Hay hechos desconcertantes en la política mexicana: uno de ellos es la recientísima alianza entre Cuauhtémoc Cárdenas, con el senador Manuel Bartlett y el gobernador de Oaxaca, José Murat. Los tres se unen para frenar las llamadas reformas estructurales, de la mano con sindicatos como el Mexicano de Electricistas y la UNT, que dirige Francisco Hernández Juárez.
Hay hechos desconcertantes en la política mexicana: uno de ellos es la recientísima alianza entre Cuauhtémoc Cárdenas, sin duda el dirigente histórico más representativo del PRD, con el senador Manuel Bartlett, y el gobernador de Oaxaca, José Murat. Los tres se unen supuestamente para frenar las llamadas reformas estructurales, de la mano con sindicatos como el Mexicano de Electricistas y la UNT, que dirige Francisco Hernández Juárez. Es desconcertante por historia, por lógica política y por la diversidad de integrantes, aunque en última instancia es muy probable que le termine dando la razón a aquellos que decían que el PRD no era más que el ala antisalinista (o proecheverrista) del PRI. Estoy convencido de que el perredismo es hoy mucho más que eso, pero este tipo de acuerdos muestran, lamentablemente, su peor rostro.
El único que pierde en esto es Cuauhtémoc Cárdenas. No me cabe duda del aporte que ha realizado Cárdenas en muchos sentidos para la apertura política de la vida nacional. Pero si hay alguien que fue significado por Cárdenas como su enemigo histórico, fuera del propio Salinas, era Manuel Bartlett, quien fue el secretario de Gobernación aquel 6 de julio de 1988 cuando, en la noche, "se cayó el sistema" y nunca supimos, bien a bien, cual fue el resultado electoral de esa elección. Cárdenas siempre fue intransigente con cualquiera que siquiera se acercara a los responsables de aquello que siempre calificó como un fraude electoral. Incluso los dirigentes del FDN que fueron en aquellos comicios los responsables del servicio electoral del cardenismo, nada menos que José Woldenberg y Jorge Alcocer, muy rápido fueron orillados a abandonar ese partido cuando aceptaron que no tenían cifras que pudieran confirmar que en esa jornada Cárdenas efectivamente había sido el ganador. Hace unos meses, Cárdenas y Samuel del Villar criticaron acremente a Socorro Díaz, una mujer que en su momento había sido muy cercana a la corriente democrática que dio origen al PRD y que ahora acaba de incorporarse a ese partido, porque el primero de diciembre "legitimó el fraude" al otorgarle la banda presidencial a Carlos Salinas de Gortari como presidenta del congreso. En medio de todo ello muchos otros fueron castigados en el perredismo por actos considerados heréticos. Uno de ellos fue nada menos que el fundador, junto con Cárdenas, de la corriente democrática, Porfirio Muñoz Ledo, cuando en el 99 planteó un acercamiento del PRD con Fox con vistas a construir una alianza antipriista. La historia de se repitió cientos de veces, y cada vez que un perredista se acercaba a políticos del PRI o del PAN era prácticamente excomulgado del partido.
Pues bien, ahora, para oponerse a la reforma eléctrica, Cárdenas termina aliado nada menos que con Bartlett, a quien siempre acusó de haber organizado el fraude del 88, con José Murat, un enemigo histórico del perredismo en su estado Oaxaca (y antes de la izquierda tradicional de la que también surgió el PRD), y con los sindicatos de la UNT que ahora están reconvertidos hacia el perredismo, pero que en el sexenio de Carlos Salinas fueron, sobre todo en el caso de Francisco Hernández Juárez, de los más favorecidos por ese régimen (¿cuántas veces viajó Hernández Juárez en las giras internacionales de Salinas siendo siempre presentado como el tipo de sindicalista moderno que el país necesitaba?¿porqué candidato votó el SME en 1988?). Parece que la izquierda no aprende y sigue repitiendo el pacto Hitler-Stalin, subordinando sus acuerdos políticos coyunturales con quien sea a objetivos tan estrechos que resultan risibles.
