La reforma electoral que se ha propuesto, con sus diversas y tímidas iniciativas no está prosperando. Dos temas se han cruzado en este sentido: la reducción del financiamiento de los partidos y el voto de los mexicanos en el extranjero. El financiamiento a los partidos más tarde que temprano tendrá que disminuirse, sin embargo si hay algo que podría afectar el proceso electoral es el voto de los mexicanos en el extranjero. El tema es difícil de tratar porque resulta políticamente correcto proponerlo ya que millones de mexicano en el extranjero podrían ejercer ese derecho y porque los envíos de remesas de esos connacionales se han convertido en la segunda fuente de ingresos para el país. ¿Cómo se puede en ese contexto rechazar esa posibilidad? Pues se puede y se debe, porque si se aprueba sus consecuencias pueden ser desastrosas para el futuro proceso electoral.
