Bush, como la Iglesia y el PAN
Columna JFM

Bush, como la Iglesia y el PAN

El presidente Fox votó ayer por su homólogo George W. Bush para las elecciones estadounidenses de noviembre próximo. Fox decidió ratificar en público ese apoyo que se dijo en el encuentro privado entre ambos mandatarios; también dio su pleno apoyo a las medidas de seguridad implementadas en los aeropuertos y respaldo con entusiasmo el programa de trabajadores temporales del presidente Bush.

Y el presidente Fox, como decíamos aquí, votó ayer por su homólogo George W. Bush para las elecciones estadounidenses de noviembre próximo. La rueda de prensa de ambos mandatarios en Monterrey, confirmó que la relación bilateral se ha reconstruido, pero ello ha sido con base en la aceptación casi plena de la agenda de la Casa Blanca. No nos engañemos: el margen no es mucho como para la disidencia y al gobierno federal ella no le interesa porque está apostando a ese reacercamiento ya que considera que puede sacar partido de él. Y ayer el presidente Fox decidió ratificar en público esa apuesta.

No sabemos qué se dijo en el encuentro privado entre ambos mandatarios pero, por lo menos en sus apariciones públicas, el presidente Fox no ratificó la demanda que hizo a la revista Time, respecto a solicitar un trato similar al de los canadienses en el controvertido plan US Visit, o sea que, como ocurre con nuestro otros socios del TLC, no se les fotografíe y tomen las huellas a los mexicanos que ingresen a Estados Unidos. En la reunión oficial ese tema ya quedó para otra oportunidad: lo que se confirmó en todo caso es el interés de crear una zona de seguridad regional, entre los tres países, que implicará la creciente homologación de criterios y, también de mecanismos de colaboración. El presidente Fox dio su pleno apoyo a las medidas de seguridad implementadas en las últimas semanas en los aeropuertos, respaldó con entusiasmo el programa de trabajadores temporales del presidente Bush, llamó al congreso estadounidense a aprobarlo y recibió la bendición política de su homólogo del otro lado de la frontera al ser invitado, pública y oficialmente, a su rancho en Texas los próximos 5 y 6 de marzo. La relación ha sido, pues, relanzada y para Fox, se esté o no de acuerdo con el tipo de trato que se debe establecer con Estados Unidos, ésta es una de las muy pocas buenas noticias que puede esgrimir en estos días.

Incluso ese realineamiento se reflejó también, como preveíamos, en las alianzas y las distancias. El acercamiento con la administración Bush devino, obviamente, en un nuevo alejamiento, sobre todo con el presidente Hugo Chávez, de Venezuela, que llegó a la cumbre diciendo que ésta "no sirve para nada" (uno se preguntaría entonces para que gastar tiempo y dinero en participar en ella si la considera inútil), pero además con Argentina y sobre todo con Brasil. En el propio tono del discurso inaugural de la Cumbre, que pronunció el presidente Ricardo Lagos, quedó de manifiesto también que la relación con Chile podría, en este contexto, salir fortalecida (por lo cual la cancillería tendría que cambiar el voto para la presidencia de la OEA y otorgárselo al chileno José Miguel Insulza, en lugar del ex presidente costarricense Miguel Angel Rodríguez, con la dificultad de que éste es apoyado por la Casa Blanca, en reciprocidad con la posición de las naciones centroamericanas en la guerra de Irak).

También se pudo comprobar que la propuesta de Bush sobre el tema migratorio comienza a tomar una forma menos viscosa que cuando la presentó la semana pasada, aunque aún no define (ni creo que lo haga inmediatamente, porque ese será el factor de negociación con el congreso de su país) los dos temas principales: el número de trabajadores que se podrán acoger a ese programa anualmente y qué sucederá después con quienes concluyan su periodo de trabajo, planteado originalmente para un periodo de seis años. En la zanahoria que presentó Bush para este último tema estuvo la novedad de no sólo devolver como una suerte de fondo de regreso, los recursos que hayan aportado los trabajadores temporales a la seguridad social sino incluso, dijo Bush, un préstamo o algo similar que se entregaría en el país de origen. Todo indicaría que, entonces, Bush está trabajando a pasos acelerados sobre el tema y podría estar dispuesto a no esperar hasta que se integre el nuevo Congreso en su país, hasta el 20 de enero del año próximo, sino que podría intentar sacar adelante esa iniciativa antes de que concluya la actual legislatura o sea antes de las elecciones de noviembre, y por eso el apoyo tan explícito de Vicente Fox.

