Y Castañeda se subió al carro
Columna JFM

Y Castañeda se subió al carro

Las encuestas no coinciden sobre las expectativas de voto que podrían tener hoy los que siguen siendo considerados los tres principales candidatos para el 2006: Andrés Manuel López Obrador, Santiago Creel y Roberto Madrazo, pero sí coinciden en la emergencia de otra candidatura que paradójicamente la única opción que tiene es probablemente crecer o mantenerse es sus actuales niveles: se trata de la candidatura de Jorge Castañeda, quien divulgará un spot en el que dará a conocer públicamente que buscará la presidencia en el 2006. La candidatura de Castañeda es, será, una apuesta interesante que, pese a lo que muchos creíamos hace un año, puede tener, en su estricta dimensión, éxito.

Las encuestas ahí están: no coinciden sobre las expectativas de voto que podrían tener hoy los que siguen siendo considerados los tres principales candidatos para el 2006: Andrés Manuel López Obrador, Santiago Creel y Roberto Madrazo, y existe una danza de porcentajes para cada uno de ellos, que lo único que confirma es que para esa fecha aún falta mucho y las condiciones seguramente van a cambiar demasiado de cara a ese proceso, tanto, que ni siquiera se podría decir hoy, primero, si los tres grandes partidos llegarán unidos a esa cita electoral y, por ende, si los ahora nombrados terminarán siendo los candidatos de sus respectivas fuerzas.

Pero las encuestas están coincidiendo en la emergencia de otra candidatura que, partiendo desde muy abajo, paradójicamente la única opción que tiene es probablemente crecer o por lo menos mantenerse en sus actuales niveles: se trata de la candidatura de Jorge Castañeda. Poco después de escribir estas líneas, Jorge Castañeda divulgará un spot de dos minutos en todos los canales de televisión del país en el que dará a conocer públicamente que buscará la candidatura presidencial en el 2006. Lo hace respaldado por distintas encuestas que le dan, en el peor de los casos, un 3 por ciento de expectativas de voto y en el mejor entre 6 y ocho por ciento. Nada mal para un hombre que, hace poco más de un año, cuando dejó el gabinete de Vicente Fox y anunció que iniciaría una gira por el país como una suerte de "agitador del cambio" parecía que daba curso a una ilusión por lo menos ingenua para su futuro. Castañeda era, según una descripción generalizada, sangrón y elitista, lleno de enemigos, como para pensar con seriedad en una candidatura presidencial. Además, muchos nos preguntábamos dónde podría estar el partido que lo respaldara en esa aventura.

La pregunta sobre el partido, o los partidos, aún queda sin respuesta (aunque resulta casi obvio que Convergencia puede ser un puente adecuado para Castañeda y que la posible nueva fuerza, o corriente política, que pudiera construirse en torno a partidos que han perdido el registro pero que conservan una fuerza propia como México Posible y Fuerza Ciudadana, podrían girar en torno a una candidatura independiente, tomando en cuenta, sobre todo, que los nuevos partidos no podrán aliarse con otras fuerzas en su primera elección). La caracterización de la persona de Castañeda no ha cambiado para muchos, pero para otros en su recorrido por el país (un recorrido concentrado en universidades, grupos intelectuales y empresariales, pero con algunas visitas a sectores populares) también se ha descubierto una faceta que en un ambiente político marcado por la ausencia de propuestas, por partidos que evidentemente se muestran a sí mismo en descomposición o visiblemente fracturados, desprestigiados por escándalos y actos de corrupción (¿ha visto usted algo más patético que la publicidad de la corriente izquierda democrática que aún encabeza René Bejarano en el PRD, que compara los diferentes actos de corrupción de los distintos partidos y proclama, hasta con orgullo, que ellos son corruptos pero menos que los otros?: es de pena ajena), para buena parte de los electores es de agradecerse: Castañeda ha tenido el mérito de no meterse en esos debates y ha repetido en todos los foros posibles, su propuesta del "cambio" de cuatro puntos que, siendo obviamente insuficientes para realizar la vuelta de tuerca, el giro de 180 grados que en mucho ámbitos el país necesita dar, parecen ser una salida marcada por el sentido común, una opción para iniciar un cambio, un espacio propositivo para un sistema de partidos que no reacciona ante su propio deterioro y un gobierno que insiste en que todo marcha bien cuando lo más significativo para la gente es la notoria parálisis política y económica en la que vivimos. Castañeda ha insistido, una y otra vez con su programa de cuatro puntos: seguridad jurídica y pública, reforma política, cambios económicos graduales y una nueva estructura para petróleos mexicanos, que, combinados, abren, por lo menos, un espacio para la reflexión y que resultan al mismo tiempo tan concretos (y tan amplios) que permiten que sean bien recibidos por sectores progresistas y liberales pero también por grupos empresariales como la Coparmex.

