Nuestra justicia en muchas ocasiones funciona en forma absurda, sobre todo cuando se quiere quedar bien con otros, como los Estados Unidos. Eso es notable en todos los terrenos pero en algunos, como la lucha contra el narcotráfico, puede ser, terrible para quien sufre las consecuencias. Dos empresarios medianos, reconocidos por su trabajo y honestos fueron detenidos y presentados como parte fundamental de una banda internacional de traficantes de drogas sintética, con operaciones en Hong Kong, Estados Unidos y México.
Nuestra justicia en muchas ocasiones funciona en forma absurda, sobre todo cuando se quiere quedar bien con otros, como los Estados Unidos, y se castiga a los que no pueden siquiera defenderse. Eso es notable en todos los terrenos pero en algunos, como la lucha contra el narcotráfico, puede ser, también, terrible para quien sufre las consecuencias.
El 4 de septiembre pasado, dos empresarios medianos, reconocidos por su trabajo y honestos, fueron detenidos y presentados como parte fundamental de una banda internacional de traficantes de drogas sintéticas, con operaciones en Hong Kong, Estados Unidos y México: se dieron a conocer sus nombres, se los presentó ante los medios como narcotraficantes y se habló de una organización conectada con los mayores cárteles del narcotráfico a nivel internacional. Habría sido magnífico si fuera verdad, pero lamentablemente se trata de dos simples empresarios, que nada tienen que ver con el narcotráfico y que todo indica que están detenidos para tapar un fracaso mayor en la lucha contra el crimen organizado.
Ese cuatro de septiembre, Julio Paradela Torices, gerente y dueño de la franquicia de la empresa de transportes Pakmail, ubicada en la calle de Atenas, en la ciudad de México, recibió cerca de las tres de la tarde una llamada desde Guadalajara. El representante de la franquicia de Pakmail en esa ciudad, Manuel Alberto Talamante, le pidió que recogieran 60 cajas con artesanías mexicanas en una colonia de la ciudad de México para entregarla a otra empresa que la enviaría a Guadalajara: esa empresa que haría el traslado de México a Guadalajara era Conexión Express. Esta no podía recoger directamente las mercancías, le dijo Talamante a Paradela, por un problema con sus horarios de recolección ya que ésta tendría que hacerse exactamente entre las cuatro y las cinco de la tarde. Entre ambos franquiciatarios arreglaron la facturación del traslado y a Paradela se le indicó que el envío venía a nombre de Oscar Monroy. La dirección donde se debía recibir el pedido para llevarlo a las oficinas de Conexión Express era en la calle Quetzalcoatl, en la colonia Cuchilla del Tesoro, en el DF.
Paradela envió a un chofer y un ayudante con una camioneta a recoger el embarque. Cuando estos llegaron al domicilio indicado sólo había una casa, pero en ese momento llegó otro camión con varias cajas ya cerradas y empaquetas, listas para el traslado. Entre los cuatro pasajeros de la camioneta y los dos trabajadores de Pakmail, en plena calle, cambiaron los bultos de un transporte al otro y a los pocos minutos la camioneta de Pakmail comenzó a dirigirse a la dirección que tenía indicada para entregar la mercancía. Pero inmediatamente es interceptada por agentes de la AFI, que detienen a los conductores José Manuel Romero Torres y Luis Ahumada Domínguez y les ordenan abrir las cajas que transportaban. Estos se niegan porque ello sería una violación a la ley, y son los agentes quienes las abren y encuentran dentro de las cajas varios millones de pastillas de pseudoefedrina, un precursor que se utiliza para la producción de varias drogas sintéticas, entre ellas, el muy conocido éxtasis.
Un par de horas después de la detención, un agente se presentó en el domicilio de los hermanos Julio y Miguel Paradela y les informó que su camioneta había sido robada junto con su embarque. Los dos hermanos fueron con el agente hasta unas instalaciones de la PGR, supuestamente para acreditar la propiedad del vehículo e identificar a los conductores. Cuando llegaron a esas oficinas fueron detenidos y se les informó que se los acusaba de ser parte de una banda internacional de narcotraficantes y de los delitos de delincuencia organizada y delitos contra la salud. Cuando preguntaron de dónde provenía esa información se les dijo que de un "informante anónimo". Unos días después, en una conferencia de prensa, la PGR reconoció que la información provenía del seguimiento de un cargamento ilegal de pseudoefedrina realizado por el departamento de Justicia de los Estados Unidos.