Hace algunas semanas decíamos que, ante la crisis indudable que vive el gobierno federal y el fracaso de sus iniciativas de reformas estructurales, la administración Fox apostaría a tres cosas: reconstruir su relación con el PAN y establecer las líneas partidarias y de sucesión de cara al 2006; reconstruir su dañada relación con la iglesia católica y, en forma central, relanzar la relación con el presidente Bush.

Con todos sus problemas y faltas de coordinación interna, hay que reconocer que el gobierno sí ha avanzado en estos tres capítulos. En el PAN está trabajando en la reconstrucción de una dirección nacional (inmersa en una sorda lucha interna por la sucesión, presidencial y en el partido) más activa y más cercana al foxismo. El nuevo protagonismo de Marta Sahagún de Fox, en su cada vez más evidente papel de precandidata es una parte central de esa estrategia, no sólo por las razones obvias que de ello se desprenden sino también porque eso les permite tratar de ordenar el cuadro de sus demás precandidato. Por encima de las torpezas del secretario general Manuel Espino (uno de los partidarios de las líneas más duras y conservadoras del PAN), deben colocarse las declaraciones del mucho más influyente subcoordinador de los diputados del blanquiazul, Germán Martínez, quien ayer colocó en la línea sucesoria a Marta, pero también a Santiago Creel, a Felipe Calderón y a Josefina Vázquez Mota. El punto es que si Marta Sahagún no se hubiera mostrado con claridad como posible precandidata, el resto del cuadro hubiera perdido consistencia y credibilidad. No aparecen funcionarios del partido o gobernadores porque no los hay con posibilidades y no surgirán en este 2004 donde el PAN perderá prácticamente todos los comicios estatales. Podrán gustar o no esos nombres pero lo cierto es que el PAN (y el gobierno) ya están trabajando en presentar esas opciones para no entramparse en la sucesión o quedar sólo con un nombre o dos . Y para eso necesitaban a Marta Sahagún.

Respecto a la reconstrucción de la relación con la iglesia, lo realizado ha sido casi obvio: la exoneración del cardenal Sandoval Iñiguez y sus amigos, ha ido de la mano incluso con medidas políticamente tan desaseadas como el regreso, mediante un amparo provisional pero amparo al fin, de las concesiones en Juárez a ese personaje tan turbio, en lo personal, lo político y empresarial, como José María Guardia. El premio podría ser, en octubre, una nueva visita de Juan Pablo II si la muy precaria salud de éste lo permite.

Y con Bush, las cosas también están claras: Los Pinos aceptaron las condiciones de la Casa Blanca para volver al redil y asumir la agenda de Bush en la mayoría de los temas bilaterales y globales, comenzando por la seguridad y siguiendo con la agenda migratoria, todo en el contexto de la reelección del propio Bush. Y ahí están los beneficios: encuentro en Monterrey, próxima visita al rancho en Texas, un programa migratorio que no es fruto de un acuerdo pero que se puede vender internamente como tal.

Ese será el eje de la administración foxista en un año en que podrá cosechar, de otras formas, muy poco: colocar en la discusión de la sucesión a Marta Sahagún y a un grupo de miembros del gabinete; difundir y colocar en la agenda nacional los capítulos de la agenda bilateral con Estados Unidos, particularmente el tema migratorio (lo que irá de la mano con el relanzamiento del voto de los mexicanos en el extranjero), sazonado con los intercambios de visitas de presidentes y funcionarios; y, en el terreno de la iglesia, si es posible, con una nueva visita de Juan Pablo II.

Si la administración Fox puede sacar adelante la agenda basada en esos tres ámbitos, logrará mostrar una suerte de rumbo y de estabilidad interna. El objetivo es claro, el único problema es que en muchas ocasiones la realidad es tan terca que no se conforma con poco y puede estallar en las manos del poder si éste no la atiende, no en sus manifestaciones externas sino en sus causas profundas.

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