El ejemplo lo puso Vicente Fox el sexenio pasado cuando con muchísima antelación lanzó su candidatura presidencial. La ambición marca los destapes prematuros pero no es esa la única causa. La sensación de que el tiempo político de este sexenio se agotó lo que alimenta las especulaciones y presiones por destapes adelantados. Se deben analizar los movimientos que se han realizado en los últimos días en torno a las precandidaturas de Marta Sahagún y Andrés Manuel López Obrador, movimientos que provienen de necesidades políticas muy diferentes.
El ejemplo lo puso Vicente Fox el sexenio pasado cuando con muchísima antelación lanzó su candidatura presidencial. Ahora son muchos los que están muy apresurados por mostrarse desde ya como candidatos, tengan o no posibilidades en la competencia que se desarrollará en el 2006.
La ambición marca los destapes prematuros pero no es esa la única causa. Si en el 97, Fox apostó por la candidatura cuando, paradójicamente, el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en la capital era la que le abría el camino a las expectativas de la alternancia en el poder, ahora es la sensación de que el tiempo político de este sexenio se agotó lo que alimenta las especulaciones y presiones por destapes adelantados. Y en ese camino se deben analizar los movimientos que se han realizado en los últimos días en torno a las precandidaturas de Marta Sahagún y Andrés Manuel López Obrador, movimientos que provienen de necesidades políticas muy diferentes de las distintas fuerzas y corrientes que los están impulsando a ambos.
Especular ahora, dos años y medio antes de las elecciones, sobre quién ganará parece un poco ocioso: es como establecer de acuerdo a los planteles que piensan conformar en el futuro si en el 2006 el campeón de fútbol será el América o el Atlante o cualquier otro. Por supuesto que una candidatura (y también un equipo de fútbol) se debe construir con anticipación si se quiere tener resultados, pero son tantos los imponderables que se pueden cruzar en los caminos de la política que la astrología no tiene cabida en ellos. Lo importante es ver cómo se mueven los precandidatos y las fuerzas que los impulsan para saber cómo se están acercando al momento de las definiciones.
Y en ese sentido, los prematuros destapes que se vivieron en estos días de Marta Sahagún y Andrés Manuel fueron muy diferentes. El caso de la esposa del presidente Fox parte, por supuesto, de sus legítimas ambiciones de ocupar esa posición, pero también de la graves dificultades que tiene el PAN (y el gobierno) para encauzar sus fuerzas tras un cuadro de candidatos para el 2006: si se ignora a Marta Sahagún, el PAN está casi perdido. Podrá o no ser la señora Fox la próxima candidata panista, pero si su nombre no está en la mesa, los demás aspirantes se irán diluyendo. Pero incluso si decide terminar buscando otros puesto de elección popular, como puede ser una senaduría o la jefatura de gobierno del DF, y darle su apoyo a algún otro candidato de su partido, Marta debe seguir insistiendo en sus ambiciones presidenciales. Esa es una exigencia del propio poder, una salida a la expectativas de Marta Sahagún y también una necesidad del PAN, aunque sus sectores más duros no lo comprendan. Ya el tiempo dirá si hay o no espacio para una candidatura de la señora Fox, mientras tanto debe jugar este papel.
Lo que está ocurriendo en torno a Andrés Manuel López Obrador es muy diferente y confirma que en muchas ocasiones el PRD (o sus distintas corrientes) son el mayor enemigo del propio PRD. El jefe de gobierno capitalino sigue como claro puntero en las encuestas de popularidad, pero su partido sigue estando en aproximadamente 20 por ciento de expectativas de voto. En otras palabras, López Obrador despierta un entusiasmo mucho mayor que el perredismo. Por eso el propio Andrés Manuel ha insistido tanto en hablar, para el 2006, de un frente progresista que esté por encima de su partido, que integre otras fuerzas y personalidades, por eso (pagando incluso hasta costos políticos innecesarios) se ha movido hacia el centro: buscando esos votos y esos aliados. Pero las corrientes perredistas tienen otras necesidades: se están adelantando a los tiempos para ver cuál es más lopezobradorista que el propio jefe de gobierno.
No se trata sólo del sano entusiasmo por la candidatura del tabasqueño: están apostando por su propio futuro. Están disputándose desde ahora posiciones en el futuro gabinete, en puestos de elección, en forma notable la sucesión en el DF. Por eso, todos se esfuerzan en crear la mayor cantidad de comités de apoyo a López Obrador, por eso lo destapan un día sí y el otro también, por eso recurren a algo que, justo es decirlo, no había utilizado Andrés Manuel hasta ahora, como el acarreo de burócratas para adornar la inauguración de una obra (como sucedió esta semana en la apertura de un paso vial), lo que el propio López Obrador rechazó públicamente. No importan los colores, en eso están casi todos, desde los sectores moderados de Nueva Izquierda hasta las corrientes ultras de René Bejarano. Y como efecto contrario, casi se obliga a quienes no están apostando todas sus cartas a Andrés Manuel dentro del PRD, por la razón que sea, a tomar distancia (como ocurrirá con la anunciada megacorriente que se dará a conocer en los próximos días, que es una conjunción de las fuerzas de Cuauhtémoc Cárdenas y de Rosario Robles) y que tendrán, para diferenciarse, de alguna forma criticar a López Obrador.
Y éste, al pensar en la candidatura presidencial, lo que menos necesita es fervientes admiradores del voto duro por una parte o críticos en su propio partido por el otro. Los impulsores de los comités de apoyo no comprenden (o no quieren comprender) dos cosas básicas: primero, que el 2004 será el año más difícil para López Obrador, ya posicionado en su doble papel de jefe de gobierno y precandidato. Ello porque los índices de aceptación ya no pueden crecer mucho más y cualquier descuido podría hacerlos caer, cuando aún el propio López Obrador no puede políticamente presentarse como precandidato. Empujarlo en ese camino no lo ayuda en lo más mínimo. Se podrá argumentar que, en última instancia, esos comités y destapes lo ayudan porque lo mantienen en la expectativa popular. Puede ser, pero López Obrador no los necesita: ha logrado estar todos los días en los medios sin problemas, ha logrado en buena medida imponer su agenda política a los demás actores. ¿Para qué diablos necesita estos comités de apoyo formados por perredistas que de todas formas lo apoyarán en 2006?. Si fueran independientes del PRD quizás podrían tener cierta lógica, pero formados por sus corrientes son más escenografía que otra cosa y, por el contrario, le pueden terminar dificultando al propio López Obrador la integración a su equipo de futuros aliados que apuestan por el jefe de gobierno pero no necesariamente por el PRD y menos aún por varias de sus corrientes más duras.
Y lo saben, pero esos aliados lo hacen porque quieren ser lopezobradoristas de la primera hora y, luego cobrar sus favores. Lo más absurdo es que parecieran no conocer al propio López Obrador y no comprenden que no puede estar demasiado a gusto con lo que están haciendo, porque en lugar de poder seguir con sus tiempos y estrategias se los están adelantando (y con eso lo desgastan prematuramente).
En síntesis, mientras que para el gobierno federal y el PAN, el semi destape de Marta Sahagún, vaya a ser o no ella finalmente la candidata, es una necesidad política, para López Obrador ese destape prematuro de sus partidarios parte de las necesidades de las corrientes perredistas, pero le crean un problema al propio López Obrador que no los necesita, porque sin duda sí será el candidato del PRD y, si sus deseos se cumplen, de un amplio frente del centroizquierda que trasciende en mucho ese partido.
Y hablando de candidaturas
La posibilidad de una amplia alianza opositora en Oaxaca sigue avanzando. Ya existen acuerdos del PRD y de Convergencia para impulsar esa alianza y el PAN está analizando seriamente esa posibilidad. Ayer el presidente municipal de la capital del estado, Gabino Cué, pidió licencia a su cargo para trabajar en esa alianza e impulsar su candidatura para los comicios de agosto próximo. Según la encuesta realizada por Mitofsky en la primera quincena de enero, Gabino está en el primer lugar de preferencias del electorado, por encima de otros dirigentes de la oposición como Héctor Sánchez, y del senador priista Ulises Ruiz.