Bejarano: la peor cara de Andrés Manuel
Columna JFM

Bejarano: la peor cara de Andrés Manuel

El video en el que René Bejarano recibe entre cinco y seis millones de pesos (unos 45 mil dólares) en efectivo del empresario Carlos Ahumada Kurtz, guardándolo en su portafolio y hasta en sus bolsillos para poder transportarlo, es un golpe en la línea de flotación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Lo grave, para el jefe del gobierno capitalino, es que en el caso de Bejarano, su hombre de confianza, el secretario particular poderoso, el que impulsaba los comités para el 2006, el que daba órdenes dentro y fuera del gabinete de Andrés Manuel, no se puede argumentar lejanía o desconocimiento. La figura de Bejarano es casi indivisible de la de López Obrador en términos políticos. La pregunta es: ¿qué sabía el jefe de gobierno de los manejos de su hombre de confianza?

El video donde René Bejarano recibe entre cinco y seis millones de pesos (unos 45 mil dólares) en efectivo del empresario Carlos Ahumada Kurtz, guardándolo en su portafolio y hasta en sus bolsillos para poder transportarlo, es un golpe en la línea de flotación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Es verdad que el ahora ex secretario de Finanzas, Gustavo Ponce Meléndez era un funcionario clave del gobierno capitalino, que manejaba un presupuesto de 77 mil 500 millones de pesos, y al verlo jugando en Las Vegas, gastando medio millón de dólares en 17 viajes consecutivos a la ciudad de Nebraska y dejando propinas de más de dos mil dólares, generaba un golpe terrible para la credibilidad del gobierno capitalino, pero no se podía alegar de una estrecha amistad del jefe de gobierno con el secretario de finanzas (aunque el propio Cuauhtémoc Cárdenas indicó que Andrés Manuel y Ponce Meléndez tenían una relación de trabajo desde hace años, cuando ambos eran funcionarios medios en gobiernos priistas) en el caso de Bejarano, se trata del más cercano operador político y hombre de toda la confianza de López Obrador. No puede Andrés Manuel decir que desconocía quien fue durante mucho tiempo su mano derecha en el gobierno de la ciudad.

René Bejarano fue un estrecho colaborador de López Obrador cuando éste fue presidente nacional del PRI, fue coordinador de la campaña de Andrés Manuel al gobierno capitalino, fue su poderoso secretario particular (y en los hechos operaba como el virtual coordinador de gabinete, casi como el odiado por Bejarano y López Obrador, José Córdoba), y sólo dejó ese cargo para encargarse de coordinar las campañas del PRD en el DF, donde seleccionó a todos los principales candidatos; pasada la elección se convirtió en el muy poderoso presidente de la Asamblea Legislativa del DF, donde se caracterizó por la dureza con las oposiciones y con las otras corrientes internas del PRD, que estuvieron a punto, incluso de provocar una escisión en esa bancada (dureza que impedía, hasta ayer mismo, que Lorena Villavicencio, una mujer de la corriente Nueva Izquierda de Jesús Ortega, pudiera asumir la presidencia de la Asamblea como legalmente le hubiera correspondido). Fue el más firme opositor, hasta llegar a la calumnia de los consejeros independientes, a la creación del consejo de transparencia y trabajó en la ALDF como un incondicional del jefe de gobierno a quien aspiraba a suceder en el cargo.

La controversia en torno a René Bejarano es añeja: su relación con los grupos más violentos de los maestros disidentes, el peso creciente que tuvo su organización con grupos vecinales, como el Francisco Villa, el que comenzó a ejercer sobre las organizaciones de vendedores ambulantes ya que, al mismo tiempo que Bejarano se quedaba con la secretaría particular y luego la coordinación de la campaña, su esposa, Dolores Padierna, era delegada de la Cuauhtémoc y juntos comenzaron a quedarse con el control de los grupos de vendedores ambulantes, coordinados en buena medida por la hermana de Dolores Padierna, cuñada de Bejarano.

¿Qué pasó? Que los grupos internos del PRD en la administración López Obrador comenzaron a romperse por las ambiciones de poder, porque muchos de esos hombres y mujeres perdieron la cabeza y la perspectiva, soñando ya con sentarse en las oficinas del gobierno federal. Bejarano fue quien comenzó a organizar en todo el país los comités de apoyo a López Obrador y fue el primero que se "adelantó" en los tiempos sucesorios. La respuesta fue la de Nueva Izquierda, que trató de organizar sus propios grupos de apoyo al jefe de gobierno y, tiempo después, los sectores que no son partidarios de la candidatura de López Obrador, encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas apostaron por la creación de su propio movimiento interno, en oposición a la virtual candidatura de AMLO.

