para que le hagan una operación de sustitución de una válvula cardiaca en Houston, no parece ser una casualidad. Como tampoco que oficialmente se anuncie que esa posición será cubierta provisionalmente (sólo cuando se están negociando la reforma energética, la fiscal y la renovación del IFE, entre otros temas menores) por Germán Martínez, un joven diputado, discípulo de Carlos Castillo Peraza, muy cercano a Calderón, con buena relación con Creel y que, en los hechos, se ha encargado de la coordinación del panismo en la cámara de diputados prácticamente desde el inicio del periodo legislativo, ante una ausencia, distancia de Barrio Terrazas que puede deberse quizás a su problema de salud, quizás a enfermedades políticas.
A Barrio, al inicio del periodo, dos asuntos lo golpearon duramente: primero, su discurso el primero de septiembre, francamente anticlimático. Pero esa fue una cuestión de forma: más grave fue la decisión de avanzar en el juicio de procedencia para el desafuero del senador priistas Ricardo Aldana, adoptada por el presidente en turno de la mesa directiva, el panista Juan de Dios Castro en un momento de grave falta de coordinación entre el gobierno y los diputados oficialistas. Ni en esa oportunidad, el 4 de diciembre ni una semana después, cuando se dio marcha atrás a la decisión, Barrio estuvo al frente de su bancada. Le quedó esa responsabilidad a Martínez. Si a eso sumamos, la distancia de Barrio con Creel y Calderón; la nueva correlación de fuerzas en el escenario nacional; en la relación entre el gobierno foxista y el PRI, en la propia casa presidencial de Los Pinos y dentro mismo del PAN, es comprensible que Francisco Barrio haya decidido tomar estas semanas para realizar su tratamiento médico, reemplazar esa válvula cardiaca que le está fallando y dejar a sus compañeros-adversarios, que se encarguen de un proceso en el cual no estaba participando. Si ese proceso llegara a fracasar y se diera una ruptura entre el gobierno, el PAN y el PRI, vamos a ver a Pancho Barrio recuperado satisfactoriamente y reasumiendo plenamente sus responsabilidades. Si las reformas y los acuerdos avanzan, el ex gobernador de Chihuahua, quizás requiera de un periodo de recuperación más largo de lo que se había pensado originalmente, probablemente hasta que concluya, por lo menos, este primer periodo de sesiones.
Las pensiones del IMSS
Los trabajadores del Seguro Social amenazan con irse a huelga el próximo día 16 si no se aceptan sus condiciones en la renovación del contrato colectivo de trabajo. Pero lo que está en el centro del debate entre el IMSS y su sindicato no es el aumento salarial, sino el tema de las pensiones. El Seguro Social, que dirige Santiago Levy, se acerca a una crisis muy grave como consecuencia del peso creciente que implica el pago de pensiones. Factores que van desde errores y corrupciones del pasado hasta el cambio demográfico experimentado por el país hacen insostenible el crecimiento geométrico del sistema de pensiones. No sé, no cuento con información detallada, respecto a cómo ha llevado el equipo de Levy la negociación con el sindicato ni sobre el grado de partidización que le ha dado éste a sus reivindicaciones, pero la propuesta que está haciendo el IMSS parece lógica: se propone aumentar el periodo de años trabajados antes de obtener una jubilación con una pensión completa de 28 a 35 años y la edad de jubilación de 60 a los 65 años. Cuando la esperanza de vida en muestro país ya está muy por encima de los 70 años para los hombres, parece ridículo que alguien que haya comenzado a trabajar a los 20 años, por ejemplo, pueda jubilarse, retirarse, a los 48 años (o si se comienza a los 25 a los 53 años). O jubilarse a los 60 años, cuando evidentemente puede ser productivo varios años más. A ambas medidas se opone el sindicato y ello no parece tener sustento.