¿Por qué le temen tanto a Fidel?
Columna JFM

¿Por qué le temen tanto a Fidel?

Hoy comienza en Ginebra la reunión de la comisión de los derechos humanos de la ONU y México deberá ejercer su voto en esta ocasión en relación con una propuesta por el gobierno de Honduras donde se hace un leve apercibimiento al gobierno cubano respecto a los derechos humanos y políticos de los disidentes al régimen de Castro y se vuelve a solicitar que se autorice la visita de un relator de la comisión a la isla. Las garantías individuales y los derechos humanos son vulnerados constantemente o ni siquiera son reconocidos como tales, la administración Fox se comprometió a mantener una política de principios en estos temas y en este caso la única salida posible, manteniendo los principios, es votar por la condena de Cuba en Ginebra.

Si de algo no cabe duda es que la administración Fox ha establecido un acuerdo muy cercano con el gobierno de George Bush que, hasta ahora, sólo se ha visto vulnerado por la posición mexicana ante la intervención estadounidense en Irak (una decisión del gobierno mexicano que, cuanto más pasan los días y más se confirma el desastre de Bush en la nación árabe, así como la debacle política de quienes fueron sus aliados, se percibe, casi sin dudas como el mayor acierto de esta administración en estos años). En ocasiones esos acuerdos se dan por cuestiones coyunturales, en otras por decisiones de principio, pero algo sucede porque existe una suerte de forma vergonzante de mostrar esos acuerdos que llevan a sucesivos malentendidos diplomáticos. Y la mayor parte de ellos se han dado con relación a Cuba.

Ya ha quedado para la antología de esta administración la divulgación que hizo el régimen de Fidel Castro de la grabación de la plática entre Fidel y el presidente Fox, con aquella frase terrible del "comes y te vas". Luego vinieron los desencuentros respecto a la posición de México en la comisión de derechos humanos de la ONU en Ginebra y el voto sobre la situación de los mismos en la isla. Todo eso ha sido adicionado por enfrentamientos internos, como el que generaron en su momento el entonces embajador Ricardo Pascoe con la cancillería mexicana y ahora con las extrañas circunstancias que rodean la detención, se supone que con fines de extradición, del empresario Carlos Ahumada.

Hoy comienza en Ginebra la reunión de la comisión de derechos humanos de la ONU y, una vez más, México deberá ejercer su voto, en esta ocasión en relación con una propuesta presentada por el gobierno de Honduras donde se hace un realmente leve apercibimiento al gobierno cubano respecto a los derechos humanos y políticos de los disidentes al régimen de Castro y se vuelve a solicitar que se autorice la visita de un relator de la comisión a la isla, sobre todo para analizar la situación en la que viven los presos políticos en Cuba. El tema está sazonado, además, por la detención de varias decenas de disidentes el año pasado y por los ecos, que aún no se apagan, del fusilamiento luego de un juicio sumario, de tres hombres que, también el año pasado, secuestraron una lancha para tratar de llegar infructuosamente a Miami. En el último año, el régimen de Fidel ha perdido buena parte de los pocos apoyos internacionales que aún no se habían alejado del dictador (¿de qué otra forma puede calificarse a quien detenta de forma unipersonal el poder desde 1959 hasta ahora sin aceptar ningún tipo de oposición interna?): quizás la más dolorosa, por su historia y por sus convicciones ideológicas haya sido el rompimiento de José Saramago. Hoy, salvo Gabriel García Márquez, prácticamente no quedan intelectuales de primer nivel, en México o en América Latina, mucho menos en Estados Unidos o Europa, que mantengan un apoyo incondicional al régimen cubano. Y es que cada día que pasa resulta más difícil encontrar razones que permitan mantener ese respaldo.

Por eso resulta inexplicable que el gobierno mexicano siempre se termine haciendo bolas con el tema del voto en Ginebra o en los términos de su relación con Cuba. Es verdad que éste se ha convertido en un tema de la agenda interna en nuestro país, pero si la administración Fox mantiene su coherencia en estos temas no tiene otra opción más que votar a favor de la resolución que demanda la visita de un relator de la comisión a La Habana. En Cuba, en el tema de los derechos humanos no ha habido mejora alguna, el régimen de Fidel no ha aligerado una sola de las inhumanas condiciones en que mantiene a sus presos políticos ni ha disminuido el hostigamiento que ejerce sobre cualquier tipo de disidencia. Ni una sola de las libertades individuales esenciales han mostrado mejoría, la libertad de prensa, de opinión y de reunión, lisa y llanamente no existen. No debería haber conflicto alguno del gobierno mexicano para repetir el voto en contra de Cuba en Ginebra.

