Congreso del PRD: ganó la simulación
Columna JFM

Congreso del PRD: ganó la simulación

El congreso nacional del PRD, en apariencia ha iniciado una nueva etapa en la vida del partido, pero eso es sólo apariencia discursiva, en realidad, debe ser considerado como un triunfo de la simulación. El mayor logro fue la aceptación de la propuesta del presidente del partido de disolver las corrientes internas, pero como ello se aprobó simultáneamente con la ratificación de la elección por voto directo de las propias autoridades partidarias, el resultado será, que de forma encubierta o abierta, las corrientes seguirán existiendo y operando, quizás, durante un tiempo, con mayor disimulo que ahora, pero, en términos reales con el mismo peso y la misma forma de ejercer el poder.

El congreso nacional del PRD, en apariencia ha iniciado una nueva etapa en la vida del partido del sol azteca, pero eso es sólo una apariencia discursiva, en realidad, debe ser considerado como un triunfo de la simulación.

El mayor logro del congreso fue la aceptación de la propuesta del presidente del partido, Leonel Godoy, de disolver las corrientes internas, pero como ello se aprobó simultáneamente con la ratificación de la elección por voto directo de las propias autoridades partidarias, el resultado será que, de forma encubierta o abierta, las corrientes seguirán existiendo y operando, quizás, durante un tiempo, con mayor disimulo que ahora, pero, en términos reales con el mismo peso y la misma forma de ejercer el poder.

Una vez más, había sido Cuauhtémoc Cárdenas el que tuvo la propuesta más lógica para su partido: que se mantuviera en la presidencia del mismo a Leonel Godoy pero que se disolviera el comité ejecutivo y se le diera a Godoy autorización para conformar el nuevo Comité Ejecutivo con los mejores hombres y mujeres que encontrara, independientemente de que pertenecieran o no a alguna corriente. La propuesta de mantener a Godoy al frente del PRD fue aceptada pero la de renovar el principal órgano de dirección fue rechazada con un costo alto para el futuro del partido, porque ello implicará, prácticamente, poner en riesgo cualquier otra reforma de fondo que se proponga, comenzando por la disolución de las propias tribus internas.

En los hechos éstas no desaparecerán y seguirán realizando el mismo juego que hasta ahora. En realidad, ese juego se concentrará ahora en dos grandes corrientes: una será la integrada por la Nueva Izquierda de los chuchos (Jesús Ortega y Jesús Zambrano), aliados con Nuevo Sol, de la seguramente futura gobernadora de Zacatecas, Amalia García (lo que le dará a esa corriente un nuevo espacio de poder, mayor al que tiene ahora), recuperando una alianza que habían perdido en la última elección interna del PRD, y otra gran corriente en la que se involucrarán Unidad y Renovación, encabezada de alguna forma por el propio Cuauhtémoc Cárdenas aunque él no se presente al frente de la misma, y donde permanecen muchos de los dirigentes afectados por los recientes videoescándalos, cercanos a Rosario Robles y Ramón Sosamontes (aunque, con Nueva Izquierda, con los que están duramente enfrentados, siguen manteniendo la mayoría de las direcciones estatales del perredismo). A Unyr se han aliado los dos grupos más radicales dentro de este esquema, la red de izquierda democrática revolucionaria de Camilo Valenzuela y los llamados Cívicos, que encabeza Mario Saucedo. El problema adicional, además del enfrentamiento entre estas dos grandes corrientes, es que queda otra con poder, sobre todo en la capital del país, fuera de cualquiera de estos esquemas: es la Izquierda Democrática que encabeza el propio René Bejarano y que sigue siendo, pese a todos los pesares, el principal respaldo interno de Andrés Manuel López Obrador.

Sin el apoyo de Izquierda Democrática, en el seno del partido, López Obrador queda atado a Nueva Izquierda que es una corriente que le impondrá, para el gusto de López Obrador, demasiadas condiciones.

Por eso, en otra de las simulaciones del congreso perredista se festejó hasta demasiado el "acercamiento" de López Obrador con el partido (¿no que no había distanciamiento?¿cómo se puede festejar entonces el acercamiento?), luego de que durante más de dos años el jefe de gobierno no participara de encuentro partidario alguno. Pero en la participación de López Obrador volvió a faltar la autocrítica que el partido exigía, no hubo descalificaciones del jefe de gobierno a Bejarano o Imaz, tampoco compromiso para depurar su equipo y, por el contrario, se volvió a apostar a la tesis del complot externo, que es una suerte de reproche a las fuerzas que internamente están pidiendo, en el propio PRD, una verdadera depuración en los organismos de gobierno capitalinos.

Allí está uno de los puntos críticos de cara al futuro del PRD: ¿qué hacer con Izquierda Democrática?. Si la situación fuera diferente y López Obrador no estuviera tan apoyado en ella, el problema sería menor, pero la corriente de Bejarano y Dolores Padierna, no abandonará graciosamente sus actuales espacios de poder que son muchos: manejan la mayor parte de los recursos para construcción de vivienda popular que otorga el propio gobierno del DF; tienen la mayoría de la asamblea legislativa del DF; controlan, vía una hermana de Dolores Padierna, a la mayoría de los vendedores ambulantes, sobre todo en el centro de la ciudad de México; han heredado el control de muchos grupos clientelares que en el pasado fueron priistas, como taxistas, camioneros, líderes de sectores como la recolección y comercialización de la basura; controlan las principales delegaciones del DF; controlan la distribución de los recursos para los adultos mayores: controlan buena parte del poder y, obviamente, del dinero.

Con Ahumada o sin él, ése es, muy probablemente el sector que, además, mayores recursos puede otorgarle a López Obrador: por eso surgieron de allí los comités para Andrés Manuel de cara al 2006. Son la cara oscura, intratable, del jefe de gobierno pero son, también, un sector que López Obrador no puede abandonar porque entonces se quedaría muy débil tanto para gobernar la capital como para operar en el entorno del PRD. La pregunta en todo caso es qué sucederá con Izquierda Democrática.

La salida que impulsará el jefe de gobierno es que su subsecretario de gobierno, Martí Batres, sea quien se quede con el control de esa fuerza, lo que genera la oposición del propio Bejarano y de Dolores Padierna, que se considera la sucesora natural en ese grupo. Si bien Martí proviene de esa misma corriente y allí se ha mantenido, también es verdad que ha tenido enfrentamientos con Padierna y Bejarano que provocaron, por ejemplo, una dura ruptura de Lenia Batres, hermana de Martí, con la Padierna cuando ésta era delegada en la Cuauhtémoc y Lenia la segunda de a bordo en la delegación. Nunca quedó en claro el sentido de la ruptura, pero fue evidente que en las elecciones del año pasado, cuando Lenia buscó la delegación Benito Juárez no tuvo el apoyo que hubiera podido tener ni del partido ni del gobierno capitalino, que prefirió dejarle esa posición al PAN.

Ahora Martí Batres se ha reposicionado, pero habrá que ver si le alcanza para controlar una corriente con tantos intereses y compromisos de todo tipo, amarrados por Bejarano y Padierna. El mitin de ayer de Bejarano y las amenazas implícitas para otros miembros del propio PRD, demuestran que esa lucha será, aún larga. Y el respeto que le tiene el jefe de gobierno a su ex principal operador político, se demuestra en el silencio constante de López Obrador sobre el tema: no se ha deslindado de Bejarano, no lo ha criticado con nombre y apellido, la procuraduría capitalina ha pedido, sí, el desafuero de Bejarano pero nada más, sabiendo que éste puede durar meses, y no se ha preocupado en absoluto por averiguar a dónde fue el dinero que recibió Bejarano (y tampoco han aclarado a dónde fue el que recibió Imaz, otro funcionario con licencia que no es investigado por la procuraduría capitalina) mientras que mantiene una frenética investigación contra Carlos Ahumada, buscando establecer o inventar lazos de éste con todo el mundo, menos, por supuesto con el jefe de gobierno y sus principales colaboradores.

En el congreso del PRD no se pudo dar ningún avance sustancial en la depuración del partido en el ámbito de la corrupción, tampoco se pudieron tomar las medidas necesarias para quitarles peso de verdad a las corrientes internas, ni para reconstruir la dirección nacional de ese partido y establecer métodos con mayor control a la hora de elegir a sus dirigencias y candidatos. Sin ello, insistimos, desgraciadamente, la gran ganadora ha sido, una vez más, la simulación.

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