La soberbia puede ser el peor de los pecados capitales. Lo cierto es que en el ámbito de la política, la soberbia termina siendo, siempre, casi letal. Y la soberbia parece haberle hecho una mala jugada al jefe de gobierno Andrés Manuel López Obrador, que tuvo ayer un día negro: en la mañana, en un improvisado debate en el programa de Brozo con los abogados de la familia Arcipreste, presuntos propietarios el Paraje San Juan y por la tarde la Suprema Corte de Justicia le propinó un golpe legal muy duro.
La soberbia dicen algunos que puede ser el peor de los pecados capitales, porque ella y la ira son las que terminan dando sustento a los demás. Puede ser. Lo cierto es que en el ámbito de la política, la soberbia termina siendo, siempre, casi letal. Y la soberbia parece haberle hecho una mala jugada al jefe de gobierno Andrés Manuel López Obrador, que tuvo ayer un día negro: en la mañana, en un improvisado debate en el programa de Brozo con los abogados de la familia Arcipreste, presuntos propietarios del llamado paraje San Juan, le fue mal, es verdad que no cayó en la provocación pero tuvo que soportar hasta insultos y no tuvo manera de responder con claridad a sus impugnadores. Pero en la tarde, la Suprema Corte de Justicia le propinó un golpe legal muy duro que, paradójicamente, le abre, si no se equivoca, una salida al enredo en que se han metido en el gobierno del DF con la indemnización del paraje San Juan.
Para la Corte el caso del paraje San Juan no admite la conformación de una comisión investigadora. Aceptó que el gobierno del DF sí puede presentar una solicitud de revisión como cualquier otro gobierno estatal, pero consideró que ello sería legalmente inoperante. Lo que aceptó la Corte es atraer el caso para revisar la sentencia de la juez que dictaminó sobre el juicio de amparo presentado por los presuntos propietarios para fijar así, desde la corte, el monto de la indemnización. Pero de todas formas admiten que el gobierno capitalino tiene varias vías legales aún para continuar con la demanda y que la Corte no tomará una decisión hasta que esos pasos no se agoten. En otras palabras, el poder judicial, tan vilipendiado por muchos funcionarios del gobierno capitalino, le está mostrando a la propia administración que tienen aún mucho camino legal por recorrer antes de adoptar medidas espectaculares pero ineficaces del tipo "la indemnización o la renuncia".
Incluso el asesor legal del gobierno capitalino para este asunto, el ex subprocurador capitalino Alvaro Arceo, tiene delineados por lo menos cinco procedimientos legales previos a que se pueda adoptar una decisión definitiva sobre el tema. Y es que (recordemos el pecado de soberbia) López Obrador se equivocó al colocar en esos términos el tema del paraje, no por denunciar que, en su opinión, había habido un fraude, sino porque escogió mal a sus enemigos. Primero, se enfrentó inútilmente con la Suprema Corte de Justicia y con su presidente, Mariano Azuela, un jurista respetado y respetable, que incluso respaldó decisiones tan importantes para la política capitalina del PRD como la controversia sobre el tema del aborto presentado al finalizar el gobierno de Rosario Robles. Sin duda, López Obrador tiene enemigos y poderosos, pero el presidente de la Corte, ni la propia Corte, se cuentan entre ellos: el jefe de gobierno se los inventó, los subió a un ring en el que puede ganar mediáticamente pero en el que tiene todas en su contra como para poder salir victorioso de la confrontación en el mediano y largo plazo. Pero lo más grave no es eso, sino que se trata de una confrontación gratuita, que la Corte no le estaba planteando.
El segundo problema con el manejo del paraje San Juan es que demandas como esa el gobierno capitalino deberá enfrentar varias: apenas el domingo pasado en Milenio Semanal, se develó otra demanda que enfrenta la administración capitalina por la indemnización de los terrenos en los que se asienta la Central de Abasto en el DF por el que podría terminar pagando unos 8 mil millones de pesos o "sólo" dos mil millones si logra imponer su alegato. Y como esos casos hay varios más. Entonces, en lugar de agotar las vías legales ¿para qué recurrir a un recurso político tan costoso (porque no se puede repetir) del tipo "apoyo o renuncia"?¿cada vez que tenga que enfrentar un proceso similar tendrá ahora que recurrir a lo mismo?