Y sin embargo, la administración Fox no parece saber moverse en esos niveles y termina siempre siendo chantajeada por el régimen cubano. Cuba interviene una y otra vez en temas internos de México, opina, califica, juzga a México, a sus partidos y funcionarios, y la administración Fox parece temerosa de adoptar una posición mucho más firme ante Castro. Y ello no implica ni favorecer el bloqueo (una medida que al único que le termina beneficiando es al propio Castro, que tiene con ello una excusa magnífica para mantener su cerrazón política) algo que México nunca, ni en anteriores ni en las actuales administraciones, ha apoyado, ni tampoco buscar "derrocar" al régimen de Castro. Simplemente se trata de ser congruente con los mismos principios de nuestra política exterior y el espíritu de nuestras leyes. México a lo largo de su historia ha intervenido en votaciones por violaciones de derechos humanos en muchas partes del mundo: se opuso a las dictaduras militares de Chile (incluso con la ruptura de relaciones diplomáticas), de Argentina, de Uruguay, de Brasil, tuvo una importante intervención en la caída de Somoza en Nicaragua, dio reconocimiento como parte beligerante en la guerra civil de El Salvador al FMLN, participó con el grupo Contadora en el proceso de pacificación de la región centroamericna y particularmente en Guatemala, se condenó la dictadura de Duvalier en Haití. ¿Por qué entonces Castro tendría que ser diferente? No se trata siquiera de posiciones ideológicas: no se trata de asumir como bueno o malo al castrismo (que a esta altura sólo puede ser defendido a ultranza por los incondicionales al comandante) sino de registrar qué garantías individuales y derechos humanos rigen en la isla, y desgraciadamente, unas y otros, son vulnerados constantemente o ni siquiera son reconocidos como tales. En términos estrictos no debería, siquiera, haber un debate muy amplio sobre el tema, porque los hechos, los datos duros son tan evidentes que casi no admiten réplica.

Pero en esto la administración Fox siempre se termina haciendo bolas. Ahora fue por la plática de madrugada que mantuvieron (a las 6.45 de la mañana del martes) los presidentes Fox y Bush. La versión oficial indica que hablaron siete minutos y abordaron tres temas, además de la situación en Ginebra, de la resolución de la Corte Internacional de La Haya y de la reconfiguración del Banco para el Desarrollo de América del Norte. El gobierno de Bush opina diferente: que hablaron sólo del tema de Ginebra y que Fox expresó a Bush la disposición de votar en contra de Cuba en Ginebra. El gobierno mexicano, después de que se diera a conocer la versión de la Casa Blanca, aseguró que ese no fue el tono de la plática e incluso que México aún no tiene una posición adoptada al respecto. El canciller Luis Ernesto Derbez agregó que, cuando se tuviera esa decisión, se le comunicaría antes a La Habana para que no fuera sorprendida por el voto en Ginebra.

La verdad es que, una vez más, la Casa Blanca ha pecado de poco diplomática al divulgar el contenido de la plática de los presidentes Bush y Fox, pero de lo que no cabe duda es que el gobierno mexicano ya tiene que tener adoptada una decisión respecto a Cuba y se antoja difícil que los dos presidente hayan platicado apenas unos minutos a tan tempranas horas, para abordar muchos temas: suena más coherente lo dicho en Washington y, además, no tendría porqué adoptarse una posición vergonzante sobre el tema. Si el PRI, como lo ha dicho públicamente, quiere que se vote a favor de Castro o que México se abstenga (que es una forma de votar a favor), es un problema de los priistas. Si el PRD está en crisis respecto a su opinión respecto a Cuba, no por la violación de los derechos humanos sino por todo el affaire Ahumada, es problema de los perredistas. La administración Fox se comprometió a mantener una política de principios en estos temas, y en este caso la única salida posible, manteniendo los principios, es votar por la condena de Cuba en Ginebra. No hay dictadores buenos y dictadores malos. Derechos individuales y humanos que se deben exigir en ciertas naciones y en otras no.

Por cierto, hacia mucho tiempo que un canciller no iba a una gira internacional en el TP-02, acompañado por toda su fuente y con tanta presencia en medios. A Derbez lo van a sumar, o lo sumaron ya, a la baraja sucesoria panista.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *