Conocí a Guadalupe Morfín Otero, la nueva coordinadora de las investigaciones sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, de la peor posible. En enero de 2001 se había fugado del penal de Puente Grande, Jalisco, el famoso narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán y según una versión que nos llego a las periodistas, la presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Jalisco, Guadalupe Morfín, había sido en parte responsable de lo sucedido porque había exigido y logrado, que se relajaran las medidas de control en ese penal de máxima seguridad. Guadalupe me demostró que estaba absolutamente equivocada esa versión. Me mostró entonces todos los documentos que había enviado a distintas instancias gubernamentales, para desenmascarar y denunciar la extensa red de protección que permitía que el Chapo Guzmán y el Güero Palma, y el Texas controlar a su antojo en el penal de máxima seguridad.
Permítame el lector que comience esta columna con una historia personal. Conocí a Guadalupe Morfín Otero, la nueva coordinadora de las investigaciones sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, de la peor forma posible. Se había fugado en enero del 2001 del penal de Puente Grande, Jalisco, el famoso narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán. Como parte de las reacciones que generó la fuga (y de la lluvia de responsabilidades que nadie quería asumir), nos llegó a muchos periodistas, la versión de que la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Jalisco, Guadalupe Morfín, había sido en parte responsable de lo sucedido porque había exigido, y logrado, que se relajaran las medidas de control en ese penal de máxima seguridad. Y aprovechando esos descuido se habría fugado El Chapo. Así lo publiqué, en su momento nadie lo desmentió, e incluso, esa versión apareció en la primera edición de mi libro El otro poder, sobre las redes de la violencia, la política y el narcotráfico en México. Guadalupe Morfín, a quien no conocía, me escribió entonces pidiendo que ratificara esa información y explicándome porqué era falsa. Diego Petersen, nuestro amigo y director de Milenio-Público de Guadalajara, que conocía y bien a Guadalupe y respaldaba absolutamente su versión, organizó las cosas para que pudiera visitarla en Guadalajara.
Guadalupe Morfín me demostró que estaba absolutamente equivocada esa versión. Me mostró entonces todos los documentos que había enviado a distintas instancias gubernamentales, todo el trabajo que había realizado, no sólo para que no se relajaran las medidas de seguridad en Puente Grande, sino para tratar de desenmascarar y denunciar ante las autoridades, la extensa red de protección que permitía que el Chapo Guzmán, el Güero Palma y otro narcotraficante apodado el Texas, controlaran a su antojo el penal de "máxima seguridad". Guadalupe había documentado y denunciado desde mucho antes de la fuga del Chapo quiénes integraban esa red de protección, cómo operaba y hasta qué custodios participaban en ella. Por una u otra razón, fue ignorada por todas las autoridades locales y federales, incluyendo la Comisión Nacional de Derechos Humanos, las procuradurías estatal y federal, la naciente secretaría de seguridad pública, por todos, y los resultados de sus investigaciones no habían trascendido a los medios porque Guadalupe quería proteger la identidad de sus testigos, que eran custodios de Puente Grande que no querían participar de esa red de corrupción. El hecho es que poco antes de la fuga, Alejandro Gertz Manero, titular de la SSP, decidió investigar qué sucedía y envió a Guadalajara a Jorge Tello Peón, entonces subsecretario de seguridad pública (que estuvo sólo unos pocos días más en esa posición, mientras concluía el proceso de transición, antes de pasar a trabajar con mucho éxito en la iniciativa privada). Cuando Jorge llegó a Guadalajara comenzó a comprobar que Guadalupe no estaba exagerando y ordenó un operativo especial para retomar el control de Puente Grande.
Ese operativo tendría que entrar en operaciones a las diez de la noche: unas horas antes el Chapo Guzmán ya se había fugado. El Chapo hoy está en libertad, pero desde entonces, desde enero del 2001, en buena medida por las investigaciones ignoradas de Guadalupe Morfín, desde director del penal hasta la mayoría de los custodios están detenidos por ser cómplices del narcotraficante. Obviamente, además de una extensa historia que publicamos en su momento en la revista Arcana, para la segunda edición de El Otro Poder, la propia historia de la fuga de El Chapo Guzmán, y el papel que jugó en todo ello Guadalupe Morfín, fue modificada sustancialmente y apegada a la verdad.
