En la división del PRI todos juegan, pocos ganan
Columna JFM

En la división del PRI todos juegan, pocos ganan

Al momento de escribir estas líneas no concluía la reunión de los gobernadores en Puebla y todo indicaba que la división prisita aún podría profundizarse. El debate se ha centrado en dos de sus protagonistas: Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, son muchos los que están interviniendo en este proceso, incluyendo desde los gobernadores y principales dirigentes priistas hasta el gobierno y los otros partidos, tienen en la mira un solo objetivo: el 2006.

Al momento de escribir estas líneas no concluía la reunión de los gobernadores en Puebla y todo indicaba que la división priista aún podría profundizarse. El debate se ha centrado en dos de sus protagonistas: Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, pero en los hechos son muchos más los que están interviniendo en este proceso, incluyendo desde los gobernadores y principales dirigentes priistas hasta el gobierno y los otros partidos y no todos, pero una muy buena parte de esos actores, tienen en la mira en un solo objetivo: el 2006.

Un elemento que detonó la crisis (porque le dio a Madrazo la confianza de que tendría la mayoría en el grupo parlamentario) fue el acercamiento que se produjo con Arturo Montiel, el gobernador del estado de México. Fue por eso que Madrazo se decidió a romper con Elba Esther, porque sin el apoyo de los 21 legisladores de ese estado, no hubiera alcanzado la mayoría como para intentar derrocar a Elba en la coordinación parlamentaria. La historia se inicio apenas una semana atrás, cuando, mientras Arturo Montiel estaba en una de sus giras internacionales, venía de Chicago, el secretario de Gobierno del Edomex, Manuel Cadena, llegó a las oficinas del PRI y pidió hablar con Roberto Madrazo. Los madracistas fueron tomados por sorpresa, porque el antagonismo del gobernador mexiquense y sobre todo de los dirigentes locales del PRI con el presidente del partido es conocido, más aún después de los ocurrido en torno a las listas de candidatos plurinominales para la elección de julio.

Madrazo recibió a Cadena y la propuesta de éste fue directa: viendo las cosas hasta el 2006, el gobernador, vía el secretario de gobierno, le proponía a Madrazo que no rompieran lanzas ahora, que se apoyaran ambos recíprocamente para consolidar sus precandidaturas y que sería hasta el 2005, cuando se debería definir quién encabezaría la propuesta priista, cuando se enfrentaran en un contexto político (un acuerdo que hace recordar el que establecieron en 1986 Manuel Bartlett y Carlos Salinas de Gortari para la sucesión que se decidió en septiembre del 87 y que tenía como objetivo dejar fuera a Alfredo del Mazo). Madrazo aceptó la propuesta y también la alternativa que le presentaba Cadena: que el coordinador de la fracción fuera Emilio Chuayffet, el todavía influyente ex gobernador, con el que Montiel no había podido establecer un acuerdo político de fondo en estos años. A Madrazo también le convenía Chuayffet: el reemplazante de Elba Esther tenía que ser alguien con peso propio y que no fuera visto como de su entorno inmediato. Emilio, a su vez, se había distanciado notablemente de Elba cuando ésta no aceptó encargarle la presidencia de la comisión de puntos constitucionales. La operación se dio y ello fue lo que terminó haciendo que Madrazo desechara la propuesta que se había construido con los elbistas para tratar de postergar la decisión de la comisión política permanente. De los 23 diputados del estado de México, 21 participaron de la reunión para derrocar a Elba y todos votaron por Chuayffet: sólo no participaron Alfredo del Mazo y Francisco Rojas.

Pero es ese acuerdo el que ha generado tanta preocupación en los demás gobernadores, sobre todo en los que tienen legítimas aspiraciones para el 2006. Natividad González Parás, de Nuevo León, Manuel Angel Núñez Soto, de Hidalgo, Tomás Yarrington, de Tamaulipas, Miguel Alemán, de Veracruz, Juan S. Millán, de Sinaloa, Patricio Martínez de Chihuahua, Enrique Martínez de Coahuila, Eduardo Bours, de Sonora, se han opuesto a la propuesta madracista y estaban impulsando en la noche de ayer una tercera alternativa para la coordinación parlamentaria y algunos de ellos incluso pedían la cabeza del propio Roberto Madrazo. Y es que en este contexto, los gobernadores saben que serían "planchados" por la dupla de coyuntura Madrazo-Montiel, y se quedarían sin espacios propios. Si ese grupo de gobernadores con las famosas listas plurinominales ya se sentían desplazados del partido y veían a Madrazo como un actor que al mismo tiempo hacía las veces de juez, ahora sienten que si el acuerdo con Montiel avanza, lisa y llanamente quedarían casi fuera.

