La situación política nacional se descompone demasiado rápidamente sin que los partidos, todos ellos, parezcan encontrar respuestas que vayan más allá del cortísimo plazo para tratar de sacar adelante ya no su agenda, sino incluso para tratar de limpiar, mínimamente, su prestigio. El gobierno del Distrito Federal está embarcado en una increíble operación caracterizada por el más notorio tortuguismo en las investigaciones de los casos de corrupción del propio gobierno capitalino y de distintos dirigentes del PRD, que cada día que pasa logra aumentar la confusión, pero también el descrédito del partido del sol azteca.
La situación política nacional se descompone demasiado rápidamente sin que los partidos, todos ellos, parezcan encontrar respuestas que vayan más allá del cortísimo plazo para tratar de sacar adelante ya no su agenda, sino incluso para tratar de limpiar, mínimamente, su prestigio.
El gobierno del Distrito Federal, involucrando con ello a un PRD demasiado dócil, está embarcado en una increíble operación caracterizada por el más notorio tortuguismo en las investigaciones de los casos de corrupción del propio gobierno capitalino y de distintos dirigentes del PRD, que cada día que pasa logra aumentar la confusión, pero también el descrédito del partido del sol azteca. Lo realizado con Carlos Imaz no tiene nombre: la procuraduría capitalina tardó 45 días en encontrar algún delito leve del que inculpar al delegado con licencia de Tlalpan, después de que se viera al ex dirigente del CEU, embolsándose, con menos avaricia que René Bejarano, billetes en las oficinas de Carlos Ahumada. Pero en la última semana, los funcionarios de la procuraduría y el propio maestro Bernardo Bátiz, se extralimitaron en sus intentos por proteger al esposo de la secretaria de medio ambiente, Claudia Scheimbaum. Durante días el procurador anunció que "venía" la solicitud de la orden de aprehensión contra Imaz, cuando aún ni siquiera la había presentado ante el juez correspondiente; luego se dijo que sería por un delito grave y que no tendría libertad bajo fianza; pero cuando se presentó la solicitud de la orden de aprehensión resultó que sólo fue por delitos electorales, que no constituyen un delito grave, y a Imaz, apenas ayer, se le libró la respectiva orden de aprehensión. Obviamente antes tuvo tiempo de ampararse y, además, no pisará la cárcel. La secretaria Scheimbaum, una mujer que ha manejado los proyectos viales claves de la administración López Obrador (a pesar de ser secretaria de medio ambiente no de obras públicas) fue ratificada en su cargo por López Obrador, a pesar de la investigación en contra de su pareja, y el propio López Obrador, hasta ahora, no ha efectuado una sola crítica o deslinde público con Carlos Imaz, pero mientras tanto enuncia cada mañana su pregón cotidiano sobre el complot. Como en el caso de René Bejarano, hasta ahora Imaz no ha dicho a dónde fueron a parar los recursos que recibió de Carlos Ahumada, ni tampoco a cuánto ascendieron los mismos.
Los mismo pasa con Bejarano: la procuraduría capitalina se apresuró a enviar el caso a la cámara de diputados para solicitar el desafuero y ni siquiera sigue recopilando información sobre el caso. Ello, a pesar de que existen numerosas opiniones, incluyendo de legisladores del PRD, que sostienen que el trámite es inútil porque al haber solicitado licencia a su cargo como asambleísta por el DF, Bejarano ya perdió el fuero constitucional, ya que el fuero ampara cargos y responsabilidades, no personas. Por supuesto, la procuraduría no ha operado en lo más mínimo contra Bejarano. Tampoco escuchamos una sola crítica de la procuraduría o del gobierno capitalino respecto al show montado por el líder de la corriente de izquierda democrática la semana pasada, incluyendo la exhibición de documentos bancarios falsos para acusar al directivo de televisa Bernardo Gómez e incluso a actuales y anteriores dirigentes del propio PRD. Nadie molesta Bejarano y su esposa, la diputada Dolores Padierna, asegura que el mismo personaje al que vimos embolsarse miles de dólares, "es un hombre honesto".