Lo que me sucedió con Guadalupe Morfín es de esas situaciones, menos normales de lo que se cree en esta profesión, donde uno lamenta haber creído una versión sin confirmarla plenamente, pero también se alegra de que, aunque fuera por un error, pudiera así haber podido conocer el trabajo de una mujer como Guadalupe que fue ignorada y hostigada en su momento porque resultaba lo que una ombudsman debe ser: un personaje incómodo para el poder, del partido que sea. Pero no incómodo por un protagonismo mal entendido como en muchas ocasiones sucede, sino porque investiga, comprueba los dichos, protege a sus testigos y tiene una capacidad de insistencia a toda prueba. Eso hizo Guadalupe y si en aquel momento se la intentó deslegitimar fue porque, como consta en muchos documentos, había descubierto con tanto detalle y con tanta precisión cómo funcionaba la red de protección del Chapo Guzmán y los demás capos detenidos en Puente Grande, que el silencio que guardaban las autoridades de todo tipo parecía ser de una complicidad o una ignorancia ensordecedora.
Ahora Guadalupe (que en las pasadas elecciones federales había aceptado, aunque no fuera miembro de ese partido, encabezar la lista de diputados plurinominales en su circunscripción por el partido México Posible) es la nueva comisionada para coordinar los trabajos de las investigaciones sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. No me cabe duda que la suya es una designación acertada. Se ha dicho que quizás hubiera sido mejor una investigadora profesional o una jurista estricta, una fiscal en lugar de una comisionada. Creo que no: que lo que se necesita es sí alguien con capacidad de investigar y reunir los trozos de información que se han ido perdiendo con el tiempo (¿y la complicidad?) en Juárez, para tener una cierta claridad sobre lo ocurrido y eso Guadalupe ya ha demostrado que puede hacerlo. Pero lo que se requiere, por sobre todas las cosas, es una persona con capacidad, con valentía, con credibilidad y legitimidad por su distancia con los diferentes ámbitos del poder y todos esos son atributos que Morfín Otero tiene porque se los ha ganado con su trabajo.
Ojalá que reciba, no ahora que ya lo ha obtenido, sino más adelante el apoyo que requerirá cuando, irremediablemente, tenga que avanzar en su trabajo y toparse con escollos políticos. En el caso de las muertes de Juárez, como se ha podido documentar en muchas investigaciones realizadas sobre el tema, pero con mucha claridad en los libros de Víctor Ronquillo y sobre todo de Sergio González Rodríguez, existen una serie de intereses para no avanzar en su resolución por negligencia, incapacidad, complicidades, intentos de utilización política de uno u otro bando, por la presencia ineludible del crimen organizado, por el control que, finalmente éste tiene sobre la ciudad y la frontera, más allá de sus autoridades formales. No todos creen en la labor de Guadalupe y no todas las condiciones están a su favor. Por ejemplo, resulta ridículo que se la haya designado ahora en esa responsabilidad pero se le informe que apenas se le entregará presupuesto y podrá contar con una mínima estructura hasta fines de enero próximo: o sea que en los tres próximos meses Morfín tendrá la responsabilidad de la comisión, tendrá las responsabilidades y enormes presiones inherentes a ese cargo…pero no tendrá presupuesto ni estructura para asumirla y ejercerla.
El apoyo a Morfín debe darse ahora y en todos los sentidos. Que no le vaya a ocurrir a Guadalupe lo que a otra mujer valiente, preparada, la fiscal especial del caso Digna Ochoa, Margarita Guerra, que al final, cuando no gustaron sus conclusiones, muchos de quienes la apoyaron la dejaron sola. Guadalupe Morfín Otero, merece todo el apoyo ahora y también después.