¿Alguien en nuestro mundo político realmente quiere dialogar, quiere buscar acuerdos? Lo sucedido ayer raya con el absurdo. El martes, el secretario de Gobernación mantuvo encuentros con los dirigentes del PRD y del PRI. Los encuentros en Gobernación fueron muy fructíferos y se sentaron las bases para tratar de sacar en junio un periodo extraordinario de sesiones en el congreso. Pero algo sucedió porque ayer, el jefe de gobierno capitalino decidió romper la tregua que él mismo había decretado y se lanzó de lleno contra el gobierno federal.
¿Alguien en nuestro mundo político realmente quiere dialogar, quiere buscar acuerdos? Lo sucedido ayer raya con el absurdo. El martes, durante todo el día, pese a los dimes y diretes de los diferentes funcionarios partidarios, el secretario de Gobernación, Santiago Creel, mantuvo encuentros con dirigentes del PRD y del PRI. Por el PRD estuvieron con Creel, primero, el coordinador de los diputados, Pablo Gómez y ya en la noche el de los senadores, Jesús Ortega; por los priistas estuvo el secretario técnico del consejo político nacional, David Penchyna, representante de Roberto Madrazo para estas negociaciones. Pese a que el mismo martes, el coordinador de los diputados panistas, Francisco Barrio, había hecho unas declaraciones muy duras particularmente poniendo en duda las verdaderas intenciones de Roberto Madrazo de llegar a acuerdos, los encuentros en Gobernación, dicen todos los participantes, fueron muy fructíferos y se sentaron las bases para buscar una reunión la semana siguiente con el presidente Fox para tratar de sacar en junio un periodo extraordinario de sesiones en el congreso.
Pero algo sucedió porque en la mañana de ayer, el jefe de gobierno capitalino Andrés Manuel López Obrador, decidió romper la tregua que él mismo había decretado y se lanzó de lleno contra el gobierno federal, tomando como excusa, no hay otra forma de definirlo, las declaraciones de dos días atrás, del subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos, en el noticiero de Joaquín López Dóriga, respecto a que todo indicaba que habría sido el propio Carlos Ahumada el que habría filmado al entonces secretario de finanzas, Gustavo Ponce Meléndez, en el hotel Bellagio de las Vegas la noche del 22 de febrero pasado. Una declaración que no tiene demasiado de nuevo: muchas fuentes, desde el principio de esta historia habían sostenido que en realidad fue un asistente de Ponce o alguien cercano a éste, quien lo había filmado jugando black jack. Ahora sabemos que el propio Ahumada, acompañado de una asistente, se encontró con Ponce Meléndez en Las Vegas. Que las facturas del hotel se conocieron no, como dice López Obrador, por el informe del FINCEN que el gobierno capitalino divulgó, sino por la mucho más prosaica razón de que fue el propio Ahumada quien pagó las cuentas de Ponce Meléndez y en esas mismas facturas aparece el número de visitas, del cliente VIP Ponce Meléndez, al Bellagio. Respecto a la grabación de Ponce, el jefe de gobierno capitalino ha dado ya tres versiones todas tendientes a acomodar a como dé lugar la misma en la tesis del complot: primero, dijo que esa grabación prevenía de las cámaras de seguridad del propio hotel y que había sido solicitada por el departamento del Tesoro de los Estados Unidos, lo que fue "avalado" por la productora canal 6 de julio, estrechamente ligada al PRD, pero negado por todos los analistas independientes que venían a ésta como una filmación absolutamente amateur. Luego aseguró que habían sido organismos de inteligencia estadounidenses, se habló hasta de la DEA, los que habían filmado a Ponce. Ahora, según el jefe de gobierno, se trata del propio Cisen operando en Estados Unidos. No exhibe una sola prueba o testimonio para refrendarlo, pero además es un absurdo: ¿para qué enviar a alguien de la DEA o del Cisen cuando el propio Ahumada estaba con Ponce en el lugar, junto a una acompañante y cualquiera de ellos podía realizar la filmación de su "amigo" jugando en el prestigiado hotel?
Lo que sucede es que si se parte de ese supuesto, la tesis del complot se ve afectada. Y para López Obrador lo importante es que algún organismo de seguridad haya hecho la filmación: ya que no pudo ser la DEA, que sea por lo menos el Cisen.