Y por eso el mensaje ha permeado en ciertos sectores y ello ya ha permitido que se visualice a Castañeda como un candidato lógico para la presidencia aunque en las encuestas aún esté muy lejos de los principales aspirantes. En los hechos, el experimento más cercano a lo que quiere hacer Castañeda se está escenificando en Oaxaca con la candidatura de Gabino Cué, un candidato independiente, cuyo compromiso con las distintas fuerzas que lo apoyan está basada no en un liderazgo carismático sino precisamente en esa independencia partidaria y en un programa común, aceptable por fuerzas incluso antagónicas: si ese experimento tiene, como lo está teniendo, éxito, entonces el panorama partidario tendrá muchas modificaciones y no sólo Castañeda podrá crecer, sino que también los grandes partidos tendrán que revisar cuál es el tipo de liderazgo que requieren y necesitan para el 2006.

Evidentemente del seis por ciento en el que oscila Castañeda hasta los 30 por ciento que tienen los tres grandes partidos, la distancia es muy amplia. Pero debemos recordar que, por lo dicho, siendo muy cerrada la elección del 2006, muy probablemente pueda haber desgajamientos importantes en todos los grupos, que modifiquen el cuadro de candidatos, e incluso si eso no se diera, nadie con poco más de 30 por ciento de los votos tendrá, obviamente, una mayoría sólida. En ese sentido, quien tenga una posición propia de entre seis y diez por ciento se convertirá, para cualquiera que gane la presidencia de la república, en el partido o la corriente política "bisagra" que permitirá en buena medida la gobernabilidad. Ese espacio durante mucho tiempo ha aspirado a ocuparlo el Partido Verde, pero con la sucesión de escándalos que azotan a esa fuerza, sus posibilidades irremediablemente irán disminuyendo: hoy, para mantener presencia el Verde necesita como el oxígeno de su alianza con el PRI, porque sino podría estar condenado a un deterioro electoral notable. Y allí es donde pueden crecer figuras como Castañeda o como Patricia Mercado, el partido Convergencia o estas nuevas fuerzas que se están tratando de unir (y, valga la redundancia, que podrían converger con Convergencia). Sumémosle a ello, a los que no tengan espacio en sus propios partidos, a los desplazados, a los que no pertenecen a los aparatos que trituran a los personajes independientes, y veremos que el campo de cultivo para que crezca una opción de esa naturaleza es más amplio de lo que muchos creen (sino fuera así ¿por qué entonces tanta atención a los dicho por Carlos Slim o Juan Ramón de la Fuente?).

La de Castañeda es, será, una apuesta interesante que, pese a lo que muchos creíamos hace un año, puede tener, en su estricta dimensión, éxito. Y aunque no lo tuviera plenamente, el que llegue a la contienda adelantada por el 2006 una buena dosis de inteligencia y genuina intención polémica, con todos los aciertos y defectos de Castañeda, siempre será bienvenida.

Murat: algunas preguntas para la PGR

Las siguientes son preguntas que nos hace llegar una lectora desde la ciudad de Oaxaca respecto al evento (¿todavía puede llamarse atentado?) en el que se vio envuelto el jueves de la semana pasada el gobernador José Murat. Son muchas, pero algunas abonan la investigación que en Oaxaca está desarrollando la PGR. Primero, ¿por qué el miércoles de la noche anterior a los hechos el gobernador no lanzó la pelota inaugural de la temporada de béisbol?¿cuál era su estado de salud esa noche?¿qué fiesta amenizó esa misma noche, el Mariachi Oaxaca durante y luego de la inauguración de la temporada?¿quién mandó llamar a las muchachas del elenco de La Hora Pico, que estaban disfrutando del juego, para ser llevadas a otro lugar?¿a dónde fueron al terminar su espectáculos esas jóvenes?¿quiénes estaban en el palco del gobernador durante el partido inaugural?¿a dónde fueron terminando el juego?¿el jueves en la mañana el gobernador se dirigía o venía del hotel Victoria, donde tiene un bungalow a su disposición. Esas son sólo algunas del más de medio centenar de preguntas que la PGR podría hacerse en su investigación sobre lo sucedido. No se trata de nada imposible de indagar y que puede despejar dudas y dar luz sobre lo realmente ocurrido.

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