Esas medidas espectaculares, que sin duda concitan apoyo popular (¿quién podría creer que, tuviera o no razón Andrés Manuel, la gente no apoyaría que el gobierno dejara de pagar mil 800 millones de pesos de una indemnización que el propio gobierno califica como una transa?), las suelen adoptar políticos necesitados de reconocimiento y popularidad. Hoy, López Obrador no necesita ni de uno ni del otro: las encuestas, como la que dio a conocer ayer Consulta Mitofsky, le siguen otorgando una amplia ventaja sobre sus otros presuntos adversarios en la carrera presidencial (aunque cabe señalar que López Obrador aparece cada vez más solo en el panorama de presidenciables del PRD, mientras que los priistas o panistas, tienen porcentajes muy menores pero divididos entre varios aspirantes). Por lo tanto jugar con aquellas medidas extremas le puede terminar causando más perjuicios que beneficios, por la sencilla razón de que en ese ámbito es poco lo que tiene ya que ganar pero puede ser mucho lo que pierda en el camino, sobre todo en su relación con ámbitos tan poderosos como el poder judicial o la iniciativa privada (su rotunda descalificación para Héctor Rangel Domene, por ejemplo, no lo dejarán muy bien parado con el Consejo Coordinador Empresarial: ¿qué ganó con ello?).
Y finalmente, parece ser una línea equivocada porque se embona con la, también errónea, estrategia que está llevando a cabo el PRD como partido. La semana pasada, Pablo Gómez, a la cabeza del grupo parlamentario del PRD en la cámara de diputados, puso un ejemplo de cómo no se debe negociar como tercera fuerza política si se quiere evitar el aislamiento: lo único que logró en el tema IFE fue quedar fuera de un acuerdo que podría ser muy inconveniente entre el PRI y el PAN pero que quizás hubiera sido mucho mejor en sus resultados si el PRD, en lugar de aislarse, hubiera decidido jugar dentro de la negociación sobre el IFE. Pero no fue un error aislado: acordado el nuevo consejo del IFE, el presidente nacional del PRD, Leonel Godoy se apresuró a declarar que se trataba de una "conspiración" para evitar el triunfo de su partido en el 2006. Ahora que salió el fallo de la Corte, un fallo que bien leído le abre muchas oportunidades legales a Andrés Manuel aunque no le dé la razón en el capítulo más sonoro del debate: la creación de la comisión revisora, Godoy se volvió a apresurar y declaró que se trata de una decisión "lamentable" para la justicia de México, apeló a la intervención del gobierno federal y del congreso para que en la Corte coincidan "el derecho y la justicia".
Entonces, como decíamos ayer, el PRD está trabajando en una lógica política que no le conviene, y menos a López Obrador: una lógica de aislamiento, de confrontación directa ya no sólo con otras fuerzas políticas sino también con otras instituciones del estado: en una semana se confrontaron con el 82 por ciento de la cámara de diputados, con el poder judicial, con la Suprema Corte y con su presidente, con el nuevo consejo general del IFE, además del principal organismo cúpula de la iniciativa privada. Y tanto por nada.
No puedo entender esa actitud política si no es por una mezcla de soberbia e ira. Soberbia de quien se cree indestructible, aunque como es un político sagaz sabe que no lo es, que ningún político de su nivel puede creérselo. Ira, porque el tema del famoso paraje, terminó saliéndose de cauce y no le otorgó una victoria rápida como se esperaba, al contrario, se convirtió en un enredo manifiesto.
Andrés Manuel debe releer a Dick Morris, el influyente asesor político de Clinton: "el mensaje es más importante que el dinero. Los temas son más centrales que la imagen. La estrategia importa más que la táctica. Los avisos positivos funcionan mejor que los negativos. La sustancia es más relevante que el escándalo. Los temas son más poderosos que la imagen y la estrategia más importante que el prejuicio. Cuanto más partidario se es, menos efectivo se será". ¿O está equivocado?¿O no es eso lo que le permitió a López Obrador alcanzar la cotas de popularidad actuales?