Tampoco avanzan las investigaciones contra Gustavo Ponce Meléndez. Un día sí y el otro también, el jefe de gobierno insiste en la tesis del complot en su contra, pero no se molesta en lo más mínimo por investigar e informar sobre el verdadero y comprobado delito: el de su ex secretario de finanzas. Hoy ni siquiera sabemos cuánto se robó Ponce Meléndez de las finanzas del DF y a dónde fueron a parar esos recursos. Sabemos, sí, de los millones de dólares transferidos a distintas cuentas, de la compra al contado de un porsche carrera cero kilómetro con un costo de ciento diez mil dólares, pagado al contado cuando el salario de ese funcionario era de 50 mil pesos mensuales (¿tampoco advirtieron eso sus compañeros de gabinete?). Contra Ahumada llueven truenos y centellas pero lo cierto es que la procuraduría del DF está a menos de 20 días de agotar el plazo para la entrega de la documentación para solicitar la extradición del empresario y, hasta ahora, no ha entregado nada.
No puede ser casualidad: no puede ser que la misma procuraduría capitalina no pueda avanzar ni en el caso Imaz, ni en el caso Bejarano, ni en el caso Ponce Meléndez y ni siquiera en el de Ahumada. ¿Alguien puede creer después de tantos rezagos que no se trata de una acción conciente de tortuguismo judicial para deshacerse de la parte penal del proceso mientras se intenta concentrar la opinión en el presunto complot?. Ayer mismo Martí Batres, siguiendo la línea Bejarano, presentó las "pruebas" de la relación del senador Diego Fernández de Cevallos con el narcotráfico, pruebas que no son otras que las mismas, ya deslegitimadas legalmente, que Martí había presentado en el noticiero de López Dóriga hace semanas, y que no son más que informaciones relacionadas con el caso del banco Anáhuac, una investigación cerrada hace años por la PGR. La intención es transparente: se está intentando distraer a la opinión pública del eje de estos escándalos, que son los casos de corrupción, para distraer con el complot. El problema es que no tienen elementos nuevos que permitan realizar con éxito esa maniobra.
Pero nadie debería asombrarse del tortuguismo en el gobierno del DF. Hace dos años se dijo que si no se cumplía el plazo para el reemplacamiento de automóviles, habría sanciones y despidos de funcionarios. No pasó nada, cientos de miles de automóviles siguen sin placas nuevas y si usted compró un carro y le llegaron sus placas antes de un año es todo un afortunado ciudadano.
Estrada Cajigal, las últimas horas
Mientras tanto, el gobernador de Morelos ayer aseguró que no renunciará, como antes había dicho que no renunciarían ni su procurador de justicia ni su secretario de gobierno: ambos ya se marcharon a su casa. Sólo falta esperar el turno de Estrada Cajigal contra quien ayer la PGR ratificó que había reabierto la investigación en su contra. Si Estrada sigue en su cargo es, una vez más, por la ambición de los partidos: los priistas ya están disputándose quien se quedará en la gubernatura cuando la ética indicaría que, si el PAN ganó la elección en el 2000, debe ser alguien del PAN quien concluya el mandato. Lo cierto es sólo una cosa: el que no puede concluir el periodo para el que fue electo es el propio Estrada Cajigal. ¿Alguien todavía defenderá al gobernador?
La crisis veracruzana
Si el PRI y su candidato, Fidel Herrera logran salvar la elección en Veracruz será, solamente, porque la oposición va dividida, entre el senador panista Gerardo Buganza y el candidato del PRD-Convergencia, el ex gobernador Dante Delgado. Porque el panista ha logrado en los últimos días, en el marco de la ruptura interna del PRI, acumular los apoyos de Miguel Angel Yunes y de Tomás Ruiz, ambos diputados priistas, del grupo legislativo de Elba Esther Gordillo, ambos ex precandidatos al gobierno del estado y decididos a apoyar al PAN con tal de que no gane Herrera. Para el senador priísta, la única buena noticia es que la elección no ha llegado a polarizarse entre el PRI y el PAN por la presencia de Dante Delgado y en unos comicios divididos entre tres sus posibilidades aumentan.
La oportuna enfermedad presidencial
Ahora hemos podido confirmar, gracias al nuevo libro de Bob Woodward sobre la guerra en Irak, que el mismo día en que Vicente Fox fue operado de la espalda, había hablado con George Bush cuando éste le solicitó por última vez el voto en la ONU para intervenir en la nación árabe. Mientras que el chileno Ricardo Lagos, simplemente le dijo a Bush que no, que no podía apoyarlo, el presidente Fox le dijo que "luego lo llamaría" para darle su respuesta. Nunca lo hizo, unas horas después alguien llamó a Condolezza Rice para decirle que Fox no podría llamar porque lo iban a operar de un disco lumbar. "Interesante" fue el único comentario de Bush que, ahora sabemos porqué estaba tan enojado con su homólogo mexicano.