Pero el hecho es que todavía no lo están, que tienen mucho peso en votos y recursos y que pueden trastornarle la vida a Madrazo en la presidencia del partido si éste decide no buscar acuerdos con ellos. Pero, además, aunque no se ha profundizado en el tema, en el senado, coordinado por Enrique Jackson, tampoco Madrazo está cerca, siquiera, de tener mayoría. Y entre todos esos grupos, la insistencia en abrir un espacio a Beatriz Paredes se ha impuesto durante toda la semana pasada.

Mientras tanto, la ruptura de la FSTSE es una demostración más de cómo se están deteriorando las cosas y de las consecuencias que la ruptura podría acarrear. Si se institucionaliza la división de los trabajadores al servicio del Estado, la federación que encabeza Joel Ayala quedaría reducida prácticamente a un cascarón: el 80 por ciento de sus afiliados la abandonaría. Esos grupos, en general, giran en la órbita del sindicato de maestros: éstos ya le dieron a Madrazo, en su reciente visita a Colima, una demostración de cómo lo presionarán en el futuro, aunque, paradójicamente, en esa lógica de partidización ellos mismos, en el mediano y largo plazo, son los que irán perdiendo legitimidad.

Pero también fuera del PRI hay interés en impulsar y sacar provecho de la división. No dejó de llamar la atención la declaración del gobernador de Morelos, Sergio Estrada Cagigal, de que en el panismo se le podría hacer un lugar a Elba Esther Gordillo. Quienes la conocen a Elba Esther y a los propios panistas de primer nivel (evidentemente Estrada Cagigal no conoce bien ni a una ni a otros) saben que eso es imposible: nadie puede imaginarse a Gordillo como militante del PAN. Pero quizás Estrada Cagigal habló de más en la lógica de otra estrategia que no les molestaría a prominentes miembros del foxismo con aspiraciones presidenciales para el 2006: en esos sectores se piensa con seriedad en que se debe realizar una alianza electoral con el PRI , o con una parte de éste, de cara a las próximas elecciones presidenciales. Consideran que se podría establecer un acuerdo programático muy puntual, con distribución de posiciones en un futuro gabinete buscando que la alianza no implicara un grupo parlamentario único, sino que se estableciera en torno a la presidencia. No es una idea tan descabellada como parece, por lo menos en ciertos sectores del PAN y del PRI. Y ni Santiago Creel ni Marta Sahagún de Fox parecerían ver esa posibilidad con malos ojos. Y tampoco personajes externos con Jorge Castañeda.

En el PRD también esperan la ruptura priista. Saben que la necesitan para fortalecer sus ambiciones, o mejor dicho la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. Sobre todo si el año próximo Ricardo Monreal avanza en su precandidatura y/o en la búsqueda de la presidencia del PRD, esa tendencia se fortalecerá. Y ambas opciones, la del PAN y la del PRD, pueden resultar atractivas para ciertos grupos de priistas, el problema es que en ambos casos sabrían que difícilmente alguno de ellos encabezaría la fórmula de poder. Y los hay, también, que por edad y generación, no verían mal esa posibilidad pensando, desde ahora en regenerarse políticamente hacia el 2012.

Madrazo aceleró el rompimiento precisamente por eso, para evitar la apertura de mayores cartas hacia el futuro, y para tratar de asumir costos ahora en lugar de pagarlos en el 2005 y así fortalecer la candidatura de su partido en torno suyo. El problema es que esos costos pueden ser tan altos, ya ahora, que pueden terminar provocando el efecto contrario al deseado: que catalicen la balcanización si se ve que no hay acuerdos de unidad posibles.

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