Simultáneamente con los hermanos Paradela era detenido el gerente de Pakmail Guadalajara, y un agente aduanal de nombre Gerardo Luis López Valerio, quien fue el que tramitó la entrada de esos productos a México. Desde entonces, todos están arraigados en una casa de seguridad en el sur de la ciudad mientras se integra la averiguación previa correspondiente. Los hermanos Paradela comparten habitación desde entonces con otras doce personas, entre ellas varios acusados de secuestro y crimen organizado.
El pequeño gran problema es que no existe una sola prueba contra los hermanos Paradela y la investigación que han realizado las autoridades es por lo menos extraña: primero, pidieron 60 días de arraigo, que terminaron hace ya dos semanas, y no presentaron ningún elemento en contra de estos dos empresarios. Como el juez que lleva el caso iba a negar la consignación pidieron 30 días más de arraigo. El juez les concedió sólo quince días que concluyen el próximo miércoles y nada indica que la situación haya cambiado.
La investigación es desconcertante: luego de su detención, el 4 de septiembre, a los hermanos Paradela tardaron 50 días en tomarle declaración; nadie ha ido a sus casas o negocios a realizar indagatoria alguna. La misma noche de la detención se le preguntó a Julio Paradela si se podían empaquetar cajas nuevas similares a las que se habían abierto para completar el envío hasta Guadalajara y ver quién lo recibía, Julio dijo que sí era posible. Pero horas después le dijeron que no tenían interés en hacerlo. Se detuvo al camión de Pakmail pero no al que transportó el producto y por supuesto tampoco a sus cuatro tripulantes, ni a ninguno de los integrantes de la red que trajo el producto de Hong Kong, lo llevó a Los Angeles y desde Los Angeles lo reenvió a la ciudad de México, salvo el agente aduanal que autorizó su ingreso al país.
La pregunta es obvia, si existió todo el tiempo un sistema de vigilancia que permitió la detención del camión de Pakmail ¿porqué no se detuvo también a los que entregaron la mercancía?¿si todos ellos eran seguidos porqué, en una decisión de elemental técnica policíaca, no se siguió la mercancía para saber hacia dónde iba?¿por qué se cortó la red solamente en el tramo entre un domicilio particular y una empresa de transporte y no se investigó ni el antes ni el después?¿porqué continúan arraigados esos dos jóvenes empresarios cuando el propio gerente de Pakmail de Guadalajara reconoció que fue él quién les pidió, como un favor, que recogieran ese embarque y cuando diversas personalidades (una de las hermanas de los detenidos es una muy destacada funcionaria de Naciones Unidas en Irak) han respaldado la versión y honestidad de los dos hermanos Paradela, lo mismo que diversas organizaciones empresariales?
¿No será que no se quiere reconocer que el pitazo que dieron las autoridades estadounidenses, por la razón que sea, se perdió y ahora se intenta "inventar" una red de narcotraficantes para enmendar el error con los estadounidenses? El subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos puede subsanar, en la medida de lo posible, la injusticia que se ha cometido con esta familia. Un hombre honesto como él, debería hacerlo.
AAZ: no será por tiempo indefinido
El jueves dijimos en este espacio que las declaraciones sobre las relaciones México-Estados Unidos serían el preludio de la salida de Adolfo Aguilar Zinser de Nueva York. Fuentes muy cercanas al embajador nos hablaron ese mismo día para decirnos que Adolfo había hablado con el presidente Fox y que éste le había pedido que permaneciera en el cargo por tiempo indefinido. El viernes, entrevistado por CNN, el presidente Fox no sólo no refrendó ese supuesto dicho sino que descalificó la declaración de Aguilar Zinser, señaló que era un grave error y no avaló al embajador, de quien ya en tres ocasiones, Washington ha pedido su cabeza. Probablemente Aguilar Zinser tenga parte de razón en su dicho, pero también es verdad que esa no es la línea del gobierno, ni tampoco del canciller Derbez o del presidente Fox y si Adolfo basaba su permanencia en la ONU en el dicho de que tenía el apoyo de Fox, desde el viernes debe haber comprendido que ya lo perdió.