La conexión cubana de Ahumada
Columna JFM

La conexión cubana de Ahumada

Finalmente Carlos Ahumada fue detenido donde todos sabíamos o presumíamos, que estaba: en Cuba donde tenía, quizás tiene aún, muchos intereses que sirven para su protección. Sin embargo queda por ver cómo se construyó la relación de Ahumada con los cubanos y las preguntas serían muchas: ¿tienen algo que ver los hermanos Ahumada con el ex dirigente argentino de Montoneros, Beto Ahumada? ¿será posible que el dinero de Ahumada tuviera alguna relación con el dinero que terminó en Cuba a fines de los 70, proveniente del cuantioso pago de rescate de un secuestro en el que estuvo involucrado Beto Ahumada? ¿cuál es la relación política y de negocios que pudiera tener Ahumada con los cubanos? Son preguntas que los Ahumada, a pesar de su confrontación, deberían contestar incluyendo el esclarecimiento de la forma y las condiciones en que llegaron a México.

Finalmente Carlos Ahumada fue detenido donde todos sabíamos, o presumíamos, que estaba: en Cuba donde tenía, quizás tiene aún, muchos intereses que sirven para su protección. El hecho es de destacar porque, por ejemplo, cuando Mario Villanueva se fugó de México días antes de entregar la gubernatura de Quintana Roo y huyó a Cuba, las autoridades mexicanas tenían hasta el nombre falso bajo el que estaba registrado Villanueva en un hotel de la isla, tenían interceptadas llamadas telefónicas, sabían con quien había viajado y quien lo protegía en la isla, y nada se hizo en su contra a pesar de que las acusaciones que pesaban sobre Villanueva eran mucho más duras que las que existen contra Ahumada: éste está acusado de lavado de dinero y delitos electorales, Villanueva estaba acusado de narcotráfico.

Quizás la diferencia estaba en que mientras el principal acusador del ex gobernador, además de un gobierno de México desde entonces muy distanciado con el de Castro, era la DEA estadounidense. Y también que la relación de Villanueva con el gobierno cubano estaba en los más altos niveles del gobierno castristas, nada menos que con el entonces canciller Roberto Robaina y con el entonces ministro de Turismo, Osmany Cienfuego (hermano del mítico Camilo Cienfuegos). Villanueva no fue detenido, después de un tiempo en la isla se le pidió que la dejara y Robaina y Cienfuegos cayeron en desgracia y perdieron sus cargos. Pero legalmente, allá, no pasó nada.

En esta ocasión a Ahumada lo pedía sí el gobierno de Vicente Fox con el cual Castro está obviamente distanciado, pero también Andrés Manuel López Obrador por quien Cuba está apostando. Y deben haber dolido en la isla las acusaciones de falta de colaboración que en el congreso perredista del fin de semana hicieron altos dirigentes de ese partido contra las autoridades cubanas, porque era evidente que allí se escondía el empresario.

Queda, sin embargo, por ver cómo se construyó la relación de Ahumada con los cubanos. La versión que presentó López Obrador de que estaba allí apoyado por Carlos Salinas es de un simplismo atroz, bastaría preguntarse si el jefe de gobierno capitalino realmente cree, por ejemplo, que, pese a sus errores, alguien como Rosario Robles se ha convertido en salinista. Es absurdo, sirve como propaganda pero no tiene sustento lógico. La relación se tiene que haber construido de otra forma. Es sólo pregunta, es una hipótesis, pero habría que preguntarse porqué ni Carlos ni su hermano Roberto Ahumada, a pesar de estar tan distanciados entre sí, se niegan a hablar de su familia y de las condiciones en las que llegaron a México. Todo indica que lo hicieron exiliados, poco antes del inicio de la dictadura militar de Jorge Videla, pero cuando existía ya una feroz represión en ese país sudamericano y muchos argentinos comenzaron, en 1975, a llegar a México.

Existe al respecto una hipótesis y es sólo eso, una hipótesis: existía un dirigente de Montoneros llamado Beto Ahumada, que tuvo relación con el manejo de recursos de esa organización armada que fue tan poderosa en los primeros años 70 en la Argentina. Ahumada pertenecía a una de las alas más extrañas, en lo político e ideológico de esa organización: había transitado de grupos de un nacionalismo que giraba en torno a la extrema derecha católica a la izquierda, sin ningún paso por el marxismo o algo parecido. Esa ala la encabezaba un dirigente que fue muy popular y que terminó trabajando para los servicios palestinos, para la CIA y paradójicamente para quienes habían sido objeto del secuestro con el pago de rescate más cuantioso de la historia argentina, el de los hermanos propietarios de la empresa Bunge y Born. Ese dirigente se llamaba Rodolfo Galimberti y acaba de morir hace unos meses de un infarto en Buenos Aires. Galimberti fue uno de los organizadores de ese secuestro y se encargó del cobro del rescate y de parte de las inversiones que con él se hicieron. El Beto Ahumada era uno de sus hombres de confianza.

Lo cierto es que coincidentemente con la fecha en que los hermanos Ahumada llegaron a México, también llegaba a México, Galimberti y con él, el Beto Ahumada. Este, poco tiempo después, regresó a Argentina, fue secuestrado, recluido en el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada y, seguramente porque tuvo algún grado de colaboración con sus captores, sobrevivió y, según la versión de otros detenidos en ese campo de concentración que salvaron la vida, Ahumada fue dejado en libertad en 1979, aproximadamente. Pero de él nunca más se volvió a saber nada.

El hecho es que el dinero del secuestro de los Bunge y Born tuvo tres destinos internacionales: uno, menor, fue Panamá (entonces gobernada por Omar Torrijos), otro fue México y una tercera parte fue a Cuba. Hubo innumerables disputas entre los distintos grupos en que se fragmentó Montoneros por esos dineros que, finalmente, nunca se supo muy bien dónde quedó. Hasta ahí los datos duros. Las preguntas serían muchas. Como nunca se ha esclarecido cuáles son los vínculos familiares de Carlos y Roberto Ahumada son también obvias: ¿tienen alguna relación estos hermanos Ahumada con aquel ex dirigente de Montoneros?¿será posible que el dinero de Ahumada tuviera alguna relación con ese que terminó en Cuba a fines de los 70?¿cuál es, sino, la relación política y de negocios que pudiera tener Ahumada con los cubanos? Son preguntas que los propios hermanos Ahumada, aunque estén tan confrontados entre sí, deberían contestar, incluyendo, por supuesto, un esclarecimiento de la forma y las condiciones en que ambos llegaron a México (por cierto: la insistencia de llamar a Carlos Ahumada "el empresario argentino" es una forma de identificarlo como un personaje externo que contamina "a los mexicanos": en realidad, Ahumada llegó a México siendo un preadolescente, hizo toda su vida en México, adquirió la nacionalidad mexicana hace literalmente más de dos décadas e hizo aquí su fortuna, sus relaciones y, también donde cometió sus actos de corrupción, es aunque publicitariamente no sea tan útil presentarlo así, un "empresario mexicano"), y preguntarse además si existen algunas de esas hipotéticas relaciones con ese personaje que se perdió en la noche de esos turbulentos tiempos políticos de Argentina, llamado El Beto Ahumada.

Lo que no deja de ser asombroso, independientemente de toda esta historia, es el trato diferenciado que siguen dando las autoridades del DF a toda esta investigación: Ahumada fue perseguido, y eso por supuesto está bien, hasta que se lo encontró en Cuba, se requisaron y catearon sus propiedades, se congelaron su cuentas, perdió desde sus negocios hasta su equipo de futbol. Lo increíble es que todo es contra el corruptor, contra los corruptos no pasa nada: ahí está Bejarano buscando mostrar su propio video y organizando actos públicos; nada ha pasado con Carlos Imaz; ninguno de ellos ha tenido siquiera un deslinde público del gobierno capitalino. No han sido embargadas sus cuentas, cateados sus bienes, perseguidos sus hombres y mujeres de confianza. Peor aún, no han dicho hasta ahora, un mes después de que se dieron a conocer los famosos videos, que hicieron con los millones de pesos que supuestamente les entregó Ahumada. Y nadie los molesta ni con el pétalo de una rosa: Bejarano no estará formalmente en el PRD, pero asegura que sigue siendo parte del proyecto de López Obrador, sigue controlando a la corriente izquierda democrática, realiza actos públicos en los que amenaza con más acusaciones y las autoridades no lo molestan siquiera para saber qué hizo con esos recursos, lo que sería por lo menos tan importante como investigar a Ahumada. Es más, se justifica de alguna forma su accionar, según el propio López Obrador, argumentando, como hizo en su conferencia de prensa de ayer, que hay corruptos grandotes y corruptos más pequeños y que no son lo mismo, como si se pudiera estar, un poquito embarazado o ser un poco más o un poco menos corrupto.

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