Tiene todo el derecho Cárdenas (y es coherente con su historia) al oponerse a la reforma eléctrica (incluso señala algo que es importante: no se trata de ver quién generará inversión sino que lo que se está dando a la IP es el mercado energético de los grandes consumidores), pero ¿no comprende que con éstas alianzas está dilapidando su capital político?. Preguntémonos simplemente qué cambiaría si Cárdenas en lugar de aliarse con esos personajes se hubiera quedado al frente de una oposición progresista y dejara que Bartlett y Murat y otros, se quedaran al frente de sus propias luchas y efectivos: quizás coincidirían en el objetivo final pero no se prestarían a la confusión. Porque además, la acción del ingeniero se da al mismo tiempo de que había tenido una buena intervención en el foro sobre una izquierda posible con personajes del propio priismo que tienen un perfil progresista. Entonces el martes se puede estar con los sectores de izquierda defendiendo un programa progresista y el jueves con el ala más dura del PRI defendiendo algo que parece ser lo mismo pero que en realidad es completamente diferente.
El gran ganador de todo esto es sin duda, Manuel Bartlett y ello lo confirma como uno de los políticos más inteligentes del priismo. Bartlett, un hombre que sabe que no tiene en estos momentos referentes importantes en su partido, se ató a la lucha por la reforma eléctrica desde su origen, fuera por convicción o por conveniencia, el hecho es que Bartlett tomó como suya esa lucha y poco a poco comenzó a coincidir, por una parte con los sectores más duros de su partido y por la otra con sectores perredistas, igual de duros, con los que jamás, desde el 88, hubiera sido lógico verlo coincidir.
Pero a Bartlett, además, la oposición a la reforma le ha permitido legitimar buena parte de su historia que quedó tan golpeada en el 88. Manuel que sabe que concluido el actual periodo en el senado en el 2006, tendrá pocas posibilidades para volver al primer plano político, también sabe que esta oportunidad puede marcar el fin de su carrera. Y entre ser recordado como el hombre al que se le cayó el sistema y el que frenó la venta de las empresas del estado a las transnacionales obviamente prefiere lo último. Primero, porque es parte de su forma de ver las cosas, cree en ello; segundo, porque se suele olvidar algo clave en todo esto: la ruptura de la corriente democrática se da en torno a la candidatura de Carlos Salinas. Cárdenas, Porfirio, Rodolfo González Guevara, apoyaban en aquella coyuntura a Bartlett: cuando se dio el destape de Salinas fue cuando decidieron romper con el PRI. Bartlett no los siguió porque era el secretario de Gobernación y no se atrevió a jugar la carta del cisma; también porque en su momento hizo un acuerdo con Salinas que le garantizaría, como fue, el futuro de su carrera política. Cárdenas y Bartlett rompieron por el 88, pero siempre pensaron en términos políticos más o menos lo mismo. Y ahora, quince años después vuelven a coincidir.
En el caso de Murat, ya lo decíamos: su oposición a las reformas, independientemente de las convicciones personales que pudiera tener el gobernador (nadie recuerda que se haya opuesto, durante el gobierno de Salinas, por ejemplo, a las reformas: tanto no se opuso que terminó en la organización de la campaña de Colosio, sin haber pertenecido al equipo de éste), existen dos razones poderosas para sus posiciones: primero, que quiere ser candidato presidencial o, por lo menos, presidente nacional del PRI si Roberto Madrazo es candidato presidencial. Recordemos que hace seis años, cuando se estaba jugando la candidatura de su estado, la amenaza de que se iría al PRD si no se le daba la candidatura por designación, o sea por dedazo, le dio frutos, y un gobierno y un PRI aún asustados por las consecuencias del monrealazo (cuando Monreal dejó el PRI para irse de candidato del PRD en zacatecas) doblaron las manos y Murat fue candidato. Ahora está presionando con la ruptura con objetivos similares: tener una incorporación segura al CEN priista al terminar su gestión como el "más duro de los duros" (que acusa de traición a la patria a cualquiera que vote a favor de la reforma eléctrica) y, además, así romper la alianza opositora entre PAN, PRD y Convergencia que se ha comenzado a fraguar en su estado. El objetivo es aliarse, aunque sea, con un sector del PRD para dar la imagen de que la alianza opositora no es antimurat ni agrupa a toda la oposición. Cárdenas haría bien en preguntarle, por ejemplo, a luchadores sociales como Héctor Sánchez, de la Cocei, qué piensan de su acuerdo con el gobernador de su estado y adversario de toda la vida.
¿Puede esa alianza entre estos personajes y varios sindicatos frenar la reforma eléctrica? Quizás sí, es muy probable, pero ello también servirá para confirmar algo que muchos pensamos que no es cierto: que el PRD es lo mismo que el viejo PRI y que todavía es don Luis Echeverría la mano que mece esa cuna.