¿Quién quiere matar a AMLO?
Columna JFM

¿Quién quiere matar a AMLO?

Ahora se comienza a decir que al jefe de gobierno lo quieren matar para detenerlo en su acelerada carrera por el 2006. El propio secretario de seguridad pública, Marcelo Ebrard, es el que está insistiendo en esa posibilidad. La tesis parece absurda, ni los problemas de López Obrador se parecen a los que se enfrentaba Colosio, ni tampoco se está viviendo el ambiente de desestabilización de hace diez años. En el caso del jefe de gobierno, ni él, ni sus colaboradores más sensatos quieren aceptar que el problema es la existencia de dinero negro y funcionarios corruptos que abusan de sus posiciones en el entorno del gobierno y del partido.

Como si no fueran suficientes las estampitas que llevan impresas de un lado a la Virgen de Guadalupe y del otro la foto de Andrés Manuel López Obrador, ahora se comienza a decir que al jefe de gobierno lo quieren matar para detenerlo en su acelerada carrera por el 2006. El propio secretario de seguridad pública, Marcelo Ebrard, es el que está insistiendo en esa posibilidad. La verdad, la tesis parece absurda, como lo reconoció el propio Cuauhtémoc Cárdenas: ni los problemas que enfrenta López Obrador se parecen, siquiera remotamente, a los que enfrentaba Colosio hace diez años, ni tampoco se está viviendo el ambiente de desestabilización que sufríamos entonces.

El problema en el 94, hagamos memoria, no era el enfrentamiento Salinas, Camacho, Colosio, sino cómo se reflejaba: había un levantamiento armado en Chiapas; se utilizaban carros bomba en centros comerciales del país; había una guerra de cárteles del narcotráfico y los jefes de los cárteles no sólo se mataban entre sí sino que incluso eran recibidos en la nunciatura apostólica; había que reformar de urgencia todo el andamiaje electoral; en el transcurso de unos pocos días eran secuestrados los empresarios Alfredo Harp Helú y Angel Lozada. Lo que había era un proceso de desestabilización marcado por la violencia que terminó con el asesinato de Colosio.

En el caso de López Obrador lo que tenemos son dos hechos objetivos: un video que muestra a Gustavo Ponce Meléndez, uno de los hombres más cercanos a López Obrador y su secretario de Finanzas, jugando en la zona VIP de un casino en Las Vegas, a donde había ido 17 veces en dos años. Cuando López Obrador pidió que no "lincharan" por ese hecho al hombre que manejaba los dineros del gobierno capitalino, éste se fugó y mientras se decía que no había cometido delito alguno, ya lo estaba buscando la INTERPOL. ¿Es campaña? No, se trata de lisa y llanamente de un acto de corrupción, de un funcionario corrupto que fue descubierto con las manos en la masa. Dos días después aparece otro video: ahí se ve al señor René Bejarano, el operador político por antonomasia de Andrés Manuel, su coordinador de campaña, su secretario particular, el impulsor de la formación de los comités apoyo para el 2006, que aparece guardando fajos y fajos de billetes en su maletín y sus bolsas, mientras que en otro video el mismo Bejarano aparece negociando con el empresario Carlos Ahumada y reconociendo que hace el trabajo sucio para el jefe de gobierno. ¿Es campaña? No, resultó que el principal operador político del jefe de gobierno era, como lo habían dicho innumerables voces, dentro y fuera del PRD que siempre fueron ignoradas, un político corrupto que enloda a su propio jefe.

Por supuesto que los adversarios de López Obrador van a utilizar ésta y cualquier otra información que los beneficie para golpear al jefe de gobierno. ¿No lo hizo nunca López Obrador con anterioridad contra sus rivales? ¿quién filtró los datos sobre el cochinito de Rosario Robles? ¿quién filtró la información sobre la relación de Ahumada con Robles? ¿quién filtró la información de la deuda y los supuestos sobregiros en los gastos de campaña del año pasado? ¿es legítimo hacerlo? La política de filtraciones siempre es éticamente cuestionable, pero se utiliza porque se busca obtener beneficios de ella y el gobierno capitalino la ha utilizado como todos los gobiernos de todos los partidos en busca de sus propios objetivos. Pero esto no tiene nada que ver con una campaña para tirar a López Obrador y que puede terminar generando el clima para matar al jefe de gobierno. Sería una campaña sucia si el video del secretario de Finanzas o el de Bejarano hubieran sido falsos, montajes ilícitos, ediciones ilegítimas. No hubo nada de eso, hay corrupción y no se la quiere aceptar. La mejor definición de quién es el responsable de lo que le está sucediendo a López Obrador la dio el monero José Hernández, en Milenio Diario: ahí aparece López Obrador diciendo que "hay gente que me quiere destruir…como ese López Obrador que me nombró a Bejarano como secretario particular".

Con todo, sí existe un paralelismo entre el caso López Obrador y lo que sucedió con Luis Donaldo Colosio. Y pasa por no querer ver plenamente la realidad. ¿Por qué fue asesinado Colosio? Algunos siguen pensando que Mario Aburto fue, simplemente, un asesino solitario que mató al candidato simplemente porque sí. En mi opinión, por el lugar donde ocurrió el hecho, por el tipo de asesino y sus antecedentes, por el revólver utilizado, por los intereses que estaban en juego en aquellos momentos en el ámbito del narcotráfico, por la infiltración que habían obtenido éstos en las estructuras de poder, el asesinato de Colosio tiene relación, sí con el clima político que se vivía entonces, pero también por la representación en la campaña de quien sería sin duda el futuro presidente, de una presencia real y contradictoria de esos mismos grupos ligados al crimen organizado. Nunca se ha querido aceptar que en la campaña de Colosio, por distintas vías tienen que haber llegado recursos y personajes ligados al crimen organizado. No se lo quiso aceptar porque se pensó que con eso se enlodaba la memoria de Colosio, aunque nadie pudiera decir que ello había sido su personal responsabilidad o hubiera sido avalado por Luis Donaldo. Y por eso en la investigación respectiva se analizó todo, desde la participación de Carlos Salinas de Gortari y el estado mayor presidencial hasta la de Manuel Camacho, pero nunca se investigó a fondo la vertiente del narcotráfico y el crimen organizado. Tampoco lo han abordado hasta el día de hoy sus amigos porque creen que de esa forma ellos mismos podrían terminar siendo sospechosos, aunque no tuvieran nada que ver con el tema. Entonces la vertiente del dinero sucio y el crimen organizado quedó olvidada. Era más redituable y más útil, la del "clima político".

En el caso de Andrés Manuel sucede lo mismo. Ni el jefe de gobierno ni sus colaboradores más cercanos y sensatos, como Alejandro Encinas o Marcelo Ebrard o César Yánez, quieren aceptar que el problema es la existencia de dinero negro, sucio en el entorno del gobierno y del partido, la existencia de funcionarios corruptos que abusan de sus posiciones. Pero como ya Andrés Manuel había dicho que en esa vertiente era "indestructible", hay que inventar, entonces, una campaña anti López Obrador que incluso lo pudiera llevar hasta la muerte.

En el caso Colosio esas pistas no quisieron verse, y por eso la participación del crimen organizado en su asesinato fue soslayada. En el caso López Obrador ni él ni su gente quieren ver que el mal está en la soberbia de unos y la corrupción, en muchos casos histórica, de otros, no en el lógico (y si se quiere hasta poco ético) aprovechamiento que hacen sus adversarios de los deslices o corrupciones del jefe de gobierno o de sus colaboradores. Y ahí reside el peligro: en que no se quiera ver la realidad y se prefiera recurrir hasta el martirologio para ocultarlas.

Gutiérrez Vivó: todos perdemos

Conozco a pocos periodistas tan serios y profesionales como José Gutiérrez Vivó. He tenido el privilegio no sólo de conocerlo sino de trabajar con él y son muy pocos los de su capacidad. No sé, no soy abogado, si lo realizado por Grupo Radio Centro al sacar del aire abruptamente a los Monitores que realiza Infored, la empresa dirigida por Gutiérrez Vivó, es legal. Posiblemente lo sea, aunque no creo que la utilización del nombre de los noticieros, el concepto Monitor que creó y desarrolló Gutiérrez Vivó, sea legal y definitivamente no es ético. Al contrario habla muy mal de quienes se lo apropiaron sin ser suyo. Pero lo que sí es verdad es que, guste o no Gutiérrez Vivo, se esté o no de acuerdo con él, todos perdemos, como informadores y radioescuchas si su propuesta no tiene un espacio digno para expresarse. Para José y todo su equipo toda nuestra solidaridad.

Por cierto y hablando de medios. También un saludo afectuoso y deseándole lo mejor para Denise Maerker, que el viernes dejó el noticiario de CNI luego de varios años de un trabajo notable en ese espacio junto a Ciro Gómez Leyva.

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