La propuesta migratoria de George W. Bush puede ser considerado un pequeño paso adelante en la relación México-Estados Unidos, pero está muy lejos de ser el acuerdo migratorio del que tanto se ha hablado. El discurso de Bush fue presentado en forma inteligente. Esta misma propuesta había sido rechazada en septiembre del 2001 por el entonces canciller Jorge Castañeda, porque consideraba que la propuesta de los trabajadores temporales no garantizaba, como tampoco lo hace ahora, los derechos de los trabajadores mexicanos en la Unión Americana.
La propuesta migratoria de George W. Bush puede ser considerado un pequeño paso adelante en la relación México-Estados Unidos, pero está muy lejos de ser el acuerdo migratorio del que tanto se ha hablado. El presidente estadounidense presentó su propuesta como una gran reforma cuando, en realidad, es casi una vuelta de tuerca al programa de trabajadores temporales que se había aplicado ya en el pasado. Pero lo cierto es que pese a que el presidente Fox, que habló con Bush antes de que éste presentara la propuesta públicamente, dijo que ella permitirá garantizar "todos los derechos" de los migrantes, lo cierto es que no es así.
El discurso de Bush fue presentado en forma inteligente: pocos pueden estar en desacuerdo con el diagnóstico original que hizo el presidente estadounidense sobre la migración y la contribución histórica que ha hecho a ese país. Pero cuando se adentró en las medidas, el programa quedó en un cono de sombra donde hay demasiadas cosas por explicar y, como han dicho algunos demócratas, en lugar de ser un instrumento de regularización de migrantes, parece ser más un arma destinada a la deportación de muchos de los que apliquen a ese programa. Y es que el presidente no especificó cuántas plazas compondrían el programa de trabajadores temporales, tampoco dijo cuántas tarjetas que permitirían entrar y salir de Estados Unidos durante el periodo de duración de la visa de trabajo temporal se entregarían. Tampoco queda demasiado en claro qué tendrán que hacer quienes ya están ilegales, si será suficiente con presentar una solicitud de acuerdo con su actual patrón, pero lo que si queda claro es que esas solicitudes pueden rechazarse porque el patrón tendrá que demostrar que hizo esfuerzos por ocupar esos puestos por estadounidenses y no encontró quien los ocupara en el mercado laboral local. Finalmente, el propio presidente Bush fue más que enfático al insistir en que no se trataría de una amnistía y que quienes están ilegales no serían premiados por ello. La pregunta clave es esa: cuántas plazas de trabajadores temporales habrá. Eso ayer no se respondió.
No hay mucho, pues, para congratularse. Es más, esta misma propuesta había sido rechazada por el gobierno mexicano antes de la reunión del 5 y 6 de septiembre del 2001 en Washington, durante la primera visita oficial del presidente Fox a la capital estadounidense. El entonces canciller Jorge Castañeda la rechazó, con razón, porque consideraba que la propuesta de los trabajadores temporales no garantizaba, como tampoco lo hace ahora, los derechos de los trabajadores mexicanos en la Unión Americana. En respuesta a esa propuesta de los trabajadores temporales fue que se presentó la de la "enchilada completa", de un amplio acuerdo migratorio que regularizara a los mexicanos en Estados Unidos.
Dos años y meses después se está aceptando la misma propuesta que se rechazó en su momento. Pero lo que sucede es que, como decíamos ayer, en el realineamiento que la administración Fox ha ejecutado respecto a Washington, la decisión es seguir a Bush y darle todo el apoyo, esperando reciprocidad en ese sentido. Y algo de ello ya lo vimos en estos días con todo lo ocurrido en el ámbito de la seguridad aeroportuaria, en la aceptación acrítica de las disposiciones adoptadas por la Casa Blanca (incluso el propio responsable de la política para América Latina de Bush, Roger Noriega, destacó la cooperación de México comparándola con la resistencia hacia algunas medidas que había mostrado Francia) y la recompensa será la visita de Bush a Monterrey, la semana próxima, y la invitación del propio presidente estadounidense a Vicente Fox para que lo visite a su vez en su rancho en Texas, el 5 y 6 de marzo próximos.