Pero en el juego de las corrientes y los grupos políticos, lo que hay son también muchos negocios turbios. La divulgación del video no puede deslindarse de la investigación que, dijo ayer López Obrador, pesaba sobre el empresario Carlos Ahumada, por malos manejos con funcionarios de las delegaciones Tláhuac y Alvaro Obregón. Ahumada, a su vez, denunció a Bejarano por extorsión, diciendo que esos contratos se cancelaron cuando no pudo seguir pagándole al coordinador del PRD en la Asamblea. Lo cierto es que en el video, grabado en las oficinas del propio Ahumada, se ve al empresario entregando unos seis mil dólares (aunque Bejarano insiste en que deben ser entre "ocho y seis millones") en efectivo, tanto dinero que Bejarano ya no sabe cómo llevárselo de las oficinas, y allí no se habla de elecciones (Bejarano aseguró que ese dinero era para la campaña de la candidata a delegada en la Alvaro Obregón, Leticia Robles) sino de cómo van los trámites con "Berta", se supone que la controlara Berta Luján, una funcionaria de los equipos más cercanos al propio Bejarano, la misma que impuso, con el apoyo de Bejarano a Gustavo Velásquez como presidente del consejo de transparencia y que anteayer decía que ella no podía controlar el comportamiento de los miles de funcionarios del Gobierno del DF, para justificarse por no saber de las salidas y gastos del secretario de Finanzas, Ponce Meléndez, en Las Vegas.

La feria de confusiones y los aprendices de Pilatos se suceden: Leticia Robles asegura que ese dinero no llegó nunca a su campaña, pero el presidente del PRD capitalino, Agustín Guerrero, un discípulo del propio Bejarano, dice que el dinero le fue entregado a la entonces candidata a delegada. En realidad, esa campaña reportó aportes por sólo 444 mil pesos, pero en este caso estamos hablando de por lo menos 45 mil dólares, equivalentes a unos 5 millones de pesos. Leticia Robles asegura que demandará a Bejarano por daño moral.

El hecho es que si el dinero que le entregó Ahumada a Bejarano fue como dice éste para la campaña electoral de Leticia Robles, es ilegal: supera todos los límites permitidos por las leyes electorales y tanto él como la delegada están violando la legislación electoral. Si el dinero fue para el partido, también es ilegal, porque además de superar los límites, nunca fue reportado. Si se trata de tráfico de influencia (las menciones a "Berta" Luján lo hace pensar así, como la demanda por extorsión que presentó Ahumada quien, por cierto, podría haber presentado mucho antes esa acusación) y también se trataría de un delito. No hay forma de deslindarse de esto: nunca se había visto un video en el cual un funcionario público se embolsara, literalmente, tamañas cantidades de dinero. Las imágenes sólo recuerdan aquellas que recorrieron el mundo, en las cuales el ex funcionario peruano Vladimiro Montesinos (un personaje con un perfil similar, por cierto, a Bejarano) entregaba enormes cantidades de dinero a diversos personajes de la política de ese país.

Argumentar, como lo han hecho funcionarios capitalinos, que se trata de una campaña contra López Obrador es, para decirlo, suavemente, una estupidez: como dijo el lunes el presidente de la comisión nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes, de lo que se tienen que cuidar los políticos no es de que los filmen, sino de sus propias acciones, y "si no quieren calor, agregó el ombudsman, que no se metan a la cocina". Tiene razón, habrá que ver cómo se grabaron los videos de Ponce Meléndez o los de Bejarano que evidentemente se filmó en las oficinas de Ahumada, pero no se trata de una campaña, sino de funcionarios corruptos que, como el Niño Verde, Jorge Emilio González Martínez, fueron agarrados con las manos en la masa.

Lo grave, lo muy grave para Andrés Manuel López Onrador, es que en el caso de Bejarano, su hombre de confianza, el duro, el secretario particular poderoso, el que impulsaba los comités de AMLO para el 2006, el que mandaba y daba órdenes dentro y fuera del gabinete del jefe de gobierno, no se puede argumentar lejanía o desconocimiento. La figura de Bejarano es casi indivisible de la López Obrador en términos políticos. Y la pregunta ahí queda: ¿qué sabía el jefe de gobierno de los manejos de su hombre de confianza?

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