Pero en sus refutaciones extemporáneas (porque insistimos las declaraciones de Santiago Vasconcelos se habían producido en la noche del lunes y éste se basaba en las pruebas existentes y en las propias declaraciones de Ahumada) el jefe de gobierno fue mucho más allá y prácticamente acusó al gobierno federal de tener bajo su protección a Ponce Meléndez, una vez más sin más prueba que su dicho y ello, a pesar de que el último que habló con Ponce Meléndez antes de su fuga fue el propio jefe de gobierno, la noche del lunes primero de marzo y fue él mismo quien en la mañana del día dos de marzo convocó a una conferencia de prensa para que Ponce diera su versión de los hechos. Nunca más se supo del ex secretario de finanzas.
¿Por qué una declaración tan extemporánea y tan dura cuando cualquiera que haya visto la entrevista de Santiago Vasconcelos coincidirá que había sido realizada con un tono realmente conciliador y cuando durante el día anterior los dirigentes de su partido habían llegado a un acuerdo para reanudar el diálogo con el gobierno? Puede haber muchas hipótesis, así que aventuremos una: para reventar esa posibilidad de diálogo. No veo otra lógica, si se hubiera buscado preservar ese espacio, la declaración de López Obrador podría haberse quedado para mejor ocasión y nada hubiera pasado, dejando, como los propios perredistas lo reclaman sin cumplirlo, que el caso se encauce finalmente por las vías judiciales y no por las políticas. Como cereza de su declaración, López Obrador volvió a colocar a Carlos Salinas a la cabeza del complot, desmintiendo así a su propia fuente que es el gobierno cubano, aunque no tenga una sola prueba al respecto.
López Obrador puso la trampa y el presidente Fox, en Budapest, enterado de las declaraciones del jefe de gobierno, cayó en ella. Sostuvo algo que evidentemente es muy compartible: que lo importante en este caso es que se sepa de dónde vino el dinero de Ponce Meléndez, qué daño le hizo al erario público (¿dónde están las auditorias a la secretaría de finanzas? ¿por qué el mismo equipo de Ponce Meléndez se quedó a cargo de esa dependencia?) y cuánto fue lo que se robó. Pidió, además, algo lógico: que sí estén presos los presuntos corruptores, como Carlos Ahumada, pero también deben estarlo los corruptos que gozan de libertad y, agreguemos nosotros de protección. Pero ello, que es compartible, quizás no era lo que había que decir para no caer en la trampa que le habían tendido Andrés Manuel al propio presidente Fox. Y quizás no había que decirlo en ese momento porque era la excusa que el PRD quería para no sentarse a dialogar porque, aunque le pese a algunos dirigentes de ese partido, ésa es la línea que ha impuesto el propio Andrés Manuel y él mismo se encargó de ratificarlo.
Obviamente, horas después de la declaración presidencial, Leonel Godoy anunciaba la nueva ruptura del diálogo, acusaba al gobierno y al presidente Fox de querer destruir a López Obrador y al PRD, le decía mentiroso y, además denunciaba que debían investigarse las relaciones de los hijos de Marta Sahagún de Fox, de las autoridades municipales de León y de otros dirigentes panistas con el propio Ahumada. Qué sepamos, el PRD no tiene pruebas de una relación entre los hijos de la señora Fox con Ahumada, aunque en círculos cercanos al propio PRD se sigue insistiendo en que existe un video del empresario con ellos, sin jamás mostrarlo.
La ruptura estaba decretada, la pregunta es por qué y para qué. La respuesta debe encontrarse en la propia estrategia del PRD y de Andrés Manuel: no establecer diálogo con el gobierno, dejar que pueda avanzar un acuerdo entre el PRI y el gobierno federal para sacar algunas reformas, confiando en que finalmente no se pongan de acuerdo en los substancial y de esa forma poder declarar luego que el PRI y el PAN son lo mismo. Es una jugada casi obvia que entraña algunos peligros: el mayor es que efectivamente haya acuerdos y terminen saliendo fortalecidos Madrazo y Creel, que es lo que menos querría Andrés Manuel, pero que tampoco querrían algunos priistas y panistas: varios gobernadores de los primeros se han reunido con el propio presidente Fox para analizar cómo deshacerse de Madrazo, argumentando que es él quien frena el diálogo; dirigentes panistas, por su parte, torpedean dentro y fuera de las cámaras al propio Creel, porque tampoco quieren que se fortalezca. Y el domingo en las elecciones yucatecas un encontronazo PAN-PRI resulta casi inevitable. Es, por lo tanto, un juego de demasiadas bandas, donde no sabemos quien ganará, pero sí quienes seguimos perdiendo con esta parálisis y descalificación política: todos los que no participamos en este juego de poder tan peligroso como absurdo.