En realidad, todo esto ya se venía negociando desde tiempo atrás. En noviembre del 2001 se reunieron Adolfo Aguilar Zinser (entonces todavía no era representante en la ONU sino encargado del consejo de seguridad) y Tom Ridge, que acababa de ser designado como encargado de seguridad interna de los Estados Unidos y se establecieron, según dijo entonces Aguilar Zínser, cuatro acuerdos: coordinación en forma ordenada de las políticas de colaboración en materia de seguridad; introducción de nuevas tecnologías para tener mayor fluidez en el intercambio de información, seguridad migratoria y aduanal; normas para garantizar la soberanía en el manejo de estos mecanismos de colaboración y el financiamiento estadounidense para la introducción de esos mecanismos y esas tecnologías en México. En enero pasado, cuando se reunieron por primera vez Ridge y el secretario de Gobernación, Santiago Creel, se volvieron a abordar, prácticamente sin modificaciones estos puntos, Creel planteó en Washington aquella teoría de abstención en Irak y compromiso en la seguridad de Estados Unidos y se propuso una suerte de intercambio de temas de seguridad por algún avance en el terreno migratorio. Para esas fechas el nuevo canciller, Luis Ernesto Derbez, ya había aceptado que el objetivo no era la "enchilada completa" sino un mecanismo que permitiera comerla "poco a poco".
El resultado final lo tuvimos en los últimos meses y se reflejó en los anuncios de ayer: México ha aceptado sin cortapisas las propuestas en términos de seguridad estadounidenses, incluso dejando de lado algunos de los criterios importantes para la reciprocidad de los mismos, como el financiamiento de la Casa Blanca de los mecanismos y las tecnologías de punta para garantizar esa seguridad, ha aceptado con beneplácito un programa de trabajadores temporales que hace poco más de dos años había rechazado por insuficiente y a cambio de ello ha vuelto al redil de los aliados cercanos a Bush, una posición que había perdido durante el último año.
Lo que llama la atención es la falta de interés o capacidad para negociar algo más en un momento en que las condiciones parecían ser adecuadas para ello: si ésta era la propuesta base de Bush había espacio para acuerdos quizás un poco más amplios o para tratar de dejar un poco menos mal parado al gobierno mexicano en su reciente subordinación a las instrucciones de seguridad estadounidenses. No nos olvidemos que esta tímida propuesta migratoria del presidente Bush se enmarca en un solo objetivo: la búsqueda de su reelección en noviembre próximo, en una elección que pese a los disensos internos del partido demócrata, se muestra más compleja de lo que se pensaba por los costos humanos y materiales de la guerra en Irak. Y como decíamos ayer, no sólo esta propuesta migratoria se enmarca en ese contexto sino que, además, la administración Fox ha tomado, todo así lo indica, la decisión de apoyar en todo lo posible la reelección del ex gobernador de Texas. Pero precisamente por eso y porque la propuesta migratoria ya había sido filtrada desde el lunes por el New York Times y porque aún la propuesta de Bush se debe tratar de acordar en el congreso estadounidense, había un margen mayor de negociación que no se utilizó.
Habrá que ver qué se obtiene en reciprocidad y si no se trata, solamente, de quedarse con la estrellita de la buena conducta, pero sin ningún beneficio tangible.
Tres datos a tomar en cuenta
1) Será Ricardo García Cervantes el nuevo subsecretario de medios de la secretaría de Gobernación. Santiago Creel ya le hizo la invitación al actual embajador en Costa Rica y ex diputado federal que en su momento estuvo muy enfrentado, en San Lázaro, con Felipe Calderón. La designación se enmarca en la reestructuración de las relaciones entre el gobierno y el PAN.
2) Que Liébano Saénz, el ex secretario particular de Ernesto Zedillo tomará una decisión definitiva en los próximos días, pero ante el aparente estancamiento en las negociaciones entre Isaac Saba y Ricardo Salinas Pliego por la compra de CNI canal 40, podría terminar rechazando la posibilidad de dirigir el canal si la operación finalmente se concreta rápidamente. Dice Liébano que él ya había declinado en septiembre esa oferta, pero que al reactivarse las negociaciones había vuelto a aceptar esa posibilidad, pero que si éstas se prolongan, como parece ser que ocurrirá, él tendrá que desligarse, por razones profesionales, de esa oferta.
3) Que hablando de Ricardo Salinas Pliego, llamó mucho la atención la activa participación de Andrés Manuel López Obrador en la entrega de los juguetes del Juguetón. Todo indica que el propietario de la televisora del Ajusco, ha reconstruido su relación con el jefe de gobierno capitalino. Todo con la mira del 2006.