Excesos, intimidaciones y subordinación
Columna JFM

Excesos, intimidaciones y subordinación

No, lo que está ocurriendo en nuestros aeropuertos con las irracionales medidas de seguridad implementadas en los últimos días no debe ser tratado como un tema de soberanía, sino como un capítulo más de la lejanía política y visión burocrática con la que gobierna esta administración que confunde un acuerdo antiterrorista con la lisa y llana subordinación a un poder extraterritorial.

No, lo que está ocurriendo en nuestros aeropuertos con las irracionales medidas de seguridad implementadas en los últimos días no debe ser tratado como un tema de soberanía, sino como un capítulo más de la lejanía política y visión burocrática con la que gobierna esta administración que confunde un acuerdo antiterrorista con la lisa y llana subordinación a un poder extraterritorial.

Evidentemente existen acuerdos bilaterales y multilaterales con Estados Unidos, en torno a la lucha contra el terrorismo, que se deben respetar, ello no sólo es lógico sino incluso resulta una necesidad de política interna. El problema es lo mal que se está manejando todo esto y la dejadez del gobierno federal a la hora de exigir respeto a la letra y el espíritu de los propios acuerdos y, por supuesto, reciprocidad en la aplicación de éstos.

Una cosa es que se apliquen medidas de seguridad y control extremas (que en muchas ocasiones son imprescindibles) y otra que sea un "inspector de administración de seguridad en el transporte de los Estados Unidos" (como dijo en New York Times) el que decida si se parte o no un avión mexicano sin consultarlo con nadie, o que ese control sea selectivo y se exacerben las medidas de seguridad en nuestras aerolíneas y no en las estadounidenses. Y es que no tiene lógica, en términos de seguridad, lo que está ocurriendo: ¿alguien cree que los terroristas son estúpidos y no leen los periódicos?¿qué después de anunciar con bombos y platillos el control sobre ciertos vuelos, que se repiten un día sí y el otro también, no se les ocurrirá, por lo menos, cambiar de avión, de ruta o de método de transporte?

Las preguntas son muchísimas: ¿si salen vuelos hacia Estados Unidos de muchas ciudades mexicanas, porqué estas medidas se concentraron en el del Distrito Federal?¿Por qué ciertas líneas aéreas sí y otras no?¿qué sentido tiene realizar una y otra vez la misma revisión de equipaje?. Pero sobre todo, ¿quién puede justificar tantos excesos?¿cuál es el sentido que tiene desnudar en algún control de seguridad a un pasajero para realizarle una "inspección corporal"?¿qué arma temible puede resultar ser un cortaúñas?¿qué sentido tiene obligar a alguien a rociarse con sus perfumes o comer el queso que lleva de regalo a sus familiares, sobre todo después de que se inspeccionó el equipaje, se comprobó que no existen armas ni explosivos (los scanners que revisan los equipajes los detectarían) cuando, al mismo tiempo, las propias aerolíneas estadounidenses han vuelto a entregar, por ejemplo, cuchillos de metal, en las comidas de sus vuelos en bussines y primera clase (algo prohibido para las aerolíneas de otro país)?. Las medidas adoptadas son más intimidatorias que prácticas: el terrorismo no se combate con colas de cuatro horas para abordar un avión, sino con información e inteligencia y en estos operativos parece haber muy poco de una y nada de la otra.

El gobierno federal, una vez más, ha renunciado a jugar papel alguno que no sea el de comparsa en todo este asunto. Si existen tratados o acuerdos bi o multilaterales, deben cumplirse como tales, pero lo que estamos viendo es una simple aceptación de medidas unilaterales. Un ejemplo: ¿qué sentido tiene que se aplique el operativo US Visit sólo a los pasajeros que llegan a Estados Unidos de países de los que se requiere visa?¿porqué los mexicanos deben aportar su foto y su huella para entrar a Estados Unidos (además de toda una serie de medidas tan absurdas como obligar a los viajeros a la hora de llenar su formulario de entrada, a colocar la dirección exacta del hotel al que llegarán pero no el nombre del hotel) pero los de los países que no requieren visa no están sujetos a esa exigencia?¿qué tipo de operativo de seguridad es ese?¿no se enteraron los agentes de Tom Ridge que la enorme mayoría de los 19 terroristas que atentaron contra las torres gemelas entraron al país sin visados, con pasaportes de países que no lo requerían?

La lucha contra el terrorismo, insistimos, requiere de información e inteligencia y para ello, en un combate trasnacional, se requiere de reciprocidad. Porqué entonces cualquier latinoamericano es objeto de una investigación y un fichaje policial y, por ejemplo, un europeo, no. Porqué los turistas que ingresan a Estados Unidos deben cumplir con esos requisitos y las autoridades de Estados Unidos no le exigen a sus propios ciudadanos ni siquiera un pasaporte en regla para salir e ingresar a su país (la copia de un acta de nacimiento le puede servir para realizar muchos viajes, para salir y entrar al país, no requieren el pasaporte y tampoco tienen, siquiera, un documento de identidad oficial). Si hablamos de reciprocidad, de la necesidad de contar con una base de datos amplísima para combatir al terrorismo (y seguramente es necesaria) porqué no se ficha, se registra con foto y huella, a los propios estadounidenses dentro de su territorio o se establece un mecanismo similar en países como México que reciben miles de visitantes estadounidenses diariamente.

Se podrá argumentar que quienes atentaron contra las torres gemelas eran extranjeros, pero se olvida que el mayor atentado de la historia en territorio estadounidense, exceptuando los del 11 de septiembre, lo cometieron ciudadanos de ese país (encabezados por el ultraderechista Timothy Mc Veight) contra el edificio del FBI en Oklahoma City; que una de las campañas de atentados con cartas-bomba más extensa de la historia de la Unión Americana, la realizó otro de sus ciudadanos, el llamado Unabomber o que los atentados de las cartas con ántrax, después del 11 de septiembre, provinieron de dentro de Estados Unidos y que esa arma química salió de laboratorios de ese país (lo que descartaba un ataque externo). En síntesis: no me parece mal, no me opongo a que, como medida de seguridad, se tome foto y huellas de los turistas que llegamos a Estados Unidos, pero es absurdo hacerlo sólo con algunos y más absurdo es que el propio gobierno de ese país no tenga una base de datos completa de todos sus habitantes pero éste construyendo la de algunos de sus visitantes. La reciprocidad, insistimos, es importante: ¿tiene contemplado el gobierno mexicano establecer, con base en esos acuerdos bilaterales, que agentes de la AFI o de la PFP o del Cisen se aposten en los aeropuertos estadounidenses para controlar los mecanismos de seguridad que se aplican en los vuelos hacia México?¿existe en marcha algún mecanismo de control equivalente, por supuesto sin los excesos violatorios a la dignidad que se cometen en ocasiones en las oficinas migratorias de los aeropuertos de EU, para fichar a los visitantes estadounidenses que llegan a México?

Después del 11 de septiembre y sobre todo luego de la primera reunión de Tom Ridge (el secretario de seguridad interna de EU) con Santiago Creel, se dijo que lo que se construiría sería un sistema regional de seguridad que, de alguna forma, encapsulara la seguridad de Estados Unidos, Canadá y México. No es una mala idea, al contrario, e incluía, originalmente, desde disposiciones migratorias que facilitarían las cosas al viajero (como pasar migración estadounidense en el aeropuerto de salida en México, de la misma forma que se hace en Canadá, para agilizar la llegada a EU) hasta el financiamiento de parte de Washington de equipos electrónicos de seguridad suficientes para instalar en puertos, aeropuertos y aduanas para de esa forma inspeccionar electrónicamente los equipajes y la carga, además de una estrecha cooperación en información e inteligencia. En ningún lugar se habló de abusos, de desnudar pasajeros o de que agentes, en forma discrecional, decidan qué vuelos parten y cuáles no y a qué hora.

Ese es el punto y lo que ha motivado tanta indignación, no sólo en México sino también otros países, particularmente en Gran Bretaña y Francia (las tres naciones más afectadas por estos procedimientos): se trata de la falta de reglas claras, de la discrecionalidad que queda en manos de un ignoto (y en ocasiones ignorante) agente migratorio o de seguridad capaz de decidir qué se puede y qué no se puede hacer; la ausencia casi total de derechos, aquí y allá, de quien sólo pretende realizar un viaje internacional. Y nadie, en el gobierno federal, parece estar dispuesto a exigir, en el marco de los convenios y tratados para la necesaria cooperación bilateral antiterrorista, que esas reglas sean transparentes y que, además se cumplan sin los actuales e inexplicables excesos.

Por cierto, ¿no tendría la secretaría de relaciones exteriores o la de turismo, realizar una campaña de divulgación explicándole a la gente, los problemas que deberá afrontar al viajar en estas momentos a Estados Unidos, y recomendándole que, si no tiene necesidad de viajar a ese destino, que por ahora y hasta que no cambien esas condiciones, no